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Columna
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¡Resánchez!

A las ocho llegaron las encuestas y eran coincidentes. Habíamos salido de Guatemala y llegado a 'Guatepeor', decían

Albert Rivera durante la comparecencia en la que anunció su dimisión.
Albert Rivera durante la comparecencia en la que anunció su dimisión.REUTERS

Mientras esperaba para votar en el colegio de mi barrio, en Madrid, observé que a muchos se nos había puesto cara de urna. Tanto varones como hembras lucíamos la cabeza en forma de caja y la boca como una ranura bajo la nariz. Era la cuarta o la quinta o la decimosexta vez que acudíamos con nuestro DNI por sombrero. Eso sí, mejor tener cara de urna, que cara de barretina, de chapela, de fallera, de gaita o de talayot. Hay que ver cómo progresa el nacionalismo en este país que nunca, ¿verdad?, había sido nacionalista.

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Por la tarde no se sabía nada, los diarios y las teles insistían en sus emocionantes planos y fotos de monjitas votando, pero sabíamos ya que la participación había caído un 4%. ¿Es eso mucho, es poco? No lo sabríamos hasta la noche. ¿Quién se había hartado definitivamente? ¿La derecha de misa y peineta, la de los negocios, los liberales, los sociales, los peronistas, los chavistas, los golpistas? El cansado era el tapado. A las ocho llegaron las encuestas y eran coincidentes. Habíamos salido de Guatemala y llegado a Guatepeor, decían. No había manera de formar una mayoría absoluta sin adoptar a un Puigdemont o a un Otegi. Como es natural, los candidatos, en sus sedes, empezaban las preces, rogativas y rosarios para que, en el recuento, les mejorara un poco la carita. Sin embargo, todo podía empeorar.

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Y empeoró. Resulta, mira tú qué gracia, que quienes se habían abstenido eran los míos, los de Ciudadanos. Que Sánchez perdía 3 escaños, Pablo 7 y Rivera 50. Era de suponer que los perdedores presentarían su dimisión, pero solo Rivera lo hizo. Ni Tezanos. Todos se agarran al sueldo, al Falcon, al chófer, al sillón y a la más firme incompetencia como si fueran prebostes de Franco. Tendremos que dimitir nosotros.

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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