_
_
_
_
_

El análisis forense aclara un asesinato del Paleolítico

Un cráneo de hace 33.000 años hallado en Transilvania atestigua la violencia entre los antiguos humanos

El lado derecho de la calavera, con una gran fractura por hundimiento.
El lado derecho de la calavera, con una gran fractura por hundimiento.Kranoti et al.
Miguel Ángel Criado

En plena Segunda Guerra Mundial, un grupo de mineros rumanos encontró en una cueva de Transilvania una calavera humana. Años más tarde pudo determinarse que tenía unos 33.000 años de antigüedad y que pertenecía a un hombre adulto. Desde su descubrimiento, ha intrigado a los paleoantropólogos. Una de las causas de esa intriga son dos fracturas en la parte superior del cráneo. Aunque muchos lo zanjaron diciendo que eran producto de la acción del tiempo sobre el fósil, un grupo de forenses de la antigüedad ha determinado ahora que fueron provocadas en vida por dos fuertes golpes en la cabeza que le provocaron la muerte. Se trataría de uno de los asesinatos entre humanos modernos más antiguos.

"El hombre sufrió dos fracturas en el cráneo, una lineal y otra fractura con hundimiento que, según las pruebas forenses, se produjeron alrededor del momento de la muerte del individuo", describe la antropóloga forense de la Universidad de Creta (Grecia) y coautora del artículo publicado en la revista PLoS ONE, Elena Kranioti. Tanto la primera lesión, en el hueso occipital en la base posterior del cráneo, como la segunda, en el hueso parietal derecho, no muestran signo de cicatrización como fusiones o callos óseos. Esto supone que no tuvieron tiempo de curarse, lo que solo puede indicar una de dos: o se produjeron en su proceso de fosilización o alrededor de la muerte. Lesiones perimortem, en la jerga forense.

Para saber si fue antes o después, las investigadoras analizaron con mucho detalle las imágenes por tomografía computerizada (TAC) del cráneo de Cioclovina (por la cueva donde fue encontrado) desde todos los ángulos posibles. En vida, los huesos, en especial los del cráneo, tienen una relativa elasticidad que pierden al poco de que su dueño haya muerto. Además, los efectos de cada tipo de impacto dependen de muchos factores intrínsecos (morfología y grosor del hueso, posición del cuerpo en el momento del golpe, presencia de lesiones anteriores...) y extrínsecos (velocidad del impacto, altura en caso de una caída, forma y composición del objeto...).

La calavera tiene dos fracturas provocadas probablemente por dos golpes consecutivos con un palo

Vistas en el TAC, las lesiones dieron muchas pistas. La fractura por hundimiento presenta pequeños trocitos de hueso astillados aún sujetos al resto del hueso. Además, tiene una línea de fractura muy determinada, expandiéndose de forma concéntrica. Mientras, el golpe en la base posterior del cráneo afecta al foramen magnum, una especie de agujero por el que bajan todas las conexiones nerviosas al resto del cuerpo, y la fractura sigue hasta el esfenoides, que está en lo más profundo de la cara, que aparece como deformado. Lesiones así solo podían ser perimortem. "En una rotura postmortem faltarían marcas de deformación plástica y estaría quebrado en ángulos rectos irregulares", apunta Kranioti.

Ahora tenían que determinar la causa de los golpes y si fueron los que mataron al dueño del cráneo. Para ello, las investigadoras usaron una decena de esferas hechas con hueso artificial y rellenas de una gelatina especial que se usa en los ensayos balísticos a modo de cerebro. Les hicieron de todo: las tiraron desde tres y 10 metros, las golpearon con una piedra y con un palo una o dos veces y apoyadas contra una superficie o sujetas. Las únicas fracturas que encajan con las de la calavera de Transilvania son las que fueron provocadas por el palo en dos sucesivos golpes, según publican en PLoS ONE.

El análisis forense apunta a que el ataque se produjo de frente y que el autor de los golpes debía ser zurdo o usó las dos manos para sostener el palo, que debía tener forma redondeada. El cuadro se podría resumir en una muerte por traumatismo craneal por fuerza bruta. Revisando la bibliografía sobre fracturas provocadas por palos y objetos similares, las científicas encontraron una macabra coincidencia. En 2006, forenses del ejército de EE UU que estudiaban cadáveres de prisioneros de los jemeres rojos en Camboya comprobaron que muchos de ellos presentaban lesiones en el cráneo provocadas por golpes. Durante los cuatro años que duró su terror, en los años setenta, el Jemer Rojo solía ajusticiar a palazos en la cabeza. La lesión más habitual es como la fractura lineal que presenta el cráneo de Cioclovina, que viene del Paleolítico, hace 33.000 años.

Una de las lesiones, en la base del cráneo, recuerda a las provocadas por el ajusticiamiento a palos de los jemeres rojos

El de Cioclovina no es el primer asesinato de la historia humana, pero es relevante porque muestra la continuidad de la violencia entre los actuales humanos y los que les precedieron. En 2015 investigadores españoles publicaban el análisis del que podría ser, esta vez sí, el primer asesinato del que se tiene constancia en el registro fósil. Se trata del caso del cráneo 17, hallado en la Sima de los Huesos, en el yacimiento de Atapuerca, en Burgos. Allí, entre otros muchos restos humanos acumulados, se encontró esta calavera de hace 430.000 años que muestra dos agujeros a la altura de la frente. El objeto con el que los hicieron debió de llegar hasta el cerebro.

"Debieron de ser dos golpes muy seguidos, quizá en el pico", comenta el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, coautor del descubrimiento del cráneo 17 y que no ha intervenido en el análisis forense del cráneo de Cioclovina. Arsuaga aclara que no es fácil determinar el grado de violencia entre los diversos homininos porque no hay muchas fracturas entre los fósiles. "Pero ya en Atapuerca tenemos ejemplos de canibalismo de hace 800.000 años, canibalismo después de homicidio". comenta. Lo que sí cree, apoyado en los datos, es que la violencia en el Paleolítico tendía ser del grupo hacia el individuo, hacia el que se desviaba de la norma, era una violencia de control social. "Es en el Neolítico cuando podemos hablar de violencia organizada entre grupos, proactiva más que reactiva, casi de guerras entre los grupos".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Miguel Ángel Criado
Es cofundador de Materia y escribe de tecnología, inteligencia artificial, cambio climático, antropología… desde 2014. Antes pasó por Público, Cuarto Poder y El Mundo. Es licenciado en CC. Políticas y Sociología.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_