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El mensaje de Katharine Hamnett

La diseñadora Katharine Hamnett.
La diseñadora Katharine Hamnett.PEDRO ÁLVAREZ

Pionera de la moda ética y de las camisetas con eslóganes políticos, la diseñadora británica ha relanzado su marca para demostrar a la industria textil que es posible producir ropa de culto con criterios sostenibles.

PESE AL FERVOR con el que diseñadores y consumidores han abrazado en los últimos años las camisetas con mensaje, la fotografía más icónica de la moda de protesta la protagonizó en 1984 la gran impulsora de este movimiento: Katharine Hamnett. En una imagen que se convirtió en noticia de portada y espejo de su tiempo, una perpleja Margaret Thatcher, que había invitado a representantes de la moda británica a una recepción en Downing Street, le estrecha la mano a la diseñadora intentando no fijar la mirada en el eslogan pacifista que esta lleva impreso en su camiseta blanca oversize: “58% Don’t Want Pershing” (“el 58% no quiere Pershing”), un mensaje que aludía a la decisión del Gobierno de permitir desplegar misiles estadounidenses Pershing en bases británicas. “Fue un selfie pionero”, bromea hoy Hamnett, que a los 70 años exhibe la misma media melena de entonces y la actitud desafiante de quien lo volvería a hacer una y mil veces. “Ni siquiera iba a ir al evento, no la tragábamos. Mi amigo [el diseñador] Jasper Conran lo planteó así: ‘¿Por qué deberíamos ir a tomar vino blanco templado con esa asesina?’. Pero luego pensé que era una oportunidad para conseguir una buena foto, y se convirtió en mi imagen más representativa”.

Katharine Hamnett fue una de las creadoras más influyentes de la libérrima moda británica de los ochenta. Había lanzado su marca en 1979 y, en menos de cinco años, vendía en 700 tiendas de 40 países y había ganado el premio inaugural del British Fashion Council al mejor diseñador. Sus colecciones —de estética unisex e inspiradas en la ropa de trabajo— tenían estatus de culto, y también desarrolló líneas de denim, relojes, gafas, bolsos y zapatos. Pero fueron sus camisetas con mensaje las que la convirtieron en un referente. La primera, “Choose Life” (“elige la vida”, en honor a un principio budista), se la puso George Michael en el videoclip de Wake Me Up Before You Go-Go, de Wham!, y desde entonces Hamnett siguió utilizando ese medio de expresión para canalizar su rechazo a las armas nucleares, la pobreza, el apartheid o el sida.

“Pasé de querer ser rica y famosa a aspirar a cambiar la moda. Fue un suicidio comercial”

Pero en 1989, en la cima de su fama y al frente de un negocio que facturaba millones de libras, la diseñadora tuvo la ocurrencia de realizar una auditoría sobre el impacto medioambiental y social de la industria textil, y lo que descubrió la dejó petrificada. “Lo encargué pensando que no habría nada malo y me encontré una pesadilla”, recuerda, antes de empezar a enumerar algunos de los efectos nocivos que arrojaba el informe: condiciones de trabajo “peores que la esclavitud”, suicidios de agricultores que no podían asumir las deudas por la compra de pesticidas, contaminación del suministro de agua, emisión de gases de efecto invernadero… “Pasé de querer ser rica y famosa a aspirar a cambiar el funcionamiento de la industria de la moda. Empecé a hacer campaña por el algodón orgánico y la producción sostenible y rompí muchos contratos”. Cometió, en sus propias palabras, un “suicidio comercial”. “Soy bastante impulsiva y no podía soportar la idea de ganarme la vida a expensas de la degradación del medio ambiente y el sufrimiento humano”. Su cruzada fue como un grito en el desierto y, ante la imposibilidad de producir sus colecciones con los criterios éticos que consideraba irrenunciables, cerró la marca en 2004.

En los setenta, Hamnett fue una pionera de las camisetas-protesta. Por desgracia, asegura, buena parte de las reivindicaciones no han perdido vigencia.
En los setenta, Hamnett fue una pionera de las camisetas-protesta. Por desgracia, asegura, buena parte de las reivindicaciones no han perdido vigencia.PEDRO ÁLVAREZ

Catorce años después de aquello, sentada en su nueva oficina en London Fields, un área vibrante del este de Londres que ella define como “el epicentro de las tendencias”, opina que la industria —en gran medida porque el consumidor millennial así lo exige— ya está dispuesta a escuchar. “Mucha gente me pedía que volviera. Y pensé: ‘Voy a enseñarles que se puede hacer”. En 2017 resucitó su firma con una colección de hombre y de mujer, y con una línea de camisetas-protesta. “Hay prendas del archivo y otras nuevas, y vendemos en tiendas muy bonitas, aunque nada que se acerque a las 700 de antaño”, admite sobre la nueva estructura de su empresa, en la que trabajan unas 18 personas y que opera casi como una start-up. Todas las prendas están confeccionadas en Italia, de forma sostenible y con materiales como algodón orgánico o poliéster reciclado. “El activismo está integrado en las propias piezas”, apunta. Los beneficios de algunas de sus camisetas, además, van dirigidos íntegramente a causas como la ayuda a los refugiados.

“Usar tu cuerpo para lanzar un mensaje es de lo más poderoso que se puede hacer”

Como ella misma constata, por desgracia casi todos los eslóganes que ha lanzado siguen siendo relevantes. “Save the World, Save Life on Earth, Save the Sea, Save the Bees, Women Against War, No War… Ojalá que esta camiseta al menos la podamos tirar a la basura”, comenta señalando la que lleva puesta, que grita en enormes mayúsculas “Cancel Brexit” (“cancelen el Brexit”). “El Brexit me rompe el corazón. Es un suicidio, es totalmente aterrador. Y creo que si hubiera un segundo referéndum la gente cambiaría de opinión, porque ahora sabe que le mintieron”, afirma sobre un asunto que le obsesiona. En la parte de atrás de la camiseta hay impresa una frase atribuida a su admirado Jeremy Corbyn, líder de los laboristas y de la oposición: “Lo único que cambia la actitud de los políticos es la amenaza de no ser reelegidos”. También hay un borrador de carta para quien desee escribir al diputado de su circunscripción exigiéndole que se aborte la salida de la UE. “Llevamos manifestándonos los últimos 30 años y hemos logrado muy poco. Tenemos que hacer campaña de forma más estratégica”, justifica. Sin embargo, hay un gesto de protesta con el que esta mujer ácida y articulada no acaba de comulgar: el todo al negro escenificado en los Globos de Oro o los Bafta en apoyo al movimiento MeToo. “El negro es el color más sexy que existe. Si querían hacer una declaración, deberían haberse presentado en la alfombra roja con vulgar ropa de diario”.

Katharine Hamnett relanzó su marca homónima en 2017.
Katharine Hamnett relanzó su marca homónima en 2017.PEDRO ÁLVAREZ

Hasta el próximo 27 de enero de 2019, prendas de su colección de 1989 Clean Up or Die se exhiben en el Museo Victoria & Albert de Londres dentro de la exposición Fashioned from Nature, que traza la compleja relación entre moda y naturaleza. Además, según revela, los museos Metropolitan de Nueva York y el MOMA quieren incorporar la memorable camiseta anti-Thatcher a sus fondos. Aún no ha decidido si la cederá, pero el interés demuestra que el impacto de aquel gesto kamikaze no se ha diluido. “Usar tu propio cuerpo para lanzar un mensaje es una de las cosas más poderosas que se pueden hacer”. 

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