_
_
_
_
_
EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Basta de Sinatra en los funerales

La muerte nos equipara a todos, pero la reacción ante lo inexorable muestra las diferencias culturales

Ricardo de Querol
Frank Sinatra, en una fotografía tomada en Los Ángeles en 1954.
Frank Sinatra, en una fotografía tomada en Los Ángeles en 1954.Getty

En la iglesia anglicana de St Georges, en Madrid, la comunidad británica en España despedía hace unos años a uno de sus miembros más queridos. Por el púlpito desfilaron compañeros y amigos de la difunta contando graciosas anécdotas sobre su vida. Alguna despertó risas. Luego, en una sala contigua, se sirvieron canapés y se brindó por su memoria con copas de cava con zumo de naranja (el llamado cóctel mimosa o agua de Valencia). Se respiraba emoción. No vi a nadie llorar.

La muerte nos equipara a todos, pero la reacción ante lo inexorable muestra las diferencias culturales. El pasado junio, cuando se enterraba a Dr. John, uno de los músicos más singulares de Nueva Orleans, una multitud desfiló por la ciudad con trompetas y percusión, cantando y bailando. Es una tradición que se remonta al menos un siglo atrás y está en el origen del jazz.

No todos quieren eso. El obispo de Huesca, Julián Ruiz, ha decretado que se eviten en su diócesis los discursos de allegados en los funerales, así como la interpretación de “música o cantos que no sean los adecuados”. “Hay funerales en los que se ha llegado a hablar de lo ricas que estaban las natillas de la abuela”, dijo a este diario el arcipreste Francisco Raya. “En algunos entierros se ha terminado con un aplauso, con un rock de Guns N’Roses o una canción de Frank Sinatra”. En efecto, entre las canciones más elegidas para exequias, además de piezas clásicas de Bach o Pachelbel, figura My Way, de La Voz; Always on My Mind, de Elvis, o Imagine, de Lennon, que dice: “Imagina que no hay religiones”. Lo más irreverente que puede sonar, no sé si habrá pasado en Huesca, es Always Look on the Bright Side of Life, de la película La vida de Brian.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

En la España de hace un siglo, mientras la comunidad negra de Nueva Orleans creaba un estilo musical en torno a los entierros, aún existían las plañideras, mujeres a las que se pagaba para que lloraran al difunto. Su tiempo terminó. Pero la austera y conservadora sociedad que no conocieron los mileniales seguía llena de viudas de luto riguroso. La norma decía que debían vestir de negro al menos dos años; los hijos, un año. Después, otro año de medio luto permitía ir añadiendo algún color.

Hay muchas formas de honrar a los muertos: el culto a los antepasados es de los más antiguos vestigios de civilización. No pongo ningún pero al funeral anglicano, salvo que prefiero el cava sin naranja.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_