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El test que está haciendo que miles de personas que se creían introvertidas descubran que son extrovertidas

Cuando está cansado, ¿qué es lo que más necesita hacer?

Se comen el mundo. Porque son simpáticos, agradables, proactivos, arrojados y valientes. Porque cautivan. Con facilidad, se convierten en el alma de cualquier reunión. Exponen sus ideas con aterciopelada agresividad y con gestos expansivos, que abrazan. Qué envidia, las personas extrovertidas.

Porque usted prefiere las reuniones íntimas, las exposiciones privadas. Una o dos personas, como mucho. Huye de los eventos sociales. Le agotan. Los nuevos escenarios, las fiestas multitudinarias. Usted prefiere, tras un largo día de trabajo, descansar en el silencio de su soledad. Prefiere la calma y la quietud de una agradable lectura y de una copa de vino. La introversión.

Pero, sin clemencia, la sociedad le señala. Le apunta con el dedo y le tacha de antisocial. Y aunque querría que eso le importase un bledo, cae en la trampa y corre a apuntarse a sesiones de coaching, a conferencias para trabajar en sus habilidades sociales, a cursos para fortalecer sus habilidades comunicativas.

Pues mal hecho.

La mayor parte de personas se encuentra en un punto central

"La palabra introvertido evoca a un friki sin afeitar, encerrado ante un ordenador varios días que va desperdigando por encima del teclado migas de pizza a domicilio". Es un extracto de El éxito de los introvertidos, el éxito de ventas de la doctora en lingüística y comunicación Sylvia Löhken que, junto a sus diplomas, cuelga también el título de confesa introvertida. Confesa y orgullosa. Porque Löhken considera que la buena comunicación está relacionada con la identidad y no tanto con las habilidades de comunicación pretendidamente perfectas. Cree que solo se puede tratar con otras personas de forma convincente si uno se conoce bien y es capaz de manejarse de forma adecuada. Y sostiene además que la etiqueta de 'antisocial' que soportan las personas introvertidas es profundamente injusta.

"Los introvertidos somos cautos; escuchamos, analizamos, empatizamos. También somos tenaces y calmados", repasa, y completa: "Todas estas ventajas pueden ser claves prometedoras para el éxito y la buena vida, incluso cuando a menudo se subestiman en un mundo ruidoso". Pero su tesis no enfrenta a los dos polos, a la extroversión y a la introversión, sino que los presenta como los dos puntos extremos de un continuo. Afirma que la mayoría de las personas se encuentran en una zona central moderada, pero tendente hacia un cabo o hacia el otro, y asegura que, como en casi todo, vivir instalado más allá de cualquiera de los dos extremos entraña un carácter patológico que puede ser germen de enfermedades. Porque ningún extremo es jamás positivo.

Por eso, y porque el ser humano es de natural adaptativo, cada uno caminará hacia un lado u otro de la senda en cada momento, aunque partiendo con mayor o menor ventaja respecto al equilibrado centro. Y quiere ayudar Löhken a que los introvertidos no se sientan mal por serlo, que no caigan en la trampa de sentirse tímidos o hipersensibles. Por eso, propone en El éxito de los introvertidos un método de autoconociendo, planteando varias preguntas: ¿con qué tipo de persona se siente más cómodo?, ¿qué situaciones encajan más con su forma de ser? ¿Cómo se comporta si está estresado y tiene que recargar las pilas?, ¿prefiere salir con amigos o quedarse en casa para disfrutar de su misma compañía?

Deducir para reconocerse. De forma sencilla y clara, para "descubrir cómo ser lo que se es y usar esto para comunicarse, actuar y vivir exitosamente", explica Löhken a BuenaVida, proponiendo después una sencilla prueba. ¿Se atreve a auto-investigarse?

El 'test'

Köhnel invita a marcar las frases que más encajen con su forma de actuar:

1. Me impaciento enseguida cuando hablo con alguien que tarda demasiado en responder

2. Prefiero hablar con una sola persona que con varias

3. Tengo la impresión de que soy capaz de entender con más facilidad lo que pienso si hablo de ello con otras personas

4. Me gusta que mi entorno esté limpio y ordenado

5. Me gusta actuar rápidamente, por una corazonada, en vez de pensármelo durante mucho tiempo

6. Si estoy realmente cansado/a, prefiero estar solo/a

7. Las personas que hablan rápido me agotan

8. Tengo gustos muy personales y característicos

9. Evito las muchedumbres en la medida de lo posible

10. Normalmente, no me cuesta mantener una conversación trivial, incluso con personas que no conozco

11. Si paso mucho tiempo con gente, acabo cansándome o sintiéndome irritado/a

12. Las personas suelen prestarme atención cuando hablo

13. Si tengo visitas en casa que se quedan mucho tiempo, espero que colaboren

14. Prefiero trabajar en un proyecto por secciones pequeñas en vez de dedicar mucho tiempo a una sola parte

15. A veces muy siento muy cansado/a después de muchas conversaciones o si la gente habla muy alto

16. No necesito muchos amigos

17. No paso demasiado tiempo pensando en lo que pasa por la cabeza a otras personas

18. Me preocupo de dormir las horas suficientes

19. Me emocionan los sitios y entornos nuevos

20. Me agobian las molestias repentinas y las situaciones inesperadas

21. Considero que la gente suele pensar que soy demasiado tranquilo/a, distante o tímido/a

22. Me gusta observar de cerca y presto atención a los detalles

23. Prefiero hablar a escribir

24. Me informo a conciencia antes de tomar una decisión sobre algo

25. Suelo tardar en captar la tensión que existe entre las personas

26. Tengo una sensibilidad estética acusada

27. A veces busco excusas para no ir a una fiesta o a otros eventos sociales

28. Confío en la gente relativamente rápido

29. Me gusta pensarme las cosas y llegar a fondo del asunto correspondiente

30. Evito hablar ante un público numeroso en la medida de lo posible

31. Saber escuchar no es mi mejor cualidad

32. A menudo, permito que las expectativas de otras personas me impresionen excesivamente

33. Normalmente, puedo asumir los ataques personales

34. Me aburro con facilidad

35. Si hay algo especial para celebrar, me satisface que sea a lo grande: una buena fiesta o una comida con un montón de gente

Los resultados

Frases de introvertidos: 2, 6, 7, 9, 11, 15, 16, 20, 21, 22, 24, 27, 29, 30, 32.

Frases de extrovertidos: 1, 3, 5, 10, 12, 14, 17, 19, 23, 25, 28, 31, 34, 35.

Las frases 4, 8, 13, 18 y 26 no tienen anda que ver con un extremo u otro y únicamente sirven para evitar caer en la rutina de responder.

Es introvertido si ha marcado al menos tres frases de introvertido más que de extrovertido.

A mayor número de frases, con mayor contundencia podrá afirmar que es una persona introvertida.

Ha marcado más o menos la misma cantidad de frases de introvertido que de extrovertido, es decir, no hay más de dos frases de diferencia.

Se encuentra en la zona intermedia y puede considerarse "centrovertido" o "ambivertido". Su comportamiento es especialmente flexible y adaptativo.

En el término medio, la virtud

Y en la capacidad de adaptación, el éxito. Pero los introvertidos no son antisociales. Simplemente, enfrentan la vida de otra forma. Y recuperan su energía, también, de modo distinto: “Si los extrovertidos son como aerogeneradores, es decir, encuentran en factores externos como el impulso del viento el mecanismo para recargar las pilas, los introvertidos somos como las baterías: nos recargamos solos en reposo y con más calma”, concluye Köhnel.

Establece que solo cuando seamos capaces de encontrar nuestro punto en el continuo seremos conscientes de ciertas fortalezas y obstáculos, pudiendo convertir estos en oportunidades. Y todos somos sociales, sí, aunque unos más que otros, pero eso no significa que los más abiertos estén predestinados al éxito, y a la inversa. “Obama, Zuckerberg, Gates o Merkel, son personas introvertidas. Igual que lo fueron García Lorca, Tàpies o Miró. ¿Alguien duda de su rutilante éxito?”, pregunta la autora.

Así que menos coaching y más autoconocimiento. Menos forzarse para ser lo que no se es y más autoestima. Y menos pensar que el introvertido solo come pizza frente al ordenador y que el extrovertido tiene, siempre, la sartén por el mango.

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