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Los chimpancés tienen cultura y está en peligro

Un macroestudio identifica 31 tradiciones que se transmiten en las sociedades de estos simios y que podrían perderse para siempre por el impacto de los humanos

Javier Salas
El conocimiento adquirido y transmitido por los chimpancés está en riesgo.
El conocimiento adquirido y transmitido por los chimpancés está en riesgo. Kevin Langergraber

Era otoño de 1960 cuando aquella joven sin estudios observó lo impensable: un chimpancé, David Greybeard, había doblado una rama y le había quitado sus hojas para pescar termitas con ella. Cuando el hallazgo de Jane Goodall se hizo público, los titulares de los periódicos no tuvieron dudas: obligaba a replantearse lo que significa ser humano. Hacer herramientas ya no era la característica que definía al sapiens frente al resto del reino animal. Los chimpancés, tan inteligentes y adaptables, habían desarrollado esta habilidad y se la transmitían entre ellos. Conocerles mejor a ellos nos ayudaba a conocernos a nosotros mismos.

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Medio siglo después, en 2011, el chimpancé Nick cogió un puñado de musgo, lo sumergió en un pozo natural y, a modo de esponja, escurrió el agua en su boca para beber. Solo tres años después más de la mitad de los miembros de la comunidad de Nick, el macho alfa, bebía agua de esta forma. También había testigos: la primatóloga Catherine Hobaiter y su equipo, que habían asistido al nacimiento de una nueva tradición cultural en Uganda, la última de estas conductas que se han conocido desde los primeros hallazgos de Goodall. Beber empapando musgo y no usando hojas a modo de cuchara es una de las técnicas, conductas o ritos que conocemos de los chimpancés. El mayor estudio que se ha realizado nunca para conocer el mundo cultural de los chimpancés, recién publicado, ha registrado en total 31 de estas manifestaciones culturales que aprenden y se transmiten entre ellos, sin que se trate de un comportamiento inscrito en sus genes.

Pero todas esas tradiciones culturales están en peligro. Podrían desaparecer, con toda su riqueza y sus importantes claves para el conocimiento de los grandes simios, pero también de la evolución humana. Esa es la principal conclusión de este ambicioso estudio, que ha llevado a los científicos a estudiar 144 comunidades de chimpancés salvajes en 15 países africanos durante nueve años. Allí donde la presión humana es mayor, se derrumba la probabilidad de que los chimpancés desarrollen y conserven una tradición cultural propia, según publican en la revista Science.

"Cuanto mayor y más cercana es la presión de la actividad humana —deforestación, carreteras, etcétera—, más pierden esta capacidad de reproducir conductas culturales", resume una de las primatólogas que firma el estudio, Liliana Pacheco. "Cabe la posibilidad de que se extingan sin que podamos estudiarlos y conocer esas conductas adquiridas por aprendizaje y que pueden ser tan valiosas desde el punto de vista antropológico", asegura por teléfono Pacheco, directora de los trabajos que el Instituto Jane Goodall España realiza en Guinea y Senegal, desde donde responde. Los chimpancés están en peligro de extinción y las poblaciones de grandes simios desaparecen a un ritmo entre 2,5% y 6% anualmente precisamente por el impacto de la actividad humana.

La investigadora Liliana Pacheco, escuchando a los chimpancés.
La investigadora Liliana Pacheco, escuchando a los chimpancés.IJG Senegal

El chimpancé es un animal cultural, con tradiciones y conductas aprendidas y transmitidas en sus cuatro subespecies, y que se extienden en todos sus hábitats —cada vez más amenazados— desde Uganda o Tanzania, más allá de la falla del Rift, hasta Guinea Bisau y Guinea (Conakry) en la región más occidental.

En Fongoli, en la calurosa sabana senegalesa, está el único grupo de chimpancés que usa lanzas para cazar pequeños monos y otros animales con los que alimentarse. Un comportamiento que ha logrado cierta independencia para algunas de las hembras cazadoras y que, por las condiciones en las que viven estos chimpancés, podría ofrecer claves de cómo evolucionaron los ancestros humanos en circunstancias similares. En África Occidental, cuatro comunidades distintas mantienen un ritual de amontonar piedras, que lanzan contra determinados árboles, en lo que parece un comportamiento simbólico similar al observado en ancestros humanos.

Entenderlos para entendernos

Un chimpancé se sirve de piedras para romper la cáscara de frutos secos.
Un chimpancé se sirve de piedras para romper la cáscara de frutos secos.Kathelijine Koops

"Entender a nuestros primos más cercanos ayuda a entendernos a nosotros mismos a nivel antropológico", apunta Pacheco. Y advierte: "Si no hacemos algo, esta diversidad cultural será historia". Como explica la científica del Instituto Jane Goodall, en un mismo entorno, con las mismas condiciones como frutos, piedras y palos, una comunidad ha podido desarrollar una técnica para alimentarse y un grupo vecino otra distinta, que enseñan las madres a las crías. Los chimpancés de Dindéfélo, que son los que Pachecho estudia, pescan termitas y hormigas con palos y abren frutas contra cortezas y rocas.

¿Pero cómo está afectando la humanidad a este patrimonio cultural? Para abordar esta pregunta, los 77 científicos que firman el estudio aplicaron una gama de técnicas no invasivas para recopilar información en comunidades de chimpancés que nunca habían sido estudiadas, como cámaras trampa o recolección de herramientas y artefactos que permitían inferir la existencia de estas conductas. En total, aparecieron estos 31 comportamientos culturales que incluyen técnicas para obtener alimento o agua (como la pesca de termitas), para comunicarse (como el uso de hojas para producir un sonido simbólico) y para mejorar sus condiciones (como enfriar su cuerpo o hacer colchones con hojas sobre las que descansar).

"Entender a nuestros primos más cercanos ayuda a entendernos a nosotros mismos a nivel antropológico. Si no hacemos algo, esta diversidad cultural será historia", advierte Pacheco

"El análisis reveló un patrón acusado y sólido: los chimpancés habían reducido la diversidad de comportamiento en los sitios donde el impacto humano era alto", explica la primatóloga Ammie Kalan, investigadora del Instituto Max Planck para Antropología Evolutiva, que ha liderado este trabajo. "En promedio, la diversidad del comportamiento de los chimpancés se redujo en un 88% cuando el impacto humano era mayor en comparación con las ubicaciones con un menor impacto humano", añade Kalan.

Las áreas con mayor presencia humana generalmente tienen menor densidad y abundancia de chimpancés, que pueden reducir la frecuencia de comportamientos visibles a medida que aumenta ese impacto humano. Lo que, sumado a la degradación del hábitat y el agotamiento de los recursos, puede llevar a una notable reducción de las oportunidades de aprendizaje social, "porque los chimpancés son muy sensibles y territoriales", explica Pacheco.

"Nuestros resultados sugieren que las poblaciones de chimpancés están perdiendo sus conjuntos característicos de rasgos de comportamiento y que una serie de comportamientos aún no descubiertos pueden perderse sin haber sido descritos", avisa el estudio de Science en sus conclusiones. Por eso, reclaman que se creen espacios protegidos que salvaguarden su "capacidad para la evolución cultural". En concreto, sugieren la "necesidad de un nuevo concepto, sitios del patrimonio cultural de los chimpancés", algo así como los que la Unesco protege para los humanos. No es una ocurrencia de los investigadores que firman el macroestudio. Al margen de que se trata de una necesidad científica, es una reclamación que está incluida en el Convenio sobre la Diversidad Biológica del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que exige la protección de la diversidad biológica en su totalidad, incluyendo la diversidad de las tradiciones culturales de la fauna.

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Sobre la firma

Javier Salas
Jefe de sección de Ciencia, Tecnología y Salud y Bienestar. Cofundador de MATERIA, sección de ciencia de EL PAÍS, ejerce como periodista desde 2006. Antes, trabajó en Informativos Telecinco y el diario Público. En 2021 recibió el Premio Ortega y Gasset.

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