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La prótesis española premiada por el MIT

Un proyecto de la Universidad Miguel Hernández de Elche desarrolla prótesis para mujeres sin vagina, casos de mutilación genital severa y cambios de sexo

La ginecóloga María Isabel Acién y el jefe del departamento de Ingeniería Mecánica y Energía de la UMH, Miguel Sánchez, autores del proyecto.
La ginecóloga María Isabel Acién y el jefe del departamento de Ingeniería Mecánica y Energía de la UMH, Miguel Sánchez, autores del proyecto. PEPE OLIVARES

Hace poco más de un año, María se sentía “una oveja negra, una persona diferente a todas las demás”. Nació con el síndrome Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser (MRKH), una malformación genética que afecta a una de cada 5.000 mujeres. A causa de este trastorno, María no tiene vagina ni útero. Se lo detectaron “a los 16 años”. No le venía el periodo y la familia sospechó que algo no iba bien. “Al principio no le di importancia, pero luego, cuando empecé a salir con una pareja, sí”. Era “imposible mantener relaciones sexuales”. El asunto es tan íntimo, que solo accede a hablar con EL PAÍS por teléfono. María no se llama María. Vive en una ciudad del sur de España. Tiene 26 años y trabaja de dependienta.

“En octubre del año pasado”, continúa, “me informaron de que iban a probar unas prótesis de vagina”. Ni lo dudó. Un ensayo clínico buscaba chicas, entre los 17 y los 26 años, para el proyecto. Eligieron a ocho, María entre ellas. “Me cambió la vida radicalmente”, asegura. En apenas un mes, la prepararon. La operación duró “dos horas” y tuvo lugar en el Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia. Tras dos semanas de recuperación, María comenzó una vida nueva. “Voy cada mes a revisión, pero todo va muy bien”, afirma.

“Al principio, llevaba la prótesis un montón de horas”, recuerda. Ahora, “solo por las noches”, aunque no tiene problemas “para salir a la calle con ella”. “No duele, es sencilla de aplicar, no molesta”. Le permite llevar “una vida normal”, sobre todo, “a la hora de conocer a alguien”. La pareja que tenía antes de operarse desapareció. Ahora mismo está soltera. Pero un año después de la operación, ya nada importa. “Era algo que tenía que hacer”.

El proyecto, financiado por la Agencia Valenciana de la Innovación, “acorta el tratamiento quirúrgico, disminuye el tiempo de estancia hospitalaria y es de gran comodidad para las usuarias”, asegura la ginecóloga María Isabel Acién

La prótesis de vagina que lleva María es un proyecto desarrollado por profesionales del Hospital de Sant Joan de Alicante, la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana (Fisabio) y la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche. Al frente del proyecto está la ginecóloga María Isabel Acién, quien explica que este dispositivo se utiliza, “mayoritariamente, en casos de agenesia vaginal, para mujeres que nacen sin vagina ni útero”. Pero también “en varones que se desarrollan como mujer” y que optan por una operación de cambio de sexo. Y, finalmente, “en los casos más severos de mutilación genital en los que, además de la ablación del clítoris, a las chicas les introducen sustancias abrasivas que sellan la vagina”.

El proyecto, financiado por la Agencia Valenciana de la Innovación, “acorta el tratamiento quirúrgico, disminuye el tiempo de estancia hospitalaria y es de gran comodidad para las usuarias”, asegura Acién. “Se trata de una especie de tampón grande” que se introduce tras una disección “del espacio que hay entre la vejiga y el recto, entre los músculos del suelo pélvico”, tanto en pacientes que sufren agenesia como en los cambios de sexo. En los de atresia, la mutilación genital, “se abre el espacio sellado por el vertido de ácidos”. Las pacientes deben llevar el dispositivo “durante todo el día hasta que se genera piel” y queda fijada una abertura. Desde ese momento, basta con que la lleven “unas horas al día, generalmente de noche, mientras duermen”.

El desarrollo de la prótesis ha corrido a cargo de Miguel Sánchez, director del Departamento de Ingeniería Mecánica y Energía de la UMH, la otra cabeza visible del proyecto. El dispositivo se ha llevado a cabo mediante “tecnologías de diseño paramétrico e impresión 3D”, por lo que puede “adaptarse al cuerpo de cada una de las pacientes”. La prótesis se autosujeta, la fabricación personalizada “evita los contactos y laceraciones” y aminora “el tiempo de cicatrización”, continúa Sánchez. Además, “ejerce una presión mínima” contra la musculatura de las pacientes.

Este estudio, que ya se ha patentado en España, acaba de recibir un premio al “proyecto con mayor potencial para mejorar la vida de las personas”, otorgado por el MIT de Boston

Para su confección, utilizan “ácido poliláctico (PLA)”, un material “biocompatible que favorece la epitelización”. “Es un proceso parecido al del agujero de un piercing que vuelve a cerrarse una vez practicado”, señala Sánchez. “Es un proceso natural, el material utilizado consigue que la piel nazca sola en torno a la prótesis”, que de esta forma queda fijada al cuerpo. No hace falta realizar injertos de piel procedente de otras partes del cuerpo, como suele ser habitual. Salvo en los casos de transexualidad. “En las intervenciones de cambio de sexo”, relata el ingeniero de la UMH, “se le da la vuelta a la piel del pene”, que es la que se fija a la prótesis.

Este estudio, que ya se ha patentado en España, acaba de recibir un premio al “proyecto con mayor potencial para mejorar la vida de las personas”, otorgado por el MIT de Boston. “La agenesia genital es una enfermedad que afecta a la imagen y a las relaciones de las personas que la padecen”, ratifica Acién. Y, además, se revela en plena adolescencia. “Mi primer novio entendió que me era imposible mantener relaciones”, recuerda María. “Me pedía que me operara, pero entonces era muy complicado y me dejó”. Todo eso ya ha pasado. “Ya no tengo problemas cuando conozco a alguien”, sentencia.

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