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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez
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España y los ODS: algo se mueve

El Alto Comisionado del Gobierno para los ODS va a tener que correr para ponerse a la altura de lo que están haciendo otros actores

Gonzalo Fanjul

Como en tantos otros ámbitos del interés publico en nuestro país, el panorama de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se ha despejado considerablemente en las últimas semanas. Los lectores de este blog tal vez recuerden el lamento que publicamos hace solo un par de meses, comentando el Borrador cero (Zero) elaborado por el Gobierno. Desde entonces, no solo tenemos un segundo borrador –más completo y del que hablaremos en los próximos días–, sino que contamos con lo que más importaba en este momento: la atención y el compromiso del Gobierno.

Con su decisión de crear un Alto Comisionado para los ODS –con músculo técnico y dependiente directamente de su Presidencia– Pedro Sánchez envía el mensaje político adecuado y demuestra que comprende el carácter transversal de estos objetivos. Ahora solo queda que los aterrice de un modo reconocible para la mayoría de los españoles. Estos objetivos dejarán de ser un acrónimo desconocido cuando los ciudadanos podamos asociarlo con mares más limpios, sociedades más justas o ciudades más vivibles.

Afortunadamente, no están solos. Esta misma semana he tenido dos oportunidades de comprobar que la sociedad ha decidido no esperar al gobierno central en la implementación de la Agenda 2030. La primera fue la presentación de un nuevo documento de ISGlobal titulado La Responsabilidad Social Empresarial en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El trabajo ha sido escrito por mi compañera Leire Pajín y en él se realiza una propuesta práctica y lúcida para optimizar la contribución del sector privado a esta agenda. No son pocas las empresas que se están poniendo a tiro, espoleadas en parte por la responsabilidad de sus directivos y empleados, pero yo diría que sobre todo por la oportunidad de conservar y expandir su negocio sobre la base de un modelo más responsable. En el documento encontrarán numerosos ejemplos, buenas prácticas y propuestas dirigidas a una diversidad de actores.

La segunda ocasión ha sido la Conferencia Iberoamericana sobre ODS, cuya primera edición se desarrolla estos días en Salamanca. Se trata de una fabulosa oportunidad para establecer el tipo de coaliciones improbables que fundamentan el éxito de los ODS. Allí se están dando cita representantes de ciudades, universidades, empresas, jóvenes y muchos otros que se mezclan para entender y aprovechar el valor añadido ajeno en cuatro asuntos centrales de la agenda: educación para la transformación; medio ambiente y energía; alianzas multiactor; e innovación para el desarrollo.

Un buen ejemplo de esta energía vino de las comunidades autónomas. Los representantes de cinco de ellas (La Rioja, Navarra, Castilla-León, Aragón y Castilla-La Mancha) expusieron los avances que han realizado en casi tres años. Y resulta inspirador: decenas de iniciativas legales y políticas, mapeos presupuestarios por ODS o identificación de retos y buenas prácticas. Sobre todo, un ejercicio activo de pedagogía interna que ha hecho que en estas comunidades autónomas la Agenda 2030 se acerque a la actividad cotidiana de sus administraciones.

Tanto las empresas del primer encuentro como las comunidades autónomas del segundo plantearon un desafío común para el Gobierno de España (y para la alta comisionada que previsiblemente va a ser nominada en el Consejo de Ministros de mañana): una dirección estratégica que permita alinear prioridades, definir indicadores de seguimiento y optimizar los recursos disponibles. En otras palabras, liderar.

Son todas buenas noticias. No vamos a resolver nuestros problemas en cuatro días ni en una legislatura, pero al menos se ha roto este maleficio que nos mantenía paralizados y absortos.

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