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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado
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Viena sentó precedente al introducir el transporte público a un euro al día

La capital austríaca ha conseguido que sólo el 25% de los vieneses use el coche privado.

Tram en Viena, 2013
Tram en Viena, 2013Gugerell (Wikimedia Commons)
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En 2012, la capital austríaca se planteó una medida revolucionaria que transformaría la ciudad: reducir el abono anual del transporte público a 365 euros, es decir, a tan solo un euro al día. Desde que esta medida se puso en vigor en 2013, las tarifas del transporte público en Viena se han mantenido estáticas y por el momento, no hay planes de incrementarlas.

Pero, ¿cómo se pudo implementar esta medida? Para poder reducir los costes del transporte público, las multas por aparcamiento en la capital aumentaron un 60 % y se estableció un impuesto adicional a todos los empresarios (que supone dos euros al mes por cada empleado contratado). Además, se debe tener en cuenta que la compañía austríaca de transporte, Wiener Linien, recibe 700 millones de euros anuales en ayudas tanto del gobierno municipal como nacional.

Desde su implementación, las cifras han sido muy positivas pues el número de abonos anuales vendidos en la capital creció de 303.000 en 2005 a 373.000 en 2012; pero el año pasado, el número de personas que adquirieron un billete anual superó la cifra de 822.000. Además, el número de pasajeros que viaja en transporte público en Viena también ha aumentado: de 875 millones en 2012 a 961 millones en 2017.

Este sistema de transporte público consiste en una densa constelación de tranvías, autobuses, trenes y vagones de metro, y es considerado como uno de los mejores sistemas de transporte público del mundo. Desplazarse por la ciudad en transporte público es fácil, con conexiones e intercambios cortos entre estaciones, bien conectado y con una frecuencia regular de buses y trenes. Y, además, el billete anual es relativamente barato si lo comparamos con ciudades como Londres, por ejemplo, donde el abono anual (zonas 1 a 4) es de 2020 libras, unos 2245 euros.

En la actualidad, muchas ciudades europeas ya están implementando políticas públicas y estrategias para cumplir con los objetivos fundamentales del marco de clima y energía para 2030. Entre estos objetivos está la reducción de al menos 40 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (en relación con los niveles de 1990), impulsar al menos un 27 % de cuota de energías renovables, y mejorar al menos un 27 % de la eficiencia energética.

Muchas ciudades alemanas han querido seguir el ejemplo vienés de transporte público y se están planeando nuevas maneras de reducir la polución del aire para alcanzar los objetivos europeos marcados. De hecho, ya el activista berlinés Heinrich Strößenreuther, fundador de The Clever Cities Initiative y Smart-City-Agency lanzó una campaña similar al modelo implementado en Viena para reducir el precio del transporte público de Berlín a un euro al día para tener un aire limpio, unas políticas públicas para el clima efectivas, y a la vez, reducir el tráfico en la ciudad. Esta petición ya la han firmado más de 33.000 personas y reclama que el gobierno podría financiar parte de la iniciativa reasignando los recursos de los subsidios al diésel. Hace pocos días, Michael Müller –alcalde de Berlín– mencionó que estaba considerando bajar el precio anual del transporte público a 365 euros para reducir la contaminación atmosférica de la capital, tal y como lo hizo Viena hace casi siete años.

Actualmente, el coste anual para el S-Bahn, U-Bahn, autobús y el tranvía en Berlín varía entre 730 y 760 euros (dependiendo del método de pago), y esta medida supondría reducir el precio del billete casi a la mitad. Estos precios podrían ser comparables a ciudades como Barcelona, donde el precio trimestral del billete de transporte público integrado roza casi los 200 euros para los residentes en zona 2 (es decir, 800 euros anuales).

Y es que, es necesario comprender que, para mejorar la movilidad y la accesibilidad urbana en ciudades como Barcelona o Berlín, es vital tener una visión metropolitana del conjunto. Son precisamente los habitantes de la periferia los que utilizan a diario el vehículo privado para acceder a la ciudad ya que las conexiones y la frecuencia de autobuses, metros y trenes siguen siendo deficientes y poco económicos. Quizá la mirada debe posicionarse en lo que sucede en los límites metropolitanos y no tan solo en lo que ocurre en los centros urbanos...

La bajada de precios del abono anual a un euro al día ha funcionado en Viena, donde esta medida ha tenido un amplio respaldo tanto político como comunitario de manera prolongada. Cabe destacar que esta medida será efectiva y solo tendrá sentido si hay una doble voluntad, tanto ciudadana como política. Es totalmente necesario desprenderse de la dependencia del vehículo privado y acostumbrarse a viajar en transporte público. Pero, a la vez, esta medida tiene que venir acompañada de una voluntad política de mejorar y expandir vías y recorridos, crear nuevas conexiones, instalaciones y servicios de transporte –más allá de las demarcaciones administrativas del territorio–, así como adquirir nuevos trenes para que haya mayor frecuencia.

Las ciudades alemanas de Bonn, Essen, Herrenberg, Mannheim y Reutlingen ya han empezado a introducir medidas municipales para promover el uso del transporte público y reducir su tarifa anual;  medidas en las que el gobierno nacional ha subsidiado con más de 120 millones de euros para ayudar a cubrir el déficit. Y, Berlín parece que seguirá el mismo camino.

Si se implementara el sistema vienés en nuestras ciudades, ¿estaríamos dispuestos a desprendernos del coche privado para utilizar el transporte público?

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