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El hombre que ha fabricado todas las series españolas que has visto (‘La casa de papel’ incluida)

'Los Serrano', 'Vis a vis', 'Periodistas', 'Los hombres de Paco'... En todas ha participado el navarro Álex Pina, que lo dejó todo por recuperar su libertad creativa

"La casa de papel' traslada a los espectadores un sentimiento de decepción hacia los gobiernos centrales y los bancos y retrata el deterioro del capitalismo, algo que evidentemente está calando", señala el creador de la serie, Álex Pina.
"La casa de papel' traslada a los espectadores un sentimiento de decepción hacia los gobiernos centrales y los bancos y retrata el deterioro del capitalismo, algo que evidentemente está calando", señala el creador de la serie, Álex Pina.

Su último capítulo se emitió hace cinco meses en Antena 3 y La casa de papel ya es una de las series españolas más famosas. Netflix, la plataforma digital de contenidos que opera en todo el mundo, ha comunicado que se trata de la serie de habla no inglesa más vista de su catálogo. El edificio del CSIC (que hace las veces de la Casa de la Moneda y Timbre donde los protagonistas ejecutan un atraco) está asediada por turistas extranjeros que quieren hacerse fotos en ella. El exalcalde de Ankara (Turquía), Melih Gökçek, ha pedido a los servicios secretos y a la policía que intervengan en la emisión de una serie que “se está convirtiendo en un símbolo de rebeldía muy peligroso”. Los aficionados del equipo de fútbol de Arabia Saudi Al Ittihad desplegaron una pancarta con la cara del entrenador y varios jugadores enmascarados con la careta de Dalí que llevan los personajes de la serie. Esa ya icónica máscara aparece en manifestaciones en Argentina, en billetes diseñados por artistas-protesta en Uruguay y en lonas promocionales de Netflix (que acaba de anunciar que producirá la tercera temporada) alrededor de todo el planeta.

“La casa de papel traslada a los espectadores un sentimiento de decepción hacia los gobiernos centrales y los bancos y retrata el deterioro del capitalismo, algo que evidentemente está calando. También habla, aunque sea en pequeño, del 15M, de la crisis y de los rescates”, explica su creador (se le ocurrió la idea, la desarrolla, hace los guiones, lo supervisa todo...), Álex Pina (Pamplona, 50 años). El público encuentra una satisfacción liberadora en acompañar a un grupo de marginados sociales en su plan de robar dinero a los poderosos y erigirse como héroes populares, dentro y fuera de la serie. “Pedro Alonso, que interpreta a Berlín, está ahora en Argentina y no puede salir del hotel porque está rodeado por fans”, cuenta Pina.

El exalcalde de Ankara (Turquía), Melih Gökçek, ha pedido a los servicios secretos que intervengan en la emisión de una serie que “se está convirtiendo en un símbolo de rebeldía muy peligroso”

La capacidad de La casa de papel para trascender el entretenimiento puro y despertar entusiasmo mundial está exportada en formato reducido: sus capítulos de 70 minutos han sido remontados para durar 50 y 15 episodios se han convertido en 22. La serie viaja con una efectividad innegable y, sin embargo, si fuera por Antena 3 probablemente no tendría tercera temporada. Su primer episodio se estrenó arrasando (cuatro millones de espectadores y 25 % de cuota de pantalla) y en dos meses perdió por el camino la mitad de su público.

Aquel último episodio comenzó casi a las 22:53 horas. “Antena 3 se financia con publicidad y tiene sus estudios de cuándo emitir y por qué, no creo que hiciera nada malo”, explica Pina. Y añade: “El horario es muy exigente con el espectador, que si 'seis minutos y volvemos', que si telepromociones. Pero el espectador ahora tiene el poder y lo sabe: decide cuándo, cómo y el qué. Y eso es irreversible. En La casa de papel sale una mesa con champús de Natural Honey en medio de un atraco y tu cerebro se te cortocircuita. La televisión lineal no va a desaparecer, porque siempre habrá noticias, deportes o telerrealidad, pero los avances tecnológicos ya han acabado con empresas como Kodak o Blackberry y las plataformas de streaming están cambiando la cultura y cómo se consume. Los jóvenes no encienden la tele al llegar a casa: mi hija adolescente no ha visto La 1 jamás”, reconoce.

Álex Pina sabe de lo que habla. Lleva 20 años escribiendo toda la televisión que has visto (Caiga Quien Caiga, Periodistas, Los Serrano, Los hombres de Paco, El barco) e incluso la que no has visto (Bienvenidos al Lolita). Echando la vista atrás, Pina considera que Caiga Quien Caiga, el informativo de reporteros que vacilaban a los políticos emitido por Telecinco a mediados de los 90, no podría existir hoy: “El desparpajo que había antes era mucho mayor, se le podía dar las gafas al Rey. Con las redes sociales hemos ganado en libertad e información, pero también hay un factor de miedo, de contención y de ir con el freno de mano echado. Antes éramos más proclives al gamberrismo y a la sorna, que están en nuestro ADN como país”.

En cada proyecto, Pina ha ido añadiendo capas a su creatividad. Asegura que en la serie Periodistas pretendían presentar conflictos dialécticos (dos personajes, normalmente los de José Coronado y Álex Angulo, que debatían con argumentos igual de sólidos) mediante el entretenimiento. En Los Serrano la ficción española empezó a explorar personajes deleznables: “En aquel momento se pensaba que la televisión tenía que ser blanca, como Farmacia de guardia o Médico de familia, o el espectador cambiaría de canal. Pero Santi (Jesús Bonilla) era vil, mezquino y usurero. Cuando veía a unas travestis les gritaba que no tenían padre, lo cual es difícil de defender desde el punto de vista moral, pero no desde la ficción”.

“La casa de papel' trabaja con los parámetros de ficción masculinos: la acción, el robo, el thriller, la violencia. Pero la mirada es deliberadamente femenina", afirma Álex Pina.
“La casa de papel' trabaja con los parámetros de ficción masculinos: la acción, el robo, el thriller, la violencia. Pero la mirada es deliberadamente femenina", afirma Álex Pina.

En Los hombres de Paco, una serie que empezó como una comedia de enredo y acabó como el rosario de la aurora, Álex Pina asegura que aprendió a escribir. “Fue un banco de pruebas con una gran libertad y con mucho desparpajo”, recuerda, “tocábamos el surrealismo, el dadaísmo, descongelamos a Walt Disney. En la última temporada enfrentamos a Paco con el demonio”.

¿Y qué aprendió del único fracaso de su carrera? “Bienvenidos al Lolita fue el momento más difícil de mi vida”, confiesa. Los recortes en el presupuesto y en la publicidad obligaron al equipo a parar las máquinas y navegar a velocidad de crucero apostando por lo que sabían que les funcionaba: la comedia amable. “La serie narraba la historia de un cabaret y tenía que ser canalla, pero con la crisis hubo mucho miedo y acabó siendo una serie diocesana que no representaba lo que es un cabaret. Y cuando algo no es verdad se hunde. La serie estaba desenfocada, tenía problemas por todos los lados y yo lo sabía”. Pero como diría cualquier coach profesional, si tú dices crisis él dice oportunidad: en Bienvenidos al Lolita, Álex Pina aprendió a rodar, lo cual la convierte a la vez en la peor y la mejor etapa de su carrera.

“Tuvimos que grabar el 40 % menos de material, pero era mucho mejor, porque lo planificabas de antemano y grababas solo lo que necesitabas. Antes rodábamos todo tipo de planos, ibas a la sala de montaje y podías montar la misma secuencia en comedia y en drama. Así tuvimos que aprender a construir el tono de cada secuencia y a apreciar valores de producción como la dirección de fotografía”, recuerda. Ante el fracaso de Bienvenidos al Lolita, Pina se encerró en su casa a ver ficción estadounidense durante meses tomando apuntes. Breaking Bad le cambió la vida y, a continuación, él cambió la ficción española.

“No me gustó el final de 'Los Serrano', francamente. Podía haber sido más emocionante o creado mayor satisfacción en el espectador"

“En Vis a vis quisimos incorporar la narrativa de la ficción de cable americana [HBO, AMC, Showtime] con la ambigüedad moral. Ya no valen los personajes blancos y lo diferente es lo que manda”, asegura. “Zulema es el personaje más querido de Vis a vis por el magnetismo que aporta Najwa Nimri, pero también por sus dobleces. En La casa de papel Berlín es un hijo de la gran puta, un misógino y un cruel. Cuando termina la serie el público lo adora, lo cual es mucho más inesperado y el espectador sabe que está ocurriendo algo que no controla”.

La sordidez y perversidad de Vis a vis dinamitó las expectativas del público respecto a qué esperar de una serie española: el médico de la prisión recibía la noticia del aborto de su mujer y a continuación violaba a una reclusa (Alba Flores) sodomizándola, se inyectaba morfina y recitaba un monólogo. Todo ello en seis minutos. “Veníamos de Bienvenidos al Lolita y estaba claro que si haces un drama carcelario, tienes que hacer un drama carcelario.Yo reconozco que ahí se nos fue la mano, había gente que no podía verla”.

Pero ahora todo el mundo puede ver La casa de papel. Y lo está haciendo en masa. La ambigüedad moral resulta esta vez más lúdica, trepidante y hedonista que en Vis a vis. Lo perverso, en este caso, es la voz femenina. “La serie trabaja con los parámetros de ficción masculinos: la acción, el robo, el thriller, la violencia. Pero la mirada es deliberadamente femenina, porque los tres focos más importantes son Tokio (Úrsula Corberó), la narradora; Murillo (Itziar Ituño), la policía que se hace cargo del atraco en un mundo de hombres y que ha sufrido violencia de género; y Nairobi (Alba Flores), que se ocupa de todo desde dentro. Las tres representan el matriarcado”, explica.

“En 'Vis a vis' quisimos incorporar la narrativa de la ficción de cable americana", explica Álex Pina. A la izquierda, una imagen de la serie a la que el creador hace referencia. A la derecha, una escena de 'Los Serrano'.
“En 'Vis a vis' quisimos incorporar la narrativa de la ficción de cable americana", explica Álex Pina. A la izquierda, una imagen de la serie a la que el creador hace referencia. A la derecha, una escena de 'Los Serrano'.

La casa de papel es, además, el primer proyecto de su carrera al margen de Globomedia, la productora fundada por Emilio Aragón que abandonó hace dos años para fundar su propia empresa (Vancouver Media). ¿Por qué ahora? “Vis a vis cambió la ficción española, pero había que cambiarla. He trabajado 20 años en Globomedia y he aprendido muchas cosas de [su presidente y creador de ficción] Daniel Écija, pero yo trabajaba para un señor que me pagaba, así que como es lógico todo lo que hacía estaba mediatizado por eso. La libertad creativa siempre es mayor si no estás unido a una compañía que tiene una línea editorial o unos intereses económicos. Y aparte creo que hay que valorar la mirada del escritor y del autor. Se está produciendo un cambio en la ficción y en el diseño de personajes que hace que cualquier cosa sea posible”.

Y para terminar, una pregunta que seguro que no le han hecho nunca: ¿qué le pareció el final de Los Serrano? “Yo siempre digo que nunca tuve que ver con ese final. Los Serrano pasó por varias fases de producción ejecutiva y eso cambiaba el alma de la serie”. ¿Pero qué le pareció el final de Los Serrano? “A mí no me gustó, francamente. Estaba artefactado y podía haber sido más emocionante o creado mayor satisfacción en el espectador. Creo que los finales de las series deberían tener algo de lo que ha tenido la serie. Para mí fue decepcionante y creo que para mucha gente también”.

La casa de papel, cuya tercera temporada se estrenará en Netflix en 2019, está lejos de su final todavía, pero Álex Pina sabe que, cuando llegue, será en sus propios términos esta vez. El golpe perfecto ha acabado siendo el suyo y, como sucede con los atracos perfectos, nadie lo ha visto venir, pero sus consecuencias son imparables. Y esto no ha hecho más que empezar.

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