_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La mentira colosal

Resulta sorprendente que quienes decían creer en la independencia y proyectaban su utopía particular en la República ahora elogien la astucia de esta estrategia defensiva

Daniel Gascón
Santi Vila, durante su declaración.
Santi Vila, durante su declaración. EFE
Más información
EDITORIAL | Dos en Europa
Dos en Europa

El separatismo catalán es más un desafío para la lógica que para el Estado. La República catalana no soporta mucha realidad: se disolvió al entrar en contacto con ella. Pero el independentismo ha tenido una gran capacidad para envolverla en propaganda. Como ha dicho Gabriel Colomer, el procés fue un gran laboratorio de posverdad. El juicio a algunos líderes independentistas se celebra conforme a las reglas del Estado de derecho, siguiendo el principio de la presunción de inocencia. El procés fue una conspiración a plena luz del día, pero la atribución de responsabilidades es una cuestión difícil y técnica. No parece que esté generando el efecto que se esperaba: la justicia es una cosa aburrida. Dentro y fuera del tribunal, el secesionismo emite relatos y memes: desprenden sus rasgos habituales de obscenidad kitsch y victimismo matón, pero también una sensación de agotamiento. Se habla de un mandato fraudulento acerca de un derecho que no existe; se argumenta en virtud de una contraposición entre democracia y ley. Esta oposición podría revelar, como ha escrito Manuel Toscano, una comprensión defectuosa de la democracia: no se puede hablar de verdadera democracia si no hay imperio de la ley. Pero el contraste podría ser, simplemente, otra mentira.

Mientras Torra dice presidir una República de Schrödinger —está en el aire pero no implementada—, la mayoría de los acusados y sus apologistas señalan que lo que ocurrió en el otoño de 2017 era un farol o un instrumento de negociación. No se sabe cómo se pagó el pseudorreferéndum: fue una cosa casi mágica. Todo, dicen, era una performance, aunque se violaran las leyes de España y Cataluña, se despreciaran las normas del Parlament y se pisotearan los derechos de la oposición; aunque tuviera consecuencias reales en la economía, la política y la vida cotidiana. Resulta sorprendente que quienes decían creer en la independencia y proyectaban su utopía particular en la República ahora elogien la astucia de esta estrategia defensiva. Con suerte, podría ser un nuevo gol al Estado, por usar la frase de Mas. El juicio no resolverá el problema político ni una de las dudas del procés: si fueron unos líderes irresponsables que engañaron a dos millones de ciudadanos, o si los ciudadanos engañaron a los líderes. Lo más probable es que, mientras intentaban hacer trampas al Estado, también se engañaran unos a otros. @gascondaniel

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Daniel Gascón
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Es editor responsable de Letras Libres España. Ha publicado el ensayo 'El golpe posmoderno' (Debate) y las novelas 'Un hipster en la España vacía' y 'La muerte del hipster' (Literatura Random House).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_