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Tecnología contra el miedo a salir de prisión

Las colapsadas prisiones latinoamericanas apenas cuentan con programas de reinserción. Un seminario aborda soluciones basadas en la innovación

PIXABAY
Pablo Linde

Claudia C. tenía “miedo a la libertad”. Después de nueve años en un penal colombiano, la angustia crecía conforme se acercaba la fecha de salida. “No sabía a qué iba a dedicarme, dónde iba a dormir, qué iba a comer”, relata. “Una sabe de otras que salen, no se pueden ganar la vida y acaban recayendo”.

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Si las prisiones son lugares destinados a sacar de las calles a los criminales para que no delincan y rehabilitarlos, en América Latina han fracasado. Aunque la población carcelaria no ha parado de crecer en los últimos años, los homicidios no han caído. Al contrario: existe una correlación entre número de presos y asesinatos. Fallan muchas piezas del engranaje del sistema penitenciario de la región. La ausencia de buenos programas de rehabilitación es, según los expertos, una de ellas.

Los penales de Latinoamérica sufren las tasas de sobrepoblación más altas del mundo. El hacinamiento, los motines y la falta de recursos para atender debidamente a los presos son una constante. En lugar de rehabilitarse, los delincuentes se “profesionalizan”, en palabras de Nathalie Alvarado, especialista en Seguridad Ciudadana del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Y a esto se suma el estigma social. “Cuando ven en tu hoja de vida [currículo] que has estado en la cárcel, te descartan para cualquier trabajo”, asegura Claudia C. Ella descubrió una alternativa: Chiper. Es una nueva aplicación que surgió para distribuir los excedentes de productos almacenados de empresas, sobre todo comestibles. El objetivo, según explica Oscar Sarria, uno de sus creadores, era crear un modelo colaborativo: “La idea es que personas de los estratos bajos [en Colombia las ciudades están divididas por estratos en función de las rentas para que las inferiores paguen menos impuestos; hay del uno, el más bajo, al seis] comprasen productos baratos y los vendieran en sus barrios, en oficinas, como una forma de recibir ingresos extra o de ganarse la vida autónomamente”.

Cuando ven en tu hoja de vida [currículo] que has estado en la cárcel, te descartan para cualquier trabajo

Cuando los empresarios conocieron a la Fundación Hanna Cortés, que trabaja precisamente en la rehabilitación de expresidiarias, pensaron que podrían colaborar juntos. No piden currículos y en los dos meses que lleva en marcha, ya hay una quincena trabajando. “Tengo que decir que ellas son las mejores empresarias, las más juiciosas, las que mejor pagan, y las más atentas a la hora de recibir el producto”, asegura Sarria.

Es una de las soluciones que esta semana se han debatido en la sede del BID en Washington como parte de un seminario que buscaba precisamente encontrar alternativas tecnológicas que permitieran mejorar la reinserción de los presos, algo que para el banco es “el desafío más urgente y comúnmente ignorado” de Latinoamérica. Según Alvarado, especialista en seguridad ciudadana, es un problema “poco visible y sin atractivo para los políticos”. “Nunca lo ves en el centro del debate público”, subraya. Además, es un lastre económico. La institución calculó que a la región le sale por 14.000 millones de dólares al año.

“La solución más fácil que la gente piensa es construir más cárceles. Pero antes debemos pensar por qué están como están, en qué se pueden mejorar. Vivimos la cuarta revolución industrial, la era de digitalización y tecnología. Esto puede contribuir a mejorar la vida de las prisiones y no ha llegado a ellas. Muchas no saben cuántos presos tienen, quiénes son ni de dónde vienen, cuánto tiempo han estado allí, si tienen procesos pendientes…”, enumera Alvarado. En su opinión, las tecnologías también pueden servir como nexo con la vida de fuera, algo que hace más sencilla la reinserción.

En el seminario organizado por el BID, empresas tecnológicas, expertos y gobiernos se han sentado para examinar soluciones y estudiar cuáles pueden ser implementadas en proyectos piloto. Estas son algunas de las candidatas:

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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