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Coordinado por Lola Huete Machado
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¿Dónde están los niños con discapacidad?

La fundación Hommes de Demain lucha contra la superstición y dota de dignidad a los menores con diversidad funcional en Costa de Marfil

Beneficiarios de la fundación Hommes de Demain.
Beneficiarios de la fundación Hommes de Demain.Chema Caballero

“¿Dónde están los niños con discapacidad?” se preguntó Charlotte Chamarier cuando aterrizó en Costa de Marfil hace 25 años. “Los busqué y al final los fui encontrado uno a uno escondidos en las casas porque sus familias se avergonzaban de ellos”. Estos son los orígenes del programa Sonrisas de niños de la Fundación G. A. Hommes de Demain que Chamarier creó junto a su marido, Philippe Argoud, en 2009.

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“Para nosotros, los menores con discapacidad son los más pobres de todos porque están dentro de familias donde hay otros cinco o seis niños. La familia, que normalmente no tiene dinero suficiente, suele ocuparse de los otros hijos porque son más útiles y a la larga le producirán beneficios. Así, estos menores son los últimos en comer o en tener acceso a la salud”, explica la vicepresidenta de la fundación. “Las familias se avergüenzan de ellos porque se considera que estos niños dan mala suerte o que son una maldición y por eso los esconden, cuando no se les elimina”. Eso ayuda a entender el grado de discriminación al que están sometidos estos menores.

En este país es posible “tener un niño con una discapacidad en el vecindario y no ser conscientes de su existencia”, afirma Chamarier. “La discapacidad es tabú”. De ahí que la primera tarea que se ha impuesto la fundación sea la educación de las familias. “Lo primero es el trabajo con los padres y después con los niños”. Es clave esta labor con los progenitores “para que dejen de ver a sus hijos como portadores de mala suerte y entiendan que pueden hacer vida normal y acudir al colegio, por ejemplo”.

Las familias se avergüenzan de los niños con discapacidad

Este es el caso de Ibrahim que ahora con su silla de ruedas y sus muletas se mueve con más autonomía y está escolarizado. “Cuando lo conocimos tenía cinco años y nunca salía de la habitación donde su madre lo tenía encerrado. Ahora, con 12, puede relacionarse con otros niños e ir al colegio”, comenta la vicepresidenta.

No existen datos exactos del número de personas con discapacidad en Costa de Marfil, pero en 2013, el African Disability Rights Yearbook con datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INS) estimó que había alrededor de 85.517, y que el 29,40% tenía menos de 15 años.

Desde que Hommes de Demain comenzó a trabajar con estos niños ha sido testigo de una gran evolución en la forma en que las familias y los vecinos les tratan. “Las madres ahora saben que sus hijos pueden ir a la escuela, por ejemplo”. Esto les ha hecho descubrir otro problema: que los profesores no están preparados para recibir a estos menores. “Muchas veces hay discriminación, no los ven con los mismos derechos que a los otros niños”. Ahora, los miembros de la fundación tienen que ir a las escuelas y hablar con directores y profesores para sensibilizar en la acogida y no discriminación.

La organización desarrolla otros programas. En el de SOS Madres ayuda a mujeres que aunque trabajan necesitan apoyo. “Se trata de familias donde hay cinco o más niños al cargo de la madre porque el padre está desaparecido. Para recibir ayuda es necesario que los niños estén escolarizados”, explica Chamarier. “El salario de la madre se va, prácticamente, en pagar la escuela y la comida, pero no llega para que los niños coman tres veces al día, por eso les ayudamos cada mes”.

También tiene un proyecto para promover que los niños mejoren la lectura. Cada miércoles y fines de semana se reúnen en las aulas que les cede un colegio público en Koumassi. Allí también organizan clases de manualidades y otras actividades para estos menores del barrio.

Todos tienen una oportunidad de participar en los talleres organizados por el Ramassà.
Todos tienen una oportunidad de participar en los talleres organizados por el Ramassà.Ch. C.

El inicio de una alianza

Cada año el Ramassà viaja a un país africano a jugar un partido de fútbol y a connocer su realidad

Hasta este colegio llegó el pasado mes de abril el A.E. Ramassà, un equipo del pueblo de Les Franqueses del Vallès (Barcelona) que juega en la cuarta categoría regional catalana de La Liga. Cada año viaja a un país africano a jugar un partido de fútbol, apoyar equipos locales y contribuir a la mejora de los niños más desfavorecidos del país, especialmente aquellos con discapacidad. La expedición ha organizado diversos talleres para interactuar con los pequeños donde practican deportes, juegos tradicionales, pintan, bailan… En pocos minutos el recinto se ve invadido por pequeños y mayores que corren, bailan, gritan, ríen, se manchan de colores o purpurinas, persiguen balones gigantes o se atropellan unos a otros. Algunos con muletas, otros en sillas de ruedas, los hay que se sirven de sus manos para desplazarse… Surgen nuevos amigos y muchas preguntas. La experiencia ayuda a los visitantes a acercarse a una realidad que desconocían.

“Nos cuesta mucho conseguir fondos para mantener nuestros proyectos. Esta es la primera vez que alguien reconoce nuestro trabajo y se acerca a nosotros para ayudarnos. Esta colaboración supone mucho para los niños del programa”, confiesa Chamarier.

Pere Bufi y Joana Tejeo, presidente y vicepresidenta del Ramassà, comparten el cuento escrito para este viaje con algunos de los beneficiarios de Hommes de Demain.
Pere Bufi y Joana Tejeo, presidente y vicepresidenta del Ramassà, comparten el cuento escrito para este viaje con algunos de los beneficiarios de Hommes de Demain. Ch. C.

En Costa de Marfil el Ramassà jugó contra el Africa Sports D’Abidjan un equipo de la primera división de la liga marfileña y empató a dos goles. Pero el deporte es solo una excusa para conocer de cerca la realidad del país y sus problemas y las personas que son destinatarias de su ayuda. Una oportunidad única que ha cambiado la filosofía del club y que ha hecho que en 2016 las Naciones Unidas le nombrasen su embajador. Un proyecto que este año ha sido posible gracias a la organización y patrocinio de Rift-Valley Expeditions y Turkish Airlines.

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