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Tentaciones
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Dellafuente y su ‘música folklórica atemporal’

'Granaíno' hasta la médula, familiar y leal. El artista habló de las redes sociales, del mundo que le rodea y de su futuro, tiene clara una cosa: nada va a cambiar su forma de vivir

Vídeo: C.MARTÍNEZ
Javier Marmisa

Dellafuente es, además uno de los grandes estandartes de la ola de la música urbana en España, una persona normal. Lo que en el gremio del periodismo y del famoseo en general es un topicazo de manual —"pues Fulano no lo parece por las pintas, pero es un tío súper cercano"—, en el caso de Pablo Enoc Bayo, al que sus amigos llaman El Chino, es una verdad como un templo. Las cadenas doradas, los anillos en las manos o los cristales ahumados de sus gafas de sol pueden ser algo parecido a un peaje en un mundo en el que los símbolos de estatus son un básico, o quizá se traten solo de un gusto personal, en este caso no viene al caso.

La cuestión es que estos caros adornos no marcan a priori su carácter. La sinceridad y humildad de El Chino es apabullante: "Es muy bonito lo que estoy viviendo, pero a veces no soy consciente. Y no lo disfruto como lo debería disfrutar. A veces termina un concierto y digo: 'Coño, debería de haberlo disfrutado. Estoy cansado y no lo he disfrutado'. Muchas veces tengo la opción rondando la cabeza de cerrar la puerta y hacer otra cosa, porque muchas veces me supera todo, porque no es algo que haya buscado". Pero que nadie se asuste, queda Dellafuente para rato, aunque el siguiente paso no está claro: "Llevo un año y medio grabando por grabar como el que dice, pero no tengo un objetivo a corto de lanzar un álbum o un EP. Tampoco me veo necesitado de sacarlo y estoy esperando a que sea el mejor momento".

Cuando otros niegan relaciones formales para vender más papel en conciertos y llenar más portadas, un viejo truco que ya han puesto en práctica desde los primeros rockeros a las estrellas del pop, a él no le tiemblan los anillos para hablar de ella: "Para mí, mi mujer es como la columna vertebral de mi vida. No solo en la música, sino de mi vida. Es mi estabilidad. Siempre lo he dicho y siempre lo he pensado". En un mundo en el que el postureo marca la agenda, él defiende lo contrario, como reza su sencillo Pa mejor: Como se nota la envidia cuando a uno le va bonito, / como se nota la tirria porque no hago delito, / ahora yo soy empresario, estoy generando factura, / no vendo hierba en el barrio, que le follen a las posturas.

Esta actitud le ha salvado de muchas polémicas, frente a otros artistas que han lanzado mensajes marcadamente misóginos, uno de los graves problemas artísticos por los que atraviesa la industria: "A mí no me sale decir cosas que estén feas para las grandes masas, un niño de 15 años o una mujer. Pero eso va con mi persona. Pero tampoco me gusta tener esa responsabilidad. Creo le corta las alas al artista". Eso sí, Dellafuente se pavonea como el que más, en ese sentido no tiene problema en esconderlo. ¿Su última hazaña? Lanzar al mercado los dellars: "Es parte del juego, hacer billetes con tu cara. Es algo que ya es normal y me hizo mucha gracia la estampa de ver un millón de dellars. Me parece una obra de arte el billete".

Me siento un poco esclavo de Internet

Dellafuente presentó junto a Sony Xperia #FUNATIC, en Madrid, una experiencia que une pasión por la música y diversión; dos elementos que se unen a su filosofía, que acaba resumiéndose en dos palabras clave: familia y lealtad. Con ese trasfondo nace Dellafuente F.C., una marca que ya cuenta con identidad propia, su camiseta se vende ya por 90 euros: "Ha sido algo que ha escapado a mi conocimiento. Cuando empezó todo ni era consciente de que lo que más funciona en España es es fútbol. Ha sido tan natural y tan puro que ha funcionado por eso. La gente cree que está asociado a unos valores y ha calado mucho.

Granaíno hasta la médula, podría parecer un pulpo en un garaje en este mundo. La descripción más original a su trabajo se puede encontrar en su bio de Instagram: "Música folklórica atemporal". Pero no acaba de ser del todo precisa. El éxito y fervor desmedido que genera Dellafuente nace en el momento concreto, el preciso, en que las grandes masas reclamaban algo que no estaba en el circuito festivalero ni en las radio fórmulas. Tenía además un canal ideal para su difusión, las redes sociales, que lo acogieron con euforia y lo multiplicaron exponencialmente. Pero tiene su cara B: "Me siento un poco esclavo de Internet, si estás dos semanas fuera es como si estuvieras muerto musicalmente. Y muchas veces me he planteado borrarme las redes sociales y seguir con mi canal de YouTube y mis plataformas digitales".

La solución para que exista menos misterio en torno a su figura y para tener más presencia en los medios está clara, pero no la contempla de momento: "Tendría que moverme a Madrid, aquí es donde se mueve todo. Al final esto es una forma de la vida a la que tienes que ir amoldando. Yo vengo de Granada, me tiro aquí una semana, tengo cuatro entrevistas, un videoclip, tres reuniones, un concierto... Pero yo en Granada estoy con mi gente de siempre y haciendo los mismos planes. Mi vida no ha cambiado en ese sentido, vivo mejor, no tengo las dificultades que tenía antes, pero mi círculo siempre ha sido el mismo. Y de ahí no me sacan ni muerto".

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Sobre la firma

Javier Marmisa
Redactor de vídeo especializado en Cultura. Empezó su trayectoria en EL PAÍS en 2015. Ha trabajado en el diario AS, Europa Press y en medios digitales. Es graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y Máster en Cultura Contemporánea por el Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset.

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