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Las emociones no significan lo mismo en todos los idiomas

Un estudio con palabras emotivas de 2.500 lenguas muestra que los humanos se refieren a distintas cosas cuando hablan de ira, amor o tristeza

Miguel Ángel Criado
En lenguas de australasia, el amor aparece asociado con la pena y la tristeza más que con la alegría.
En lenguas de australasia, el amor aparece asociado con la pena y la tristeza más que con la alegría.Getty Images

El estudio de palabras que expresan emociones en miles de idiomas muestra que no todos los humanos entienden lo mismo cuando se les habla de amor, vergüenza o pena. Sin embargo, sí han hallado algunos elementos universales: casi todos los hablantes coinciden en designar con un vocablo positivo cada emoción negativa y términos activos para las sensaciones que reflejan una alteración del equilibrio emocional.

Apoyados en una base de datos de centenares de palabras extraídas de 2.474 idiomas hablados actualmente, los investigadores crearon una serie de redes de conceptos que expresan 24 emociones diferentes. Se fijaron en especial en aquellos términos polisémicos, con más de un significado, como sucede con la palabra española pena, que puede referirse a tristeza, dolor o incluso vergüenza. Si en otro idioma hay otro término que expresa las mismas dos o tres emociones, se estaría ante una conceptualización común. Es lo que los autores del estudio, expertos en lingüística comparada, llamaron colexificación.

Estas redes de términos emocionales resultaron ser muy variables entre los distintos idiomas, lo que sugiere que las palabras que se refieren a emociones cambian su significado concreto, incluso cuando en el diccionario se puedan traducir igual. Por ejemplo, en varias lenguas austronesias, habladas en la mayor parte de Oceanía, la palabra sorpresa está muy relacionada con la de miedo. Mientras, en los idiomas de la familia tai-kadai, propios del sudeste asiático, tiene más que ver con esperanza.

A pesar de las variaciones, hay elementos universales en las emociones como si son positivas o negativas

El trabajo, publicado en la revista Science, encontró que estas variaciones aparecen moduladas por la geografía: cuanto más cerca espacialmente están dos lenguas, más colexificación, es decir más coinciden en denominar a una emoción con el mismo término. Esto apunta a que la variación en la semántica de las emociones no es aleatoria, sino que conecta con patrones de comercio, migraciones, conquista o un pasado común en las distintas familias lingüísticas, como sucede con el francés, el catalán y el español, que vienen del latín.

"La emoción sorpresa es particularmente útil para explicar este estudio", dice el investigador de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (EE UU) y principal autor del estudio Joshua Conrad Jackson. "Como una familia lingüística tiene asociaciones negativas con el término mientras que otra las tiene positivas, podemos imaginar cómo los hablantes de estas diferentes lenguas reaccionarían si alguien saliese desde detrás de un mueble o de una habitación a oscuras gritando ¡sorpresa!".

Tres redes de distintas emociones: universal, a la izquierda, en la familia de languas austronesias y la indoeuropea, a la derecha.
Tres redes de distintas emociones: universal, a la izquierda, en la familia de languas austronesias y la indoeuropea, a la derecha.

A pesar de estas variaciones, el estudio, que incluye centenares de lenguas minoritarias, encuentra una estructura universal que enmarca los distintos conceptos que describen emociones. El armazón de esta estructura está formado por la valencia y la activación. En la inmensa mayoría de las lenguas una misma emoción es negativa o positiva. También, si una emoción provoca una excitación fisiológica (como la alegría o la ira), todos los idiomas lo reflejan. "La capacidad de la valencia y la activación para predecir la estructura de la semántica de las emociones en las diversas lenguas apunta a que son dimensiones psicofisiológicas comunes a todos los humanos", dice en una nota Kristen Lindquist, autora sénior del estudio y experta en la conexión entre palabras y emociones.

Para Jackson, "las cuestiones sobre la universalidad de las emociones son tan antiguas como la disciplina de la psicología y se remontan a Darwin". Hay teóricos que sostienen que, como los colores, hay emociones básicas y el resto son combinaciones de estas. Otros, sin embargo, consideran que son construcciones sociales, fruto de una cultura determinada. En un correo, Jackson explica la mayor aportación de su estudio: "Mostramos lo que es universal y lo que es culturalmente variable en una emoción. Los sentimientos de positividad/negatividad y los sentimientos de excitación fisiológica parecen ser bloques de armazón universales de la experiencia emocional, pero la forma en que damos sentido a estos sentimientos parece variar según las culturas".

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Sobre la firma

Miguel Ángel Criado
Es cofundador de Materia y escribe de tecnología, inteligencia artificial, cambio climático, antropología… desde 2014. Antes pasó por Público, Cuarto Poder y El Mundo. Es licenciado en CC. Políticas y Sociología.

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