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Tentaciones
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Lo amas o lo odias: Shakira, sus canciones, sus bailes y sus símbolos

La cantante ha retomado su gira tras un severo problema de garganta. Unos no pueden evitar dejarse llevar por su ritmo; otros no soportan su tono ni que le acusen de plagio

Shakira en el O2 Arena de Londres el 11 de junio de 2018.
Shakira en el O2 Arena de Londres el 11 de junio de 2018.SAMIR HUSSEIN (Getty Images)

Shaki bonita, por Javier A. Fernández

"Shaki te estás bien bonita, aunque también me gustabas cuando estabas más gordita, con el pelito negrito y la cara redondita, así medio rockerita". Esta frase de Mi gordita, una canción del dúo de rap fusión Calle 13, recoge el sentir de muchos de los seguidores más veteranos de la cantante colombiana. El cambio de color de su pelo en 2001 llevaba aparejado un cambio de estilo musical. Casi 20 años después, muchos siguen recordando a la original, aquella que demostró que el rock latino no era terreno únicamente de los hombres. Su conquista del mundo, sin embargo, convirtió su nervio en pop tropical apto para las masas. A pesar de todo, su esencia sale a la luz, en ocasiones, entre las capas de reggaeton y Farmatint. Por eso, merece la pena seguir reivindicando a la diva latina por varias razones:

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1. Puede que te cueste entender sus letras por su particular manera de vocalizar. O que su voz te resulte insufrible, pero, cada dos o tres veranos, Shakira lanza un temazo que acabas bailando y cantando por todas partes. De La tortura a La bicicleta y de Las de la intuición al Waka waka. Te los sabes, y no los puedes resistir. Reconócelo. 

2. Shakira se mueve como nadie. Sus coreografías van mucho más allá de los caderazos. El baile de la gata en su Gira de la Mangosta (2001) y el de la loba enjaulada (con el trasero-globo que se hincha) en el vídeo de la canción de mismo título, están muy cerca del moonwalk o la madonniana sentadilla cósmica

3. Sus baladas y medios tiempos rock siguen presentes en sus discos, aunque no se escuchen en la radio. Hay ejemplos para parar un tren: Lo que más, You dont care about me, Coconut tree... En ocasiones, además, nos regala rimas geniales o absurdas como la de Nada, de su último disco, El Dorado: "Tiro mi bolso Chanel del barrio chino, al sueno mojado y me lanzo a correr...". Al menos se deshace de la piratería.

4. Cuando se trata de dar espectáculo, Shakira juega en la misma liga que Madonna, Beyoncé y Michael Jackson. No solo canta y baila en directo, sus conciertos son un auténtico despliegue audiovisual que lo convierten en una experiencia "de MTV Awards", que diría la Björk de Joaquín Reyes. 

5.Si las puestas en escena te dan igual y los bailes también, en sus conciertos no te aburrirás: te sabes muchos más hitazos de los que te gustaría reconocer.  

6. Aunque lance singles horripilantes, Perro Fiel o Trap son dos ejemplos recientes, la estrella tiene cierto buen gusto musical. Lo demuestra a veces con los temas que elige para versionar en sus discos o en directo: AC/DC, The XX's, la banda catalana Sau, Francis Cabrel o Metallica en la penúltima gira. 

7. Shakira ha abrazado el reggaeton sin pudor. Muchas grandes estrellas han intentado adaptarse las nuevas tendencias y han hecho el ridículo, véase, y escúchese, a Madonna, o Christina Aguilera.

8. Ha conseguido que canciones en castellano se escuchen en todos los rincones del planeta, varias veces, algo que solo han hecho Julio Iglesias, su hijo, Los del Río y Las Ketchup, con una canción. A Shakira no le importa cantar en Hamburgo o en Hong Kong y marcarse el Ciego Sordomuda y La tortura seguidas. 

Lo irritante de Shakira es que no disimula, por Luis Meyer

No es la intención de este artículo valorar el talento de Shakira. No duda, quien escribe, que su carrera estratosférica solo se la debe a ella misma y a su tesón, y que más allá de consideraciones musicales, lo que tiene se lo ha ganado a pulso. 

La artista colombiana, empero, es un pelín laxa a la hora de incluir influencias ajenas en sus canciones. Y eso le ha valido acusaciones públicas (y alguna amenaza de demanda) de artistas como Wilfredo Vargas, por el sospechoso parecido, hasta el reflejo, del estribillo de Waka-waka con el del El negro no puede, del músico dominicano. Pero seamos justos. La música popular es lo que es. Se basa en hechuras estrechas que dejan poco espacio para la innovación. Y coincidir en una melodía, sin querer, no es tan inverosímil. No olvidemos que The Beatles habrían ganado más dinero por demandar a todos los que han usado los acordes de Let it be que por los derechos de su discografía completa. Por no hablar de lo que los de la banda de Liverpool le deberían, a su vez, a Chuck Berry. Pero no nos desviemos. 

Lo verdaderamente irritante de Shakira es que en algunas de sus canciones ni siquiera disimula. Vayamos por partes: es la única persona, junto con Cristiano Ronaldo, que tiene más de 100 millones de seguidores en Facebook, sus giras recaudan cientos de millones de dólares, es la artista que más discos vendió en la década pasada en todo el mundo y ha ganado 16 Grammy, siete Billboard Music Award y otros tantos American Music Awards. Tal vez, tamaña ascensión se convirtió en empacho de estrellato, e hizo que la de Barranquilla perdiera contacto con la realidad.

Y uno no puede dejar de suponer que eso la llevó a tener la faz marmórea de profanar las cuatro notas del punteo de Shine on crazy diamond, de Pink Floyd, esas pulsaciones cadenciosas que te mantienen en vilo en el minuto cuatro, un punto de inflexión magistral después de una introducción subyugantemente bella y justo antes de una andanada de guitarra electrizante, lisérgica y elevadora. Pues bien: Shakira coge esas cuatro notas sacramentales y acelera el tempo, indelicada, para la introducción de Suerte (Whenever, wherever, para el mercado anglosajón), un tema pop con toques latinos de indudable pretensión discotequera, destinado más al contoneo óseo en chiringuito que a la degustación timpánica.

Algunos biempensantes podrían argüir que la canción no la compuso ella, que la usurpación es de Tim Mitchell y Gloria Stefan, los verdaderos hacedores de la cosa por encargo. Pero no cuela. La rigurosa publicación Rolling Stone publicó una entrevista a Shakira en 2010 en la que ella misma aseguraba que escuchaba Dark side of the moon en el coche, tal vez el álbum más referencial y reverenciado de Pink Floyd. Si le molaba la banda británica, tuvo la oportunidad de suprimir esa pista de sonido en el estudio de grabación. Que para eso es Shakira.

Y luego están las voces malpensantes, claro. La CNBC publicó en 2011 que la cantante y Roger Waters compraron juntos una isla en las Bahamas para estimular el turismo en la zona. Hay quienes opinan que al avispado fundador de Pink Floyd no le compensaba tener problemas con su socia en tan lucroso negocio. Total, por cuatro notas...

Apunte: No es la única vez que Shakira ha utilizado fragmentos de epítomes del rock para sus temas bailongos. Un ejemplo es Que me quedes tú, que copia descaradamente el bajo de Adam Clayton en New years day, de U2. Pero los vaivenes del pop son impredecibles: hace un año, la banda irlandesa tocó en directo un par de minutos de una canción de Shakira. ¿Adivinan cuál? Whenever, wherever. Por suerte, empezada, y así se evitaron tener que plagiar, también, el punteo de Pink Floyd. No vaya ser que a ellos sí les caiga un rapapolvo del maestro Waters.

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