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Carlos de Inglaterra contra Andrés: de cómo el heredero salió reforzado de la lucha con su hermano díscolo

El hijo mayor de Isabel II ha estado detrás de la retirada del duque de York, en una actuación que pone de relieve las tensas relaciones entre los príncipes

Los príncipes Andrés (izquierda) y Carlos, en junio de 2015.
Los príncipes Andrés (izquierda) y Carlos, en junio de 2015.GTRESONLINE
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La caída en desgracia de Andrés de Inglaterra ha salpicado a toda la familia real británica. Aunque su intención era cortar de raíz cualquier implicación de los Windsor con el magnate Jeffrey Epstein —que se suicidó en la cárcel el pasado verano cuando cumplía pena por delitos de explotación y tráfico sexual—, los primeros días han generado titulares y sacado a la luz controversias. Una de ellas y principal es la que muestra la frialdad entre Andrés y su hermano mayor, el príncipe Carlos. Porque precisamente el heredero al trono ha sido el instigador de que el tercer hijo de Isabel II quede apartado de la vida pública. Algo que ha hecho que la imagen de Carlos salga fortalecida en lo institucional.

Según da a conocer la prensa británica, Carlos de Inglaterra ha tenido un papel fundamental a la hora de apartar a su hermano de la vida pública, algo que se dio a conocer en un comunicado de palacio el pasado día 20. Después de una entrevista concedida en la BBC que le dejó en un pésimo lugar, Andrés ha perdido el apoyo de 23 organizaciones, entre ellas la Real Filarmónica y el Ballet Nacional Británico. Mantiene afiliaciones militares —tras su paso por la guerra de las Malvinas tuvo un cierto papel en el Ejército— pero ya no participará en sus actos.

Las diferencias entre Andrés y Carlos vienen de lejos, tan lejos como su infancia. Para empezar, los hijos de Isabel nacieron en dos épocas muy distintas: Carlos y Ana en 1948 y 1950, respectivamente; y Andrés y Eduardo más de una década después, en 1960 y 1964. Ambos se criaron en décadas diferentes y prácticamente con madres diferentes: Isabel II fue más dura, firme y fría con sus primeros hijos (especialmente con su heredero), mientras que con los segundos fue más cercana, más cálida. Algo que diferenció sus crianzas y sus formas de ver el mundo y a la familia. Además, como ha dicho más de un experto, Andrés se convirtió pronto en el favorito de su madre. Un favoritismo que ha demostrado este fin de semana: pese a apartarle de sus labores, no ha dudado en salir a montar a caballo con él y, sobre todo, en dejarse ver. En 1996 un biógrafo real llamado Ben Pimlott aseguraba: "Fue una madre menos natural con Carlos y Ana, y mucho más amorosa con Andrés y Eduardo". 

En su edad adulta, Carlos ha podido reprocharle a su hermano su incapacidad para elegir bien sus tareas, sus amistades (ya sea con Epstein o con el presidente de Kazajistán) y hasta sus romances. A mediados de los ochenta salió con Koo Stark, una fotógrafa y actriz porno que le hizo ganarse el apelativo de Randy Andy, algo así como Andrés el Cachondo. Luego llegó su matrimonio con Sarah Ferguson, que también acabó de forma escandalosa y con quien conserva una estrecha y cuestionada amistad.

Carlos y Camila, Isabel II, Guillermo y Kate Middleton y el príncipe Enrique, en el Jubileo de diamante de la reina, en junio de 2012.
Carlos y Camila, Isabel II, Guillermo y Kate Middleton y el príncipe Enrique, en el Jubileo de diamante de la reina, en junio de 2012.Paul Cunningham (Getty Images)

Un documental emitido a principios de año por Channel Five también dejaba ver las desavenencias entre los hermanos. "Durante buena parte de su vida, Andrés fue el repuesto [de Carlos] y fue alguien muy importante", relataba en el mismo Richard Kay, experto en la casa real británica. "Era el número dos, el segundo hijo varón de la reina y, si a Carlos le pasaba algo, era Andrés quien se haría cargo". Pero Kay también explicaba que Carlos le había confesado: "El problema con mi hermano Andrés es que quiere ser igual que yo".

En los últimos años Carlos quiere marcar territorio, empezando a dejar fuera del círculo más exclusivo de la Corona a sus hermanos y, por supuesto, a sus sobrinos. Uno de los gestos que dejaron ver la división entre hermanos fue el Jubileo de 2012. Isabel II cumplía 50 años en el trono y Carlos quiso demostrar quién sería el siguiente en ocuparlo. Por eso no permitió que sus hermanos estuvieran en el balcón del palacio de Buckingham durante el saludo real. Solo Isabel II, Carlos y Camila, Guillermo y Kate (casados un año antes y cuya irrupción como pareja hizo casi invisible al resto de la familia) y un entonces soltero Enrique salieron a saludar a la multitud. Como explicaba al Daily Beast hace un año el historiador Robert Lacey, consultor de la serie The Crown: "Carlos está dejando muy claro que ve un rol público mínimo para sus hermanos y ninguno en absoluto para los hijos de ellos". 

Tanto que uno de los últimos feos que le hizo fue a través de Camilla. La esposa de Carlos no acudió a la boda de Eugenia, la hija de Andrés, en octubre del año pasado. Dijo, simplemente, que tenía invitados en su casa de Escocia: hasta la excusa era mala. Carlos lleva tiempo haciendo de menos a Eugenia y Beatriz de York: Andrés pretende que sus hijas tengan un empleo a costa del erario público, mientras que su hermano lleva años frenando esa idea.

La princesa Eugenia con su padre, el príncipe Andrés, en su boda, el 12 de octubre de 2019.
La princesa Eugenia con su padre, el príncipe Andrés, en su boda, el 12 de octubre de 2019.Adrian Dennis (REUTERS)

Unos meses después de aquella boda, su poca conexión se hacía evidente en la fiesta por el 50º aniversario del nombramiento oficial de Carlos como príncipe de Gales. Tuvo lugar en marzo. Eduardo tenía que trabajar y Ana acudió, pero no Andrés. Ahí ni siquiera hubo excusa. Lo que se desconoce es si el tercero de los hermanos no asistió por decisión propia o si ni siquiera estaba invitado.

Según ha explicado un amigo de la familia a The Daily Beast, "las rabietas de Carlos son bien conocidas. Debe estar terriblemente furioso con todo esto". De ahí que incluso algunos medios apunten a que, cuando llegue al trono, despoje a su hermano de sus títulos —aunque no parece probable que del de Alteza Real— y le retire sus privilegios. "Carlos no quiere heredar una corona rota, arañada y hundida por los escándalos", explica al mismo medio Christopher Andersen, autor de varios libros sobre la monarquía británica. "Una vez convertido en rey, le quitará todos sus privilegios, tareas y responsabilidades y le pondrá bajo el equivalente de la realeza al arresto domiciliario, en la que su libertad para perseguir sus apetencias personales se verá significativamente limitada".

Carlos está a punto de volver a Inglaterra tras su gira por Nueva Zelanda, que se ha visto empañada por este escándalo. En su tour, sonriente y cercano, no ha querido responder a las preguntas de los periodistas sobre Andrés. No sólo es una cuestión de Carlos: también su hijo Guillermo, segundo en la línea de sucesión al trono, le ha pedido a la reina que actuara y se está implicando cada vez más a fondo en las decisiones que afectan a la institución que heredará.

Como relatan algunos tabloides que citan a fuentes de palacio, "la reina le ha dicho a Andrés que cuenta con su apoyo, pero que su hermano Carlos tendrá unas duras palabras con él cuando llegue a casa". "Carlos le va a exigir saber cómo diablos ha podido dejar que esto suceda, quién le ha asesorado y por qué no se le consultó acerca de la entrevista", aseguran conocedores el caso. El amor de su madre está ahí, pero el de su hermano no es, ni de lejos, igual de incondicional.

Ana y Eduardo: los hermanos trabajadores

La única mujer y el menor de los hijos de Isabel II son respetados por el pueblo y también desde dentro de la institución porque, básicamente, trabajan.

Ana es discreta y sus hijos, que la han hecho abuela, también lo son. Pese a que fue uno de los primeros miembros de la familia real británica en divorciarse (en 1992, de su primer marido, el capitán Mark Phillips), el escándalo fue limitado y se acotó a base de trabajo y más trabajo. Llegó a competir en los Juegos de Montreal de 1976. Bajo el título de princesa real, preside más de 300 asociaciones y tiene más de 500 actos al año.

Eduardo, el benjamín, explota la misma vena. Está especialmente implicado con las causas de la Fundación Duque de Edimburgo, título que previsiblemente herederá cuando muera su padre, y fue por esas tareas por las que se perdió la fiesta del 50º aniversario de Carlos de Inglaterra como príncipe de Gales. Además de trabajador y discreto, cuenta con el apoyo de su esposa, Sophie, que poco a poco se ha convertido en la que, dicen, es la nuera favorita de Isabel II.

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