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Clases de empatía y compasión en el cole para combatir el ‘bullying’

La Comunidad Valenciana ha incorporado el 'mindfulness' en sus clases como aliado para luchar contra el acoso escolar y que los alumnos se relajen

Acoso escolar en las aulas.
Acoso escolar en las aulas.getty

La Comunidad Valenciana ha incorporado la práctica del Mindfulness en sus aulas como aliado para luchar contra el acoso escolar. Se trata del programa Escuelas Conscientes (EECC), pionero en España, elaborado por el Equipo del Área de Infancia y Educación de la Asociación Española de Mindfulness y Compasión (AEMIND) y especializado en el desarrollo de habilidades cognitivas, emocionales y relacionales en el ámbito escolar y familiar. Está avalado por la Federación de Centros de Enseñanza de Valencia. Un conjunto de recursos que resultan necesarios de incluir dentro las aulas para que los alumnos aprendan habilidades sociales y emocionales a través de las cuales consigan no solo desarrollar sus talentos personales sino también fomentar su empatía y la tolerancia.

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En un momento como el que vivimos, en el que se hace necesario combatir el acoso escolar dentro y fuera del aula, existen estudios en neuroimagen que apuntan que la práctica de la meditación produce cambios cerebrales en la forma de percibir nuestros pensamientos, sensaciones y emociones, que derivan en cambios en la conducta. Según, Isabel Rubió, coautora y formadora del programa Escuelas Conscientes de AEMind, "la práctica de Mindfulness y Compasión puede ser un gran aliado para luchar contra el acoso escolar, al ser una herramienta que ayuda a entrenar las mentes de los practicantes a tener una atención clara y a orientarse hacia el autocuidado y la autorregulación de las emociones difíciles. La persona no vuelca su violencia emocional o física sobre otros que percibe como posibles receptores de la misma". De igual forma, la persona que recibe las hostilidades del acosador puede "desarrollar estrategias de autorregulación emocional y auto-cuidado ante emociones duras, tales como la impotencia o el miedo a ser agredido".

Una forma de combatir el bullying en el aula

Un aspecto, el de la forma de combatir el bullying incorporando la práctica del mindfulness entre los escolares, familiares y profesores, sobre el que Nora Rodríguez ofrece una visión complementaria. Para esta educadora y creadora del Programa “Educar para la Felicidad Responsable”, aunque meditar y respirar ayuda a bajar el nivel tóxico porque, ciertamente, cambia la química del cerebro, ofreciendo efectos beneficiosos, “es importante que los niños aprovechen todas las oportunidades que tienen para ayudar”. “La neurociencia social es una ciencia nueva. Estudia cómo se activan los circuitos en el cerebro de dos personas que interactúan. Nuestra reacción por defecto es ayudar, pero educamos en otro sentido. La compasión es un estadio superior, es tener el compromiso y las herramientas para aliviar el sufrimiento. Educar la felicidad responsable (Currículo de Felicidad Responsable) no es solo ayudar a que los niños enfoquen sus emociones, que fácilmente arrastra a situaciones de agresión o violencia, sino que hay que dar un paso más, tienen que aprender a ser activos, y ahí está el sentido de la compasión, que lleva con posterioridad a la empatía”, manifiesta Rodríguez.

El programa Escuelas Conscientes trabaja para lograr el desarrollo integral del alumnado en el contexto educativo. Porque, actualmente, el currículo no solo se centra en el desarrollo de habilidades tradicionales como el razonamiento o el análisis cuantitativo, sino que se potencia el desarrollo de otras capacidades como el equilibrio emocional, otras formas de inteligencia o las habilidades interpersonales.

Para entender qué es el Mindfulness

Para que los niños entiendan qué es el mindfulness, Rubió explica que “recomendamos a los profesores que lo transmitan a través de ejercicios; por ejemplo mientras prestan atención a la propia respiración. Les damos instrucciones acerca de cómo hacer esta observación: con curiosidad, como si fuera la primera vez, con amabilidad, sin juzgar si respiran bien o mal... Haciéndose cada vez más conscientes de su respiración”. Para la aplicación del mindfulness en el aula se tiene en cuenta las distintas edades de los alumnos, con aplicaciones diferentes en función del momento en el que se pone en práctica la meditación. Amparo Pérez, directora, coautora y formadora del programa EECC de AEMind, apunta las distintas posibilidades: “a primera hora de la mañana, en clase (practica de meditación con el objetivo de centrar la atención), antes de un examen (practica de meditación con el objetivo de centrar la atención, mejorar la concentración y reducir la ansiedad o el miedo), al volver del recreo (practica de meditación para centrar y estabilizar la atención); durante una excursión (practica de meditación para tomar consciencia del entorno que les rodea). En Escuelas Conscientes hemos desarrollado una gran variedad de meditaciones guiadas que encajan en los diferentes momentos del día y en las diferentes edades de la etapa escolar”.

El modelo de intervención de EECC es indirecto, se basa en la formación de docentes y padres que son responsables de la educación y referentes en el crecimiento personal de los niños y jóvenes en las aulas. Según Rubió, “los maestros que imparten ejercicios de meditación de Escuelas Conscientes nos dicen que los alumnos terminan pidiendo las prácticas de meditación en sus clases, quizás sea, en parte, porque les ayuda a centrar su atención y a obtener calma”.

¿Qué papel juega la compasión, asociada a la práctica de Mindfulness, como herramienta necesaria para establecer buenas relaciones entre los alumnos y combatir así lacras como el “acoso escolar”? Según afirma Nora Rodríguez, “es necesario tratar el bullying desde la mirada de la compasión, que implica que todos ayudan, alumnos, padres y docentes, porque se trata de un problema comunitario. La meditación y aquietar la mente, sin duda, son excelentes, pero no es suficiente para frenar el bullying, en todas sus variables, y el ciberbullying. Sabemos que nuestro sistema nervioso está preparado para conectar con los demás y que la empatía y el acto de ayudar, que es la compasión, también son una respuesta natural. Por lo tanto, hay que enseñar cómo poner en práctica estos recursos naturales en la relación con los demás. Entre los tres a los nueve años el cerebro pone en marcha hábitos psicológicos, de modo que es clave darle prioridad a la enseñanza de rasgos como la generosidad o la amabilidad, la compasión e ir incluyendo más aspectos a medida que los niños van creciendo”.

“La base de un cerebro sano es la bondad, y podemos incluirla en el currículum, algo que no se había hecho nunca. Ahora, sí sabemos que la cooperación y amabilidad son innatas, pero demasiado frágiles como para dejarlas al azar; se pierden si no hay actitudes humanas que las refuercen. Hay una moral rudimentaria según muestran las investigaciones con solo 6 meses de edad, y con 18 meses somos increíblemente altruistas. Los seres humanos somos la única especie que podemos enseñar a nuestra descendencia a ser felices. Esta es La verdadera revolución innovadora. Innovar para cuidar del grupo es hoy un imperativo ético”, afirma Nora Rodríguez, fundadora y directora de Happy Schools Institute (HSI).

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