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¿Por qué se suspende un partido por gritar “puto nazi” y no “mono negro”?

La decisión de interrumpir el encuentro entre el Rayo y el Albacete se tomó tras estudiar con los clubes otras alternativas

Un seguidor del Rayo, en un partido de 2018. En vídeo, el audio de los insultos a Zozulya.Vídeo: BENJAMIN CREMEL (AFP)
Patricia R. Blanco

El partido entre el Rayo Vallecano y el Albacete suspendido este domingo tras el descanso por los insultos que la afición local profirió contra el jugador del equipo contrario Román Zozulya es el primer caso en el que un encuentro futbolístico se interrumpe en España por cánticos ofensivos. Gritos como “¡puto nazi!”, “¡Zozulya, eres un nazi!” o “¡fuera de Vallecas!” se escucharon desde el comienzo, especialmente en el fondo que ocupan los Bukaneros, conocidos por su ideología de extrema izquierda. Pero no es la primera vez que un estadio es testigo de insultos.

Improperios racistas han protagonizado cánticos en las hinchadas de los campos de fútbol de España. Han sido frecuentes insultos como “negro, basura, tu piel no tiene cura”, lanzado contra jugadores negros a los que algunos aficionados han calificado como “monos”. Samuel Eto’o, Marcelo o Dani Alves son algunos de los deportistas que han sufrido esta clase de ataques. También el exjugador del Rayo Wilfred Agbonavbare, Willy, a quien aficionados del Real Madrid llegaron a gritar “negro, cabrón, recoge el algodón”.

¿Por qué la afición del Rayo insultó a Zozulya?

El Rayo Vallecano fichó al futbolista ucranio Roman Zozulya en el mercado invernal de 2017. La afición se movilizó para frustrar su fichaje porque, según los seguidores, el deportista era cercano a la ultraderecha, según se deducía de imágenes en las que posaba con simbología fascista. Sin embargo, no existen pruebas fehacientes que demuestren esta relación.

Tampoco han faltado los insultos machistas y homófobos. En 2015, después de que el jugador del Betis Rubén Castro fuera acusado de violencia machista —finalmente un juez le absolvió—, los seguidores de su equipo elogiaron sus supuestos ataques a su expareja mientras cantaban: “Rubén Castro, alé, no fue tu culpa, era una puta, lo hiciste bien”. José María Gutiérrez, Guti, tuvo que soportar el constante cántico de “Guti, Guti, Guti, maricón”. Y en el reciente encuentro entre el Atlético de Madrid y el Barça, los aficionados rojiblancos entonaron un “Griezmann muérete” contra el deportista que en las temporadas anteriores estuvo bajo las órdenes de Diego Pablo Simeone.

Entonces, ¿por qué se suspendió el partido entre el Rayo Vallecano y el Albacete mientras que otros, en los que se escucharon algunos de los insultos descritos, continuaron?

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Lo que dice el reglamento de la UEFA

El comité ejecutivo de la UEFA acordó en 2013 modificar su reglamento disciplinario con el fin de aumentar las penas para “combatir las conductas racistas dentro del fútbol” y estableció sanciones específicas para quienes en un partido de fútbol “insulten la dignidad humana de una persona o grupo de personas por cualquier motivo, incluido el color de piel, raza, religión, origen étnico, género u orientación sexual”.

En concreto, el artículo 14 determina que si los ofensores son miembros del club, jugadores o cualquier persona que trabaje para la UEFA, serán sancionados con “una suspensión que dure al menos 10 partidos o un período de tiempo especificado, o cualquier otra sanción apropiada”. Si los agravios proceden de la afición, “la asociación o club responsable será castigada con un mínimo de cierre parcial del estadio”.

En el caso de que en el mismo partido se repitan los insultos que atentan contra la dignidad de las personas, la UEFA prevé sanciones mayores: “Una segunda ofensa será castigada con un partido a puerta cerrada y una multa de 50.000 euros”, mientras que los oprobios sucesivos, con “más de un partido a puerta cerrada, el cierre del estadio, la pérdida de un encuentro, la pérdida de puntos y/o la descalificación de la competición”. La normativa también introdujo la posibilidad de que un árbitro pueda “suspender un partido por una conducta racista y/o discriminatoria”, en cuyo caso, el encuentro “se puede declarar perdido”.

¿Se ha aplicado este código disciplinario?

La UEFA sí ha aplicado su código disciplinario para combatir el racismo, si bien nunca un árbitro en España había tomado la decisión de suspender un partido. Uno de los casos españoles más conocidos fue la sanción que en 2014 la institución impuso al Real Madrid, al que castigó con el cierre parcial de una de las gradas del Santiago Bernabéu en un partido europeo, después de que un grupo de aficionados exhibiera una bandera nazi. Fuera de España, las sanciones han sido más frecuentes. Por ejemplo, el pasado octubre, la institución obligó a la Lazio a cerrar cuatro secciones de la curva norte de su Estadio Olímpico por el “comportamiento racista” de sus aficionados durante un encuentro contra el Rennes.

¿Por qué se suspendió entonces el Rayo-Albacete?

Durante la primera parte del encuentro, el árbitro José Antonio López Toca, detuvo el juego en dos ocasiones al escuchar los cánticos contra Zozulya, al mismo tiempo que se pidió por megafonía que cesaran los insultos. Una vez concluida la primera parte, cuando los jugadores del Albacete se dirigían a los vestuarios, el colegiado les dijo que hicieran lo que creyeran “necesario”. Después del descanso, con el marcador 0 a 0 y con el acuerdo de los clubes, el árbitro tomó la decisión de suspender el partido. Según figura en el acta, el colegiado ofreció jugar la segunda parte a puerta cerrada, pero se descartó esa opción porque según “la Coordinadora de Seguridad del Estadio”, no se podía “garantizar la seguridad” y tras "agotar todas las posibilidades de continuar el encuentro” el árbitro decidió suspenderlo.

Es decir, si no se han suspendido otros partidos de fútbol en los que la proliferación de insultos machistas, racistas u homófobos hubiera justificado la medida es porque un árbitro no tomo una decisión similar.

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Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.

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