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Hakim El Kadiri & Oskar Zięta, a la vanguardia del reloj de pulsera

Lupe de la Vallina

Ordenadores, móviles, microondas…La hora está por todas partes, pero los relojes se niegan a desaparecer. “Resisten pegados al cuerpo: más cerca de nuestra identidad que de la precisión horaria”, explica el ingeniero Hakim el Kadiri. Cuenta que su propia biografía —hijo de marroquí y de suiza— le ha servido para interesarse por lo inesperado. Con 17 años comenzó a estudiar mecánica en Suiza. Tras dedicar dos décadas al mundo de las máquinas, quiso acercarse a un ámbito que combinara mecánica y creatividad. Hoy es responsable de producto de la firma de relojería Rado. Fue suya la idea de convertir los relojes en símbolos apartándolos de los férreos códigos de las casas tradicionales y acercándolos al mundo de los diseñadores de producto. “Ante un reloj, un diseñador habituado a hacer muebles siente temor: están acostumbrados a trabajar los metros, pero en una esfera pasan a ocuparse de los milímetros”. El arquitecto polaco Oskar Zięta ha sido su último invitado a reinventar el reloj de pulsera. Le precedía un currícu­lo de paradójicos muebles, pabellones y hasta puentes realizados con finas láminas de aluminio pulido sometido a una tecnología que les confiere un aspecto inflado y multiplica su resistencia. ¿Cómo trasladó Zięta esa paradoja a un reloj? El modelo True Face no tiene más marcas que dos agujas sobre una esfera reflectante ligeramente cóncava que captura y reinterpreta el movimiento del contexto. Aquí la precisión ha cedido espacio al símbolo. El Kadiri ha encontrado lo inesperado. Zięta lo resume: “Los relojes ya son máquinas, son arte para el cuerpo”.

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