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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Los efectos del repliegue europeo

A Londres y Bruselas les conviene cerrar el capítulo del Brexit lo antes posible. Hagan lo que hagan, el mundo seguirá girando

Pol Morillas
Manifestación contra el Brexit a las puertas del Parlamento británico.
Manifestación contra el Brexit a las puertas del Parlamento británico.HANNAH MCKAY (REUTERS)

La crisis en Venezuela ha coincidido con el punto álgido de las negociaciones sobre el Brexit, evidenciando el impacto que las crisis internas pueden tener en la proyección internacional de la Unión Europea.

A nivel interno, Bruselas ha gestionado la salida de Reino Unido con un éxito relativo, a la espera del desenlace (¿final?) el próximo 29 de marzo. Crisis como la del euro o la de los refugiados habían puesto de manifiesto la primacía de los Estados miembros en las estructuras de gobierno de la Unión, a la vez que han hecho aumentar la confrontación interna entre el norte, sur, centro y este de la UE.

El Brexit, en cambio, ha sacado a relucir las ventajas del método supranacional, gracias al cual los Estados miembros han mantenido una unidad de acción envidiable frente a las dudas de Londres y han mostrado su solidaridad con Irlanda en la cuestión de la frontera norirlandesa. Unión y solidaridad interna —conceptos en horas bajas durante la última década de crisis existencial— se han convertido en réditos del Brexit.

Sin embargo, mientras la salida de Reino Unido sigue consumiendo buena parte de las energías negociadoras entre los europeos, el mundo ha seguido moviéndose a la velocidad del rayo. La crisis en Venezuela ha cogido a la UE con el pie cambiado, después de años de convivencia con el régimen de Maduro y su falta de respeto por el Estado de derecho y la oposición política.

Mientras parece que los americanos estaban al corriente de los movimientos en Caracas, la diplomacia europea ha tardado en encontrar una posición común. Esta ha ido a rebufo del reconocimiento de Estados Unidos, Canadá y buena parte de países latinoamericanos a Guaidó. Algo que no deja de sorprender si consideramos a Trump el presidente más aislacionista, ineficaz (véase el cierre del Gobierno en Washington) y menos comprometido con el respeto de los derechos humanos de la historia americana reciente.

La lentitud de la respuesta europea responde también a la creciente politización en el continente. Países como Grecia, Italia o Austria han evitado que la UE adopte una posición más severa ante Maduro por miedo a la reacción negativa de sus electorados. Los países grandes han tardado en encontrar su posición de mínimos, reflejada en el reconocimiento de Guaidó si Maduro no convoca elecciones libres y justas.

Es en el interés de la UE, pero también de Reino Unido, aclarar los términos de su relación lo antes posible para evitar que cuestiones internas sigan mermando su capacidad de proyección internacional. Ya sea porque deseen desarrollar una política exterior autónoma (Reino Unido) o porque se quiera actuar con una sola voz en la escena internacional (UE), a Londres y Bruselas les conviene cerrar el capítulo del Brexit lo antes posible. Hagan lo que hagan, el mundo seguirá girando, y no precisamente alrededor suyo.

Pol Morillas es director del CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs).

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