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El ejemplo de Arsal, la ciudad libanesa que ‘secuestró’ el ISIS y busca la paz vecinal

El municipio obtuvo el Premio a la Paz de la Red de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos 2019 por un programa para evitar conflictos entre la población local y refugiada

La nieve cubre un campo de refugiados en Arsal (Líbano), en la frontera con Siria.
La nieve cubre un campo de refugiados en Arsal (Líbano), en la frontera con Siria.Natalia Sancha
Alejandra Agudo
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En 2014 la vida en Arsal cambió por completo. Esta ciudad libanesa de pastores de ovejas y productores de cerezas, también de contrabandistas al ser fronteriza con Siria, se convirtió en campo de batalla de la guerra que se libraba en el país vecino. Combatientes vinculados a Al Qaeda e ISIS invadieron y capturaron la ciudad. Durante tres años, los radicales tomaron la administración y se enfrentaron al ejército libanés, que finalmente en verano de 2017 liberó Arsal.

Los representantes elegidos en mayo de 2016 tenían mucha tarea por delante, sobre todo, cerrar las heridas sociales en una comunidad dividida entre colaboradores y víctimas del Estado Islámico, entre los refugiados sirios que triplicaban en número a la población local y los libaneses (unos 35.000). La labor realizada desde entonces por el Ayuntamiento liderado por Bassel Al Hougairy para lograr una convivencia vecinal en armonía ganó el último Premio por la Paz de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), la mayor red municipalista del mundo.

Diálogo de la vida es el nombre del proyecto que lanzó el consistorio para "reconstruir la cohesión social y superar el miedo y el odio mutuos", en palabras de los impulsores. "Había un problema de seguridad en la ciudad con peleas entre los libaneses y la población siria; todo esto en una situación económica difícil también", explicaba el alcalde tras recibir el galardón en la ciudad sudafricana de Durban, durante la Cumbre Mundial de Líderes Locales y Regionales. "Esperamos que muchos sigan el ejemplo del gran esfuerzo de Arsal en la construcción de la paz y la prevención de conflictos", expresó el jurado en su comunicado.

"Lo principal es que, cuando surgen conflictos, organizamos sesiones de mediación, reuniones con las partes de forma separada, para después acercar sus puntos de vista en vez de pelearse", resume Al Hougairy. "Había gente que se mataba para resolver los problemas; nuestra labor es convencerles de que no lo hagan, que tienen que perdonar porque matar en respuesta a un ataque inicia una cadena de venganzas sin fin. Cuando hablan unos con otros, se dan cuenta de que los problemas son más simples de lo que pensaban", asegura.

La estrategia ganadora de Diálogo de la vida es apagar cualquier chispa antes de que provoque un incendio. Una especie de justicia exprés para que nadie tenga tiempo de tomársela por su mano

Pero las atrocidades cometidas por el ISIS exacerbaron la desconfianza hacia los sirios, que suponen además una presión demográfica muy importante para esta ciudad de escasos recursos, que atraviesa como el resto del país una crisis económica y falta de empleos.  "Al principio, cuando empezaron a llegar refugiados, eran bienvenidos de manera natural; pero cuando comenzaron los problemas, se generó un sentimiento de rechazo hacia todos los sirios. No se distinguía a los agresores de los refugiados. Se convirtió en una necesidad diferenciarlos porque cuando había algún altercado, los libaneses se querían vengarse de todos los sirios", recuerda el alcalde. Bajo el imperio de los radicales, había secuestros diarios, bombardeos, tiroteos callejeros y violentas ejecuciones públicas, enumeraba el Ayuntamiento de Arsal en su candidatura al premio de la CGLU.

La estrategia ganadora de Diálogo de la vida es apagar cualquier chispa antes de que provoque un incendio. Una especie de justicia exprés para que nadie tenga tiempo de tomársela por su mano. "En cuanto se produce un suceso, organizamos rápidamente una reunión", sostiene Al Hougairy. Recuerda un ataque contra comercios sirios. "Les rompieron las ventanas. Ese mismo día, les convocamos a un encuentro y reparamos sus establecimientos para evitar venganzas". A veces, agrega, los problemas se pueden resolver con diálogo. "Pero hace falta paciencia y sabiduría para hacerlo: no juzgar a la gente a la ligera, no tomar decisiones hasta que conoces los detalles de lo que ha sucedido. No vale solo con la intervención de las fuerzas de seguridad".

Todavía a finales de 2019, los refugiados sirios que habitaban Arsal, unos 60.000 según datos del mandatario, casi duplicaban a la población original. "Muchos de ellos residen aquí ilegalmente y la mayoría son altamente vulnerables y dependientes de la ayuda humanitaria", afirma Al Hougairy. Pese a la asistencia internacional, la ciudad ha asumido una carga que sus infraestructuras, escuelas, sistemas de agua o saneamiento, así como los servicios de salud, soportan a duras penas. En los colegios, por ejemplo, se organizaron dos turnos para que los niños libaneses acudieran por la mañana y los sirios por la tarde, pero no es suficiente.

La situación es volátil, el descontento social y el temor a que cualquier sirio sea en realidad un radical violento son bombas de relojería, pero Arsal las ha desactivado hasta ahora. Desde junio de 2016 no registra ninguna víctima humana inducida por la violencia a pesar del contexto violento y frágil, afirmaban orgullosos los redactores de su alegato para optar al Premio por la Paz. Los 20.000 euros que ingresa la municipalidad por el galardón indican que su esfuerzo ha sido valorado.  

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Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM

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