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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Orbán y el PP

Los populares se abstienen en la histórica decisión del PE contra Hungría

El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, durante el pleno en el Parlamento Europeo el martes, donde dejó claro que no tendrá en cuenta la opinión del PE.
El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, durante el pleno en el Parlamento Europeo el martes, donde dejó claro que no tendrá en cuenta la opinión del PE. PATRICK SEEGER (EFE)

En una decisión histórica, el Parlamento Europeo (PE) recomendó ayer aplicar el artículo 7 de los Tratados de la UE contra Hungría, lo que incluiría como castigo la pérdida del derecho de voto de Budapest en el Consejo. Es la primera vez, desde el comienzo del proceso de unión política y comercial continental en 1957, que la Eurocámara inicia un proceso de estas características contra un país debido a la deriva autoritaria emprendida por su Gobierno. La resolución —adoptada por 448 votos a favor y 197 en contra— es de una extraordinaria gravedad. Por un lado, revela lo lejos que han llegado las veleidades populistas del Gobierno presidido por Viktor Orbán y, por otro, muestra la determinación de los órganos de gobierno de la Unión de no tolerar que el proyecto europeísta sea socavado desde dentro.

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Desde luego, Orbán no puede argumentar que la decisión de la Eurocámara le haya tomado por sorpresa. Ha recibido numerosas críticas y advertencias, entre otras cosas, por su política de hostigamiento a ONG y a instituciones educativas independientes, sus trabas a la libertad de expresión y su negativa a aceptar acuerdos alcanzados por todos los socios de la UE respecto a la acogida de refugiados. Es cierto que la votación de ayer en el Parlamento Europeo es apenas el primer paso de un largo y complicado proceso —se necesitará la unanimidad de los demás Estados miembros—, cuyo objetivo parece casi más lograr que el rebelde entre en razón antes que aplicar la sanción efectivamente. Pero eso no resta un ápice a que el artículo 7 se aplica por violar valores básicos de la UE como los derechos humanos o el imperio de la ley.

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La votación suponía una piedra de toque para el Partido Popular Europeo (PPE), al que pertenecen las grandes formaciones de centroderecha de la UE —entre ellas el PP— y de la que todavía —incomprensiblemente— es miembro el xenófobo Fidesz de Orbán. Hasta el momento, el PPE ha evitado la expulsión de ese partido, pero ayer no tuvo más remedio que retratarse. Al final, optó por dar libertad de voto.

Pero mientras los grandes partidos del centroderecha europeo, entre los que destaca la democracia cristiana alemana (CDU), se decantaron mayoritariamente por apretar el apodado botón nuclear de la UE contra Orbán, la mayoría de los eurodiputados del PP obedecieron órdenes y emitieron una tibia abstención. Siguiendo una decisión atribuida a la dirección del partido en Madrid, nueve eurodiputados populares se abstuvieron y otros tres desobedecieron, pero no para apoyar a la CDU, sino para defender a Orbán. Resulta además llamativo que el jefe del grupo popular español, Esteban González Pons, ni siquiera participase en la votación.

La primera decisión importante del PP en política exterior bajo el liderazgo de Pablo Casado ha sido notablemente desacertada. Ayer, tenía la oportunidad de demostrar el compromiso con la Europa de los valores democráticos que trata de construirse desde hace décadas. La abstención es un balón de oxígeno al populismo autoritario de Orbán, contra quien votaron incluso los diputados del derechista canciller austriaco Sebastian Kurz. Se trata de una decisión que aísla a sus propios diputados en una resolución histórica a favor de la democracia y la libertad en Europa. 

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