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Un congreso para gobernar bien a la mitad del mundo

La red de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos celebra en Durban (Sudáfrica) un gran encuentro para reivindicar las urbes como principal escenario de desarrollo. Ada Colau aspira a presidirla

Joshua Rawson-Harris (Unsplash)
Alejandra Agudo
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Con 37 millones de habitantes, Tokio es la ciudad más poblada del mundo. Casi tantas almas como en toda Canadá y más del doble que en Ecuador. El caso de la mega urbe japonesa es extremo, pero el protagonismo demográfico de las ciudades es cada vez mayor: son el hogar del 55% de los seres humanos e irá a más. Según la ONU, en 2050 el 68% de la población residirá en entornos urbanos. Con más gente se incrementan los problemas de movilidad, seguridad, contaminación, desigualdad, acceso a vivienda... Los encargados de gestionar y resolver estas cuestiones se reúnen esta semana en Durban (Sudáfrica) en la Cumbre Mundial de Líderes Locales y Regionales, organizada por la red global Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU).

"Las ciudades están llamadas a ser el actor político de este siglo XXI. Como lo fueron los Estados en el siglo XX", sentencia Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, copresidenta de la CGLU y aspirante a asumir el mando de esta organización que aglutina a más de 250.000 localidades, metrópolis y regiones, que representan a 5.000 millones de personas, según sus datos. Su candidatura compite con otras tres. De imponerse en la votación del próximo viernes, sería la primera vez que una mujer alcanza la máxima responsabilidad del mayor movimiento municipalista del mundo.

Las ciudades están llamadas a ser el actor político de este siglo XXI. Como lo fueron los Estados en el siglo XX Ada Colau, alcaldesa de Barcelona

En opinión de Colau, los grandes retos de la humanidad como la crisis climática, la desigualdad y la desafección política se sufren y combaten sobre todo en las urbes.  "Pero nos encontramos que las agendas internacionales, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), las marcan los Estados a través de Naciones Unidas", anota por teléfono justo antes de desplazarse a la ciudad sudafricana. "Las ciudades tenemos que tener un papel cada vez más activo en esas agendas. No somos simplemente espectadoras, tampoco se trata solo de que se escuche nuestra voz, sino que tenemos que ser actores y protagonistas del cambio", explica. Para ello, es necesario que los gobiernos locales dispongan de más presupuesto y competencias para legislar, reclama. 

"Nos hemos dado cuenta de que la vida urbana y comunitaria tiene enormes similitudes en todos los continentes, sin importar la cultura o las creencias. Las problemáticas que nos aquejan son similares y, por tanto, las soluciones que en uno y otro lugar se apliquen, pueden ser exitosas en el contexto global", analiza Aníbal Gaviria, presidente de Cities Alliance y gobernador de Antioquia (Colombia). De tal modo, continúa el dirigente, las ciudades no solo tienen que ser escuchadas desde el ámbito estatal e internacional, sino también "escucharse entre sí" para entender fenómenos que apenas asoman a sus territorios o para incorporar iniciativas de otros que pueden ser exitosas en el propio.

No se trata, matiza Emilia Sáiz, secretaria general de CGLU, de "homogeneizar" a las ciudades el Norte y el Sur globales. "Pero sí hacer énfasis en lo que nos une, para aprender las unas de las otras mediante una cooperación verdaderamente descentralizada y entre pares", añade.

La vida urbana y comunitaria tiene enormes similitudes en todos los continentes, sin importar la cultura o las creencias Aníbal Gaviria, presidente de Cities Alliance

Tales retos comunes están resumidos en el ODS número 11, relativo específicamente a las urbes, y en la detallada Nueva Agenda Urbana. "Las ciudades sufren algunos de los efectos más devastadores del mundo en que vivimos, pero que raramente son por acción nuestra: las emisiones suceden en las ciudades, pero en muchos países no pueden decidir sobre ellas, más allá del tráfico urbano. Los desahucios suceden en las ciudades, pero difícilmente pueden, muchas de ellas, limitar los efectos de las burbujas y las crisis inmobiliarias", expone Emilia Sáiz, secretaria general de CGLU.

En este sentido, Colau recuerda que en España se lleva años pidiendo poder regular el precio del alquiler "poniendo precios máximos para que no haya subidas abusivas que expulsan a la población de la ciudad". La medida no compete, sin embargo, a los gobiernos locales y no ha salido adelante en el parlamento nacional. "El tema de la especulación es común. Aunque en ciudades africanas y latinoamericanas tiene que ver más con la tierra, es lo mismo: grandes empresas, fondos que no tienen cara ni sede, compran sin ningún control terrenos o bloques de viviendas y acaban desplazando a la población", profundiza.

Más allá de poner en común estas problemáticas, ya de sobra conocidas y documentadas, CGLU ha planteado en esta edición la necesidad de que las autoridades locales escuchen a la ciudadanía. No solo para conocer sus preocupaciones, sino también sus propuestas. "Supone asumir que no solo buscamos un lugar en la mesa, sino que estamos dispuestas a ofrecer una plataforma para todos los actores, la sociedad civil, el sector privado y otros, para llevar a cabo de manera conjunta nuevos modelos de desarrollo y convivencia", apunta Sáiz.

Los desahucios suceden en las ciudades, pero difícilmente pueden, muchas de ellas, limitar los efectos de las burbujas y las crisis inmobiliarias Emilia Sáiz, secretaria general de CGLU

La confianza en las instituciones se ha erosionado y la cohesión social es frágil. Ambas realidades se manifiestan claramente en las calles, a veces con manifestaciones pacíficas y otras mediante protestas violentas. Es el momento, dice Gaviria, de poner el oído. "Las ciudades deben escuchar a la sociedad civil para saber y entender lo que el ciudadano piensa y siente, de modo que no se repitan situaciones como las que estamos viendo en Chile, donde los gobernantes pensaban, basados en indicadores estadísticos, que todo estaba bien, cuando en lo profundo de la sociedad, en las comunidades, en los barrios, lo que había era una acumulación de insatisfacciones que terminaron por rebosarse".

Congresos como el que se celebra en Durban "no son una mera confraternización de un colectivo", remarca Sáiz en este sentido, "sino un proceso de intercambio que inspira y promociona políticas que influyen en nuestros servicios públicos". Para Colau, esta cuestión de la participación ciudadana es clave. "Tenemos que mejorar nuestra democracia, que es sin duda el mejor de los sistemas, pero es mejorable. Y en un mundo global, se pone en cuestión cuando se instala y se amplifica la desigualdad. Eso genera desafección. Cada vez hay más distancia entre los Estados y la ciudadanía", anota Colau.

Pero, para la alcaldesa de Barcelona, las ciudades no son el problema aunque sean el escenario de la mayoría de los grandes males del planeta, sino la solución: "Somos la administración más cercana, la de la vida cotidiana, la que escucha a la gente a pie de calle". Un espacio en el que es posible reconectar con la ciudadanía, continúa. Coincide Gaviria: "Es en las ciudades donde primero se manifiestan problemáticas como el déficit de vivienda, las migraciones, el desempleo, la contaminación ambiental. También es donde surgen las ideas para contrarrestar estos problemas". 

Muchas de esas ideas, experiencias e innovaciones se conocerán esta semana en la gran cumbre de gobiernos locales. La mayoría no solo requieren de capacidad de escucha y voluntad política para su implementación, sino de compromiso ciudadano. ¿Está abierta la sociedad a cumplir su papel, aparcar el coche, reciclar su basura, consumir de forma sostenible...? "No solo creo que están preparados para asumir su responsabilidad, sino que estoy convencida de que son quienes nos empujan a promover estos cambios de hábitos", responde rotunda Sáiz. 

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Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM

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