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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Combatir el 'top manta'

Hay que fomentar que quienes se dedican a la venta ambulante encuentren una salida en la economía regulada

'Top manta' en el paseo Joan de Borbó de Barcelona
'Top manta' en el paseo Joan de Borbó de BarcelonaJuan Barbosa

La agresión de un vendedor ambulante del llamado top manta a un turista en Barcelona ha vuelto a desatar las alertas por un fenómeno que está desbordando a muchos alcaldes españoles. La venta ilegal en las calles, habitualmente de productos falsificados, no tiene fácil solución tanto por lo enquistado del fenómeno como por el perfil de los vendedores, casi siempre inmigrantes en situación irregular que buscan en el top manta un sustento dentro de la economía sumergida.

En grandes ciudades como Barcelona, pero también en Madrid y muchas localidades costeras, el top manta no solo es pernicioso para la economía local y los comerciantes que pagan religiosamente sus impuestos. También lo es porque ocupa y degrada el espacio público, que es un bien a preservar. Los habitantes de las ciudades tienen la necesidad de que calles, plazas y parques estén a disposición de la colectividad y no secuestrados por actividades particulares. De la misma forma que las ciudades tienen que regular la invasión de las aceras por parte de motocicletas, terrazas o bicicletas, es importante que combatan la ocupación sin control por parte de la venta irregular. Sin regulación, el espacio público tiende a degradarse. Es fuente de malestar y allana el terreno a los populismos que asolan la política.

El top manta debe combatirse, en primer lugar, concienciando a los compradores sobre los efectos perniciosos de esta actividad. En segundo lugar, hay que fomentar que quienes se dedican a este comercio encuentren una salida en la economía regulada. Barcelona ha ensayado con éxito la creación de una cooperativa de exmanteros que ahora se dedican al comercio legal. Una iniciativa pionera pero insuficiente. Y en tercer término se tiene que garantizar que las fuerzas del orden puedan actuar si todo lo anterior falla. Achantarse ante este fenómeno y mirar hacia otro lado, no resolverá el problema y solo contribuirá a crear malestar social.

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