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Extinction Rebellion o la ‘cifra mágica’ del 3,5% contra la emergencia climática

El movimiento ecologista aspira a que la desobediencia civil por el planeta sea masiva

La réplica de una casa flota en el Támesis como protesta por el clima de Extinction Rebellion este 10 de noviembre.
La réplica de una casa flota en el Támesis como protesta por el clima de Extinction Rebellion este 10 de noviembre.GUY REECE (REUTERS)
Raquel Seco
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Extinction Rebellion (ER en español, XR en inglés) es uno de los movimientos que recurren a la desobediencia civil como herramienta de cambio. La organización, nacida en el Reino Unido en 2018 —cuando los expertos de Naciones Unidas advirtieron de que era urgente una transformación sin precedentes para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados—, considera que las herramientas convencionales de movilización (donaciones, recogidas de firmas, manifestaciones autorizadas…) no funcionan. Vivimos, sostienen, una emergencia climática que no encuentra respuestas serias de los organismos públicos, y las movilizaciones tradicionales (donaciones económicas, recogidas de firmas, manifestaciones autorizadas…) no funcionan.

A diferencia de organizaciones veteranas como Greenpeace, que lleva a cabo acciones lideradas por grupos pequeños muy especializados, ER aspira a ser un verdadero movimiento de masas, señala por correo electrónico Rupert Read, activista medioambiental, miembro de ER y profesor de Filosofía en la Universidad de East Anglia (Reino Unido). Se centra para ello en el principio del 3,5%, una especie de cifra mágica que determina si una movilización pacífica tendrá éxito, según un popular estudio de la politóloga de Harvard Erica Chenoweth. Si al menos ese porcentaje de la población participa activamente en la protesta, tiene posibilidades reales de conseguir cambios políticos.

“¿Cómo puede un Gobierno ser legítimo cuando nos conduce hacia un acantilado?”, se pregunta el filósofo Rupert Read 
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El pasado mes de abril, Extinction Rebellion consiguió paralizar el centro de Londres durante varios días. Más de mil activistas fueron detenidos, muchos de ellos por primera vez en sus vidas. Pero las detenciones formaban parte del plan. El formulario que uno debe rellenar si pretende unirse a ER en España pregunta, por ejemplo: “¿Aceptas participar en acciones que te exponen a una sanción (multa) según la Ley de Seguridad Ciudadana (ley mordaza)? ¿Aceptas participar en acciones que te exponen a una sanción (multa o cárcel) según el Código Penal (que implicaría antecedentes penales)?”.

En circunstancias normales, sostiene Read, la mayoría de la gente preferiría no incumplir la ley. Pero la situación exige medidas radicales. “Ahora las vidas de nuestros hijos están en peligro. ¿Cómo puede un Gobierno ser legítimo cuando conduce a sus ciudadanos hacia un acantilado?”, se pregunta. Por eso, ER pretende poner a las autoridades ante un dilema con sus acciones de desobediencia civil a gran escala. “El Gobierno puede permitirnos romper la ley o puede optar por reprimirnos, lo que resulta complicado (porque somos muchos) y porque además nos ayuda a cosechar simpatizantes”, subraya.

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Sobre la firma

Raquel Seco
Periodista en EL PAÍS desde 2011, trabaja en la sección sobre derechos humanos y desarrollo sostenible Planeta Futuro. Antes editó en el suplemento IDEAS, coordinó el equipo de redes sociales del diario y la redacción 'online' de Brasil y trabajó en la redacción de México.

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