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“Yo no sabía que esa vaina se llamaba economía naranja”

La industria creativa es uno de los grandes potenciales de América Latina para encarar la cuarta revolución industrial. Carlos Vives debate sobre ello con los presidentes de Colombia y el BID en la inauguración de Foromic 2018

El cantante colombiano Carlos Vives, durante la sesión inaugural de Foromic en Barranquilla.
El cantante colombiano Carlos Vives, durante la sesión inaugural de Foromic en Barranquilla. BID
Pablo Linde
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La presa hidroeléctrica más grande del mundo, la de las Tres Gargantas (China), costó unos 25.000 millones de euros. Desde que comenzó el proyecto de planificación, en 1980, hasta su puesta en marcha, en 2012, los principales musicales de Broadway recaudaron algo más que esa cantidad. Con ese ejemplo, Iván Duque, presidente de Colombia, quiere poner en valor las industrias creativas, su principal campo de estudio y el que pretende que se convierta en emblema de su mandato.

Es un mercado que incluye desde quienes hacen canciones hasta videojuegos. Medios de comunicación, estudios de arquitectura, un escritor o un actor forman parte de él. Fue el propio Duque el que puso un nombre a esta industria que se basa en transformar las ideas en beneficio económico en un libro que publicó en 2013, cuando trabajaba en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID): La economía naranja: una oportunidad infinita.

El presidente de Colombia inauguró el pasado lunes en Barranquilla el Foromic, una reunión que cada año organiza el propio BID para analizar los avances de este campo. Para él, uno de los mejores ejemplos es Carlos Vives, el cantante de Santa Marta que consiguió transformar el folclore colombiano en un producto de consumo masivo en todo el mundo. Gracias a él, el vallenato, un ritmo latino al son del acordeón que nació en La Guajira, se baila desde Argentina hasta Japón.

Vives escuchaba a Duque analizando cómo su banda, La Provincia, dio este salto global a mediados de los noventa gracias a la creatividad, poniendo los cimientos de una potente industria musical que a partir de ahí dio al mundo estrellas tan conocidas en todo el planeta como Shakira, Juanes o Maluma.

“Yo no sabía que esta vaina se llamaba economía naranja”, fueron las primeras palabras del artista en el Foromic. Vives recuerda que en un momento de su carrera estaba la opción de copiar el pop extranjero, reproducir los vallenatos colombianos o hacer algo diferente. Él optó por una mezcla de las dos, sin renunciar a sus raíces ni a las influencias que le llegaban de fuera para hacer un producto nuevo.

En Colombia, la industria de la creatividad genera el triple de riqueza que el café y el doble que la minería

Creatividad. Es uno de los activos más importantes de América Latina para afrontar la cuarta revolución industrial. “Quizás no vamos a ser ganadores en robótica o en el Internet de las cosas, pero en creación de contenidos tenemos un potencial enorme”, afirmó Duque. Lejos de ser una quimera, la economía naranja ya es una potente realidad en la región. En Colombia genera el triple de riqueza que el café y el doble que la minería. “Tenemos reservas de petróleo para menos de siete años, pero reservas inagotables de creatividad”, resaltó el presidente.

Pero para aprovechar este potencial hacen falta infraestructuras. Igual que la minería requiere de carreteras, la creatividad, hoy en día, necesita redes potentes. Y la conectividad en Latinoamérica todavía está muy por detrás de otras regiones, como sus vecinos del norte o Europa: la velocidad en promedio es cuatro veces más lenta que en la OCDE y los ciudadanos pagan un 43% más.

Duque anunció tres medidas para impulsar al sector de la creatividad en su país: un impuesto 0 de la renta los primeros cinco años para todos los emprendedores creativos y tecnológicos, una concesión de créditos con mayores plazos y mejores tasas para infraestructuras al servicio de esta industria y bonos naranjas, unos fondos de inversión para financiar a empresas del sector similares a los bonos verdes que ya están en marcha para proyectos medioambientales.

En la mesa redonda inaugural, junto a Iván Duque y Carlos Vives estaba Luis Alberto Moreno, presidente del BID, que también hizo un anuncio: el Fomin, la rama del banco que se dedica a financiar pequeños proyectos de emprendimiento pasa a llamarse Bidlab, poniendo el acento en ideas creativas y rompedoras. “Vamos a centrarnos en proyectos realmente innovadores que puedan ser escalables”, anunció Moreno.

Con el conversatorio de estos tres colombianos comenzaron tres días en los que se hablará de nuevas técnicas de agricultura, inclusión financiera, microcréditos, aplicaciones de blockchain para el desarrollo y, por supuesto, “esa vaina” que se ha dado en llamar economía naranja.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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