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Allí donde va Trump, aumenta la violencia

En las ciudades donde el candidato presidencial dio un mitin subió el número de agresiones ese día

Miguel Ángel Criado
Un manifestante rompe un cartel de publicidad de Trump durante un mitin de este en Chicago en marzo de 2016.
Un manifestante rompe un cartel de publicidad de Trump durante un mitin de este en Chicago en marzo de 2016.Charles Rex Arbogast AP

El estilo bravucón de Donald Trump parece que provoca violencia. Durante la carrera presidencial, en las ciudades a las que iba a un mitin, el número de agresiones aumentó. El efecto duraba lo que la presencia del ahora presidente en la ciudad. Al día siguiente, las estadísticas de la policía volvían a sus valores normales. Los resultados de este original estudio se ven reforzados por el hecho de que en las urbes donde estuvo su rival, Hillary Clinton, las cifras de amenazas, riñas y peleas no se movieron.

Una vez que anunciaron su candidatura en la primavera de 2015, el republicano Trump y la demócrata Clinton dedicaron los meses siguientes a recorrer EE UU en busca del voto, primero para su nominación por sus partidos y después para las presidenciales de noviembre de 2016. Un grupo de estadísticos, criminólogos y epidemiólogos ha cruzado las cifras oficiales de agresiones de cada ciudad con las fechas de unos 150 mítines de ambos políticos. Entre las agresiones incluyeron amenazas denunciadas, peleas o asaltos con lesiones.

En las ciudades donde Trump dio mítines hubo un aumento del 12% en el número de agresiones el día del mitin respecto al resto de los días. En concreto, con una media de 19,4 agresiones diarias, la jornada en la que Trump visitaba la ciudad para dar su discurso, se producían 2,3 más agresiones. Puede que el porcentaje no parezca demasiado significativo, pero es que, en el mismo tiempo, Clinton participó en más mítines que Trump y, en esos días, el número de broncas no varió.

En las ciudades donde Trump dio un mitin las agresiones subieron un 12% y un 0% durante los mítines de Clinton

El diseño de la investigación es bastante robusto. Los investigadores compararon las estadísticas del día del mitin (día 0) con el mismo día de las cuatro semanas anteriores y las cuatro posteriores. También controlaron los datos de los tres días anteriores a los mítines y los tres posteriores, por si había algún fenómeno de calentamiento previo del ambiente o de resaca política tras la visita. Por último, también compararon la semana del mitin con las cuatro semanas previas y pasadas. Tanta prevención, obligó a los autores del estudio, publicado en Epidemiology, a descartar de su muestra más de la mitad de los mítines.

"Los medios recogieron noticias sobre incidentes que se produjeron en algunos mítines, pero era difícil evaluar si realmente se trataba de un problema sistemático y, de ser así, cuántos asaltos adicionales estaban asociados a cada mitin", dice el epidemiólogo de la Universidad de Pensilvania (Filadelfia, EE UU) y autor principal del estudio, Christopher Morrison.

En efecto, en ciudades tan importantes como Chicago, Trump tuvo que suspender un mitin por la violencia desatada en el pabellón donde iba a pronunciar su discurso. En otra ocasión, el servicio secreto tuvo que para a un asistente que se abalanzó sobre el candidato republicano con no muy buenas intenciones. En San Francisco, en abril de 2106, debió entrar a escondidas en la convención republicana de California.

Durante su campaña, Trump usó un lenguaje racista, machista y violento

Los investigadores no pueden señalar al culpable de este extra de violencia. Las estadísticas oficiales no detallan quién y porqué agredió o inició la pelea. En algunas ocasiones, se produjeron dentro del mismo recinto entre partidarios y detractores de Trump. En otras, la bronca sucedió lejos del recinto donde se producía el mitin. "Nuestro interés es prevenir la violencia y, con estos datos, no podemos determinar quién pudo cometer los actos violentos, solo atestiguar que ocurrieron", comenta Morrison.

Pero todos estos actos violentos adicionales sí tienen algo en común: Donald Trump. Durante su campaña, el republicano se destacó por un discurso cercano al racismo, machista y llegando a calificar a su rival demócrata como el diablo. En agosto de 2016 sugirió a los que tuvieran un arma que la empuñaran para frenar a la candidata demócrata. Desde la prensa y desde el lado demócrata se le acusó de incentivar la violencia. El sitio Politifact enumera una decena de intervenciones del ahora presidente que podrían encajar en la apología de la violencia.

Para el profesor de la Universidad de Pensilvania y coautor del estudio, Douglas Wiebe, "el lenguaje violento podría haber afectado al estado de ánimo y la conducta tanto de los asistentes a los mítines como a los que los siguieron por los medios de comunicación y las redes sociales".

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Sobre la firma

Miguel Ángel Criado
Es cofundador de Materia y escribe de tecnología, inteligencia artificial, cambio climático, antropología… desde 2014. Antes pasó por Público, Cuarto Poder y El Mundo. Es licenciado en CC. Políticas y Sociología.

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