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Esta vasija milagrosa lo cambió todo

El dispensador Purifaaya es un método barato y eficiente para purificar el agua fabricado en Uganda que está empezando a extenderse a otros países

Niños ugandeses, con el dispensador de agua Purifaaya.
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Uno por uno, los alumnos de la escuela primaria Bright Little Angel corren, con vasos de plástico de colores en sus manos, hacia un dispensador de agua azul y blanco. El aparato, un Purifaaya, es uno de los cuatro que se han instalado en diferentes puntos de este colegio de primaria de Nakawuka, en el distrito de Wakiso, en Uganda. Como la escuela carece de una cantina, los dispensadores son esenciales. "Hacemos hincapié en la importancia del agua potable porque queremos que los alumnos se acostumbren", explica Basajja Kirinya, director del centro.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 800 millones de personas en todo el mundo carecen de acceso al agua potable. En Uganda, las enfermedades transmitidas por este medio siguen siendo una de las principales causas de mortalidad entre los menores de cinco años. Paralelamente, el Programa de Agua y Saneamiento del Banco Mundial señala que las enfermedades diarreicas causadas por el pésimo saneamiento y el tiempo de búsqueda de este bien de primera necesidad le cuestan al país más de 170 millones de dólares al año (147 millones de euros).

Antes de que un buen samaritano donase los dispensadores de agua de Purifaaya a la escuela, los alumnos bebían principalmente agua hervida. "A veces, todavía estaba caliente a la hora del almuerzo o teníamos que dejarla al aire libre para que se enfriara. El Purifaaya cambió todo", apunta Kirinya.

Iniciativas que cambian el mundo

Este reportaje pertenece al proyecto Impact Journalism Day, que recoge historias sobre proyectos positivos que se están llevando a cabo en todo el mundo. Medio centenar de periódicos participa en la iniciativa de la que EL PAÍS forma parte. Consulta aquí las otras historias que hemos publicado:

El aparato es fabricado en Kampala por la empresa social Spouts of Water, que tiene sede en Estados Unidos. Su cofundadora, Kathy Ku, había pasado un verano en Uganda y, alarmada por la falta de acceso al agua potable, se asoció con su compañero de Harvard, John Kye, para crear la organización en 2012. En julio de 2015, el Ministerio de Agua y Medioambiente de Uganda determinó que el filtro tenía un 99,9% de efectividad y que el agua que pasaba a través de él era apta para el consumo humano.

A diferencia de la mayoría de los demás sistemas que proporcionan agua potable en países en desarrollo, el Purifaaya utiliza un filtro en forma de vasija de cerámica dentro del dispensador de plástico, hecho completamente con materiales locales: arcilla, serrín y una delgada capa de nitrato de plata para mejorar la eliminación bacteriana. Esta vasija de cerámica permite que el líquido fluya, manteniendo su sabor y aroma, mientras captura virus, agentes contaminantes y materiales orgánicos e inorgánicos de más de media micra. Su proceso de filtración basado en la gravedad permite un caudal de hasta tres litros por hora.

Spouts of Water emplea a 35 trabajadores locales en su fábrica, mientras desarrolla una amplia red de asociaciones para garantizar la distribución y llegar a todos, independientemente de su situación económica o ubicación. Para una familia, un conjunto completo de Purifaaya se vende por 100.000 chelines ugandeses (25 euros). Spouts of Water tiene como objetivo proporcionar agua potable a los 10 millones de ugandeses que aún carecen de acceso. Mientras tanto, la empresa ha comenzado a abastecer a la vecina Congo.

El Purifaaya utiliza un filtro en forma de vasija de cerámica dentro del dispensador de plástico, hecho completamente con materiales locales

Si bien todos los filtros de Purifaaya son del mismo tamaño, vienen en dos dispensadores de diferentes volúmenes: uno con una capacidad de 20 litros, principalmente para familias, y otro con una capacidad de 65 litros para empresas o instituciones. Desde noviembre de 2015, se han distribuido más de 1.600 filtros a las escuelas gracias a un programa en asociación con la ONG Save the Children, que garantiza agua potable para aproximadamente 30.000 estudiantes.

Annet Nakibinge, concejala local de Nakawuka, es una de los 110.000 ugandeses que han accedido al agua potable desde el lanzamiento de Spouts of Water; lleva usando Purifaaya cinco meses. Asegura que hervir agua cada dos días, para una familia de nueve personas, era laborioso y llevaba mucho tiempo."Consumimos alrededor de 10 litros cada dos días", lo que equivale a un dólar de carbón en un país donde unos 10 millones de personas ganan menos de 1,25 dólares al día.

Las principales fuentes de agua en el área de Nakibinge son un pozo y una perforación. Pero con el pozo casi siempre contaminado debido a su uso constante, las personas recurren a la perforación en busca de agua, que parece estar limpia pero que a menudo contiene objetos metálicos y restos de óxido.

Nakibinge ha sido fundamental para garantizar que más familias en la zona adquieran los filtros, ya que ayuda a organizar reuniones donde los locales aprenden sobre la importancia del agua limpia. Los que adquieren el filtro en estas reuniones reciben un 15% de descuento en la compra, y pueden pagarlo en cuotas mensuales, para que nadie se quede sin uno.

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