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Grandes historias que nos creímos pero estaban firmadas por un impostor

Nos hubiera encantado que fueran reales estos relatos: eran poderosos, simbólicos y emocionantes. Solo había un problema: sus autores se los inventaron... o directamente se inventaron a sí mismos

La foto que certifica el calado del engaño: una famosa (Courtney Love, viuda de Kurt Cobain), fotografiada junto a JT LeRoy (un escritor falso bajo cuya peluca se esconde Savannah Knoop, la cuñada de la verdadera escritora) y Laura Albert (la verdadera escritiora). Un lío ¿no? Pues eso pasó en una fiesta muy loca en 2003.
La foto que certifica el calado del engaño: una famosa (Courtney Love, viuda de Kurt Cobain), fotografiada junto a JT LeRoy (un escritor falso bajo cuya peluca se esconde Savannah Knoop, la cuñada de la verdadera escritora) y Laura Albert (la verdadera escritiora). Un lío ¿no? Pues eso pasó en una fiesta muy loca en 2003.Getty

Hay algo más satisfactorio que llegar a tu puesto de trabajo por la mañana y que todos tus compañeros se levanten y te aplaudan. El éxito profesional, la admiración del que no te conoce. Pero tiempo después se descubre que todo es una enorme trola. Todas las historias que aquí se detallan tiene una gran trampa. Algunos de estos mentirosos lo podían haber solucionado cambiando la coletilla "esta historia es real" por "esto es pura ficción". Pero, claro, no es lo mismo. El colmo es que alguno de estos impostores han hecho carrera explotando su condición de farsantes. Un caradura con recursos.

- J.T. Leroy, el escritor que no existía y con el que se querían hacer fotos Winona Ryder, Bono, Courtney Love...

¿En qué consistió el fraude? J.T. Leroy fue uno de los grandes héroes literarios de finales de los noventa. Chapero, adicto, hijo de una prostituta... y autor de Sarah (1999) una de las novelas más aclamadas de finales del siglo XX. Solo había un pequeño problema: Leroy no existía. Era una invención de Laura Albert, una escritora con problemas de aceptación que se escondió tras un personaje ficticio.

¿Cómo se descubrió? Durante un tiempo Laura Albert (Nueva York, 1965) mantuvo el engaño comunicándose con periodistas, editores y colegas a través del teléfono y de correos electrónicos. El problema llegó cuando el éxito de su obra y el morbo por la figura de Leroy hizo insostenible la ausencia de apariciones públicas. La solución de Laura fue disfrazar a su cuñada Savannah Knoop con una gran peluca y unas gafas de sol opacas y, cual Cyrano, no separarse de ella para dictar todas sus palabras. Las celebrities enloquecieron. Todos querían aparecer en la foto con él: Winona Ryder, Courtney Love, Gus Van Sant, Asia Argento, Bono... Hasta que una investigación de Stephen Beachey para New York Magazine destapó el engaño. En el documental Author: La mentira de JT LeRoy, Albert da su visión de la historia; en la novela Chica, Chico, Chica, Savannah aporta la suya. ¿La conclusión? Una industria editorial más centrada en el envoltorio que en el relleno. La calidad de la prosa de Leroy/Albert, a pesar de que en plena burbuja fue comparada con Dennis Cooper, es muy cuestionable; la fascinación que provoca su fraude no.

- Henry Gauthier-Villars Willy, el hombre que robó las novelas de su mujer, a la que tenía encerrada

¿En qué consistió el fraude? En 1900, Willy, uno de los críticos más aclamados y prolíficos del París de fin de siglo firmó el gran acontecimientos literario de la temporada, Las aventuras de Claudine. Cuenta las andanzas de una niña de campo en el comienzo de su adolescencia. Un libro con el que inició una saga exitosísima, pero que realmente había escrito su mujer, Colette.

¿Cómo se descubrió? En el París de la época eran muchos los que se preguntaban cómo Willy podía asistir y escribir sobre tantos eventos culturales y además no perderse ninguna charla en los mejores salones de la ciudad. Por ello, cuando se publicó el primer libro de Claudine los rumores pasaron a convertirse en acusaciones y la verdad salió a la luz. Quien estaba detrás de aquella prosa fresca y aquellas temáticas chispeantes y desvergonzadas era su mujer, Colette, a la que tenía encerrada en un cuartucho durante ocho horas al día. Y no solo la esclavizaba literariamente a ella: contaba también con un pequeño ejército de asalariados que escribían las crónicas que él simplemente firmaba.

- Tommasso Debenedetti, entrevistas falsas a personajes populares

¿En qué consistió el fraude? Su lista de entrevistados habría sido envidiada hasta por Oriana Fallaci: el Dalai Lama, Walesa, Gorbachov, Chomsky, Ratzinger… Durante una década Tommasso Debenedetti (Italia, 1969) entrevistó a las más grandes celebridades internacionales, pero la verdad es que jamás había hablado con ninguno de ellos.

¿Cómo se descubrió? No fue la despampanante lista de nombres, ni el hecho de que esas suculentas entrevistas se publicasen exclusivamente en diarios regionales y no en los grandes medios italianos. Todo se descubrió después de que Debenedetti, viniéndose arriba, pusiese en boca del escritor Phillip Roth unas palabras contra el entonces presidente Obama. Tras ser preguntado por ellas, Roth las desmintió tajantemente. Las alarmas saltaron. Roth nunca había hablado con Debenedetti, como tampoco lo habían hecho el resto de los entrevistados. El periodista acabó confesando que todo era una gran mentira e incluso jactándose de ello: "Me gusta ser el campeón italiano de la mentira. Creo que he inventado un género nuevo y espero poder publicar nuevas falsas entrevistas en mi web, y luego recolectarlas en un libro. Por supuesto, con prólogo de Philip Roth", declaró a EL PAÍS. Según él, todo se había realizado con la connivencia de unos medios que cegados por los grandes nombres no se cuestionaban si la historia era real o no.

- Janet Cooke, la (falsa) premio Pulitzer que sin embargo se merecía el Nobel

¿En qué consistió el fraude? En 1980, la ciudad de Washington, con su alcalde a la cabeza, se movilizó para encontrar a un niño de ocho años adicto a la heroína. El Washington Post, faro de la democracia estadounidense gracias a su cobertura del Watergate y de los papeles del Pentágono, había publicado en portada un artículo de Janet Cooke (Ohio, 1954) titulado El mundo de Jimmy. En este reportaje se contaban las vicisitudes de un pequeño heroinómano que había sido iniciado en el mundo de las drogas a los cinco años por el amante de su madre. El artículo fue galardonado con el Premio Pulitzer. Finalmente Cooke reconoció que el niño Jimmy había sido una invención.

Janet Cooke en una presentación en Chicago (1982).
Janet Cooke en una presentación en Chicago (1982).

¿Cómo se descubrió? El texto de Janet Cooke causó tanto impacto que la policía local se conjuró para encontrar al pequeño. Pero cuanto más avanzaban sus pesquisas más claro quedaba que en Washington había, desgraciadamente, muchos Jimmys, pero ninguno era ese Jimmy. La autora, sintiendo como el cerco se estrechaba cada vez más, acabó reconociendo que todo había sido una invención y el Pulitzer le fue retirado. El suceso generó una enorme polémica -lo que les quedaba por ver-, en la que incluso participó García Márquez que en un artículo publicado en EL PAÍS, declaró: "Es injusto que le hayan dado el Pulitzer, pero también lo es que no le den el Nobel de literatura".

- Stephen Glass, la estrella estrellada

¿En qué consistió el fraude? Con menos de 25 años, Stephen Glass (Chicago, 1972) firmaba los artículos más impactantes de The New Republic. Un material golosísimo, que, incomprensiblemente, se mantenía por debajo del radar de sus compañeros y cuyas fuentes y escenarios solo parecían accesibles para el brillante Glass. Sus escritos, cargados de datos, nombres y calor humano, siempre acababan en portada y no solo en la de The New Republic: Glass publicaba también en Rolling Stone, Harper’s Bazaar y George. Tras una investigación se descubrió que la mayoría de sus textos contenían más ficción que realidad.

¿Cómo se descubrió? El trabajo que lo sepultó contaba la historia de un pirata informático de 15 años que, tras infiltrarse en diversas webs, había sido contratado para velar por la seguridad online de una empresa informática. Una investigación de la revista Forbes reveló que era mentira. Y eso que Glass no había dejado nada al azar: demostrando una gran capacidad de anticipación, había creado una página web para la falsa empresa pirateada e incluso gestionaba su contestador automático. No era su único reportaje falso: un análisis minucioso de sus textos desveló que 27 de sus 41 artículos publicados eran mentira. La historia de su ascenso y caída fue protagonizada por Hayden Christensen en la película de 1998 El precio de la verdad.

- Jayson Blair, el escándalo que sacudió al The New York Times

¿En qué consistió el fraude? Durante la guerra de Irak, Jayson Blair (Maryland, 1976), uno de los periodistas más jóvenes y prometedores de The New York Times fingió recorrer el país entrevistando a las familias de los prisioneros. Lo cierto es que escribía desde su casa, robaba frases de otros periódicos y se inventaba las declaraciones de los atribulados protagonistas.

¿Cómo se descubrió? Para una de sus entrevistas, la realizada a la madre de una soldado texana, Blair copió y pegó párrafos de un artículo del Express-News de San Antonio. Su director se puso en contacto con el director de The New York Times, que inició una exhaustiva investigación para desmontar todas sus mentiras. Las pesquisas del diario dejaron al descubierto que ni siquiera se había licenciado en Periodismo y que al menos la mitad de los artículos habían sido exagerados o incluso inventados en su totalidad y habilitó un correo para que los lectores denunciasen cualquier irregularidad que detectasen.

El periodista Jayson Blair trabajando en una redacción.
El periodista Jayson Blair trabajando en una redacción.Getty

- Konrad Kujau, el hombre que fue Hitler

¿En qué consistió el fraude? Konrad Kujau (Alemania, 1938-2000), un coleccionista de objetos nazis, hizo creer al periodista de la famosa revista alemana Stern Gerd Heiderman que tenía en su poder los diarios secretos de Hitler. El Stern ofreció cinco millones de dólares por ellos y los publicó. Los mejores especialistas en el nazismo los dieron como válidos hasta el extremo de incluir extractos ellos en sus obras y los historiadores más prestigiosos hablaban ya de refundar todas las teorías sobre Hitler y la ascensión del Tercer Reich.

¿Cómo se descubrió? Los diarios, además de detalles políticos, ofrecían retazos inauditos de la vida privada del dictador, como que tenía mal aliento y flatulencias y que Eva Braun se quejaba por ello. Detalles tan gruesos que hicieron que algunos arquearan las cejas. Tras un par de ediciones se desveló el engaño, elaborado bastante torpemente ya que Kujau ni siquiera se había molestado en utilizar un papel y una tinta adecuada. Tanto Heidemann (acusado de estafa por quedarse con el dinero que pagó Stern) como Kujau ingresaron en prisión.

- Michael Pellegrino, el falso nieto de don Vito Corleone

¿En qué consistió el fraude? La editorial Simon & Schuster se frotó los dedos codiciosamente cuando Michael Gambino, un miembro del clan Gambino, cuyo capo di capi había inspirado El Padrino, les ofreció escribir para ellos un libro en el que mostraría las entrañas de la mafia. Convencidos de tener entre sus manos la novela que haría palidecer las ventas de la obra de Mario Puzo, extendieron a Michael Gambino un cheque por medio millón de euros y se sentaron a esperar que The honored society llegase a los escaparates. El problema llegó cuando tras su publicación se descubrió que no existía ningún Michael Gambino.

El gran timo literario que finalmente sí fue publicado... pero en la sección de ficción.
El gran timo literario que finalmente sí fue publicado... pero en la sección de ficción.

¿Cómo se descubrió? El libro se publicó en 2001, pero tras una campaña publicitaria mastodóntica la editorial se vio obligada a reconocer que había sido timada. El autor no tenía nada que ver con los Gambino, se apellidaba Pellegrino y era un estafador del montón con residencia en Las Vegas. La editorial se apresuró a demandarle, pero en el contrato no figuraba ninguna mención a su biografía con lo cual no pudieron acusarle de mentir. El pacto alcanzado fue secreto y Pellegrino acabó publicando su novela en otra editorial, pero esta vez se vendería en la sección de ficción.

- Lee Israel, la mentira como forma de vida

¿En qué consistió el fraude? Lee Israel (New York, 1939-2014) se había labrado una reputación como biógrafa gracias a sus libros sobre la actriz Tallulah Bankhead y la periodista Dorothy Kilgallen. Pero tras el fracaso de su tercera obra, una biografía de la reina de la industria cosmética Estée Lauder, decidió volcar su experiencia no en contar la vida de las estrellas sino en inventarla. Así, comenzó a reescribir las correspondencias privadas de las estrellas. Israel, armada con máquinas de escribir de distintas épocas y papel antiguo, se hacía, a veces de forma fraudulenta, con las cartas de celebridades fallecidas y añadía párrafos de su cosecha.

¿Cómo se descubrió? Israel sabía que añadiendo algún detalle privado a cartas anodinas multiplicaba su valor, por eso intentaba siempre salpimentar sus falsificaciones. Pero se le fue la mano y un comentario sobre la la sexualidad del dramaturgo inglés Noël Coward despertó el interés de los expertos en el autor. Finalmente la cazaron y llegó a juicio. Pero eso no mermó sus ansias emprendedoras. Su siguiente plan fue más audaz: falsificar cartas reales, sustituir los originales y venderlas. De nuevo fue demasiado osada y una carta de Ernest Hemingway dejó su ardid al aire. Pasó seis meses en arresto domiciliario y al final volvió a escribir algo original, su autobiografía Can You Ever Forgive Me? (¿Puedes perdonarme?) cuya adaptación puede proporcionarle a Melissa McCarthy su primer Oscar en 2019.

- Jonah Lehrer, el hombre que reescribió a Bob Dylan

¿En qué consistió el fraude? En su libro Imagine: How Creativity Works, Jonah Lehrer (Estados Unidos, 1981) atribuyó a Bob Dylan citas falsas.

¿Cómo se descubrió? La escasez de entrevistas a Bob Dylan hace especialmente valiosas sus declaraciones. Valiosas y archiconocidas para sus fans, por eso Michael C. Moynihan se sorprendió al detectar en la obra de Lehrer extractos de conversaciones del compositor que jamás habían sido publicadas previamente. En un extenso artículo en la revista Tablet, Moynihan demostró que la mayoría de esas citas estaban descontextualizadas, modificadas o directamente inventadas. Lehrer necesitaba palabras de Dylan que arropasen su texto y al no encontrarlas se las inventó. Que el foco se situase sobre su trabajo permitió desvelar también los numerosos casos de plagio en los que había caído en su blog en The New York Times. Tras el caso Blair el diario había aumentado sus controles sobre los textos escritos en el papel, pero el filtro con su versión digital había sido mucho más laxo.

El libro de Jonah Lehrer donde se inventa declaraciones de Bob Dylan. El cartel (Do not reshelve) se puede traducir como: "No reponer".
El libro de Jonah Lehrer donde se inventa declaraciones de Bob Dylan. El cartel (Do not reshelve) se puede traducir como: "No reponer".

- Sabrina Rubin Erdely, una historia inventada que hundió a Rolling Stone

¿En qué consistió el fraude? En el artículo Una violación en el campus incluido en el número publicado el 19 de noviembre de 2014 y hoy eliminado de la web de la edición estadounidense de Rolling Stone, la periodista Sabrina Rubin Elderly narró el terrible caso de la violación múltiple de una mujer anónima apodada Jackie. Un caso doblemente dramático porque el artículo daba a entender que su sufrimiento fue ignorado por compañeros y autoridades dentro de la residencia universitaria y que afectó gravemente a la reputación de la hermandad a la que pertenecían los supuestos violadores, Phi Kappa Psi.

¿Cómo se descubrió? El impacto del artículo fue enorme: se volvió viral en su edición digital y creó un debate sobre la seguridad de las mujeres en los campus universitarios. Pero también llevó a que muchos dudasen de su veracidad, empezando por otros medios. The Washington Post, Los Angeles Times o la web Slate señalaron errores y discrepancias en la historia. Solo dos semanas después, el 5 de diciembre, la revista lanzó un comunicado disculpándose por no haber contrastado el testimonio de la víctima. Aparte de la disculpa, la revista lanzó un larguísimo reportaje en su web titulado What Went Wrong ("¿Qué salió mal?") analizando la cadena de errores que llevó a semejante metedura de pata. Pero las cosas ni mucho menos se calmaron. El caso acabó en los tribunales y Rolling Sone tuvo que pagar tres millones de euros a la Universidad de Virginia. Con la crisis del papel zarandeando a la mítica publicación, este desembolso fue la puntilla. Jann Wenner, el mítico director de Rolling Stone desde los sesenta se vio obligado a vender la publicación.

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