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Félix Rodríguez de la Fuente: una vida entre el hombre y la Tierra

'El amigo de los animales' fue el gran divulgador medioambiental en la España de los años 70 y logró crear tal conciencia ecológica que contribuyó a proteger y salvar varias especies en peligro de extinción

Foto: Félix Rodríguez de la Fuente abraza a un lobo durante el rodaje de la serie Fauna Ibérica / RTVE Vídeo: Tras las huellas de Félix Rodríguez de la Fuente / Carlos Spottorno

De no haberse dedicado a la divulgación de la naturaleza en los estado de comunicación, Félix Rodríguez de la Fuente habría seguido volcado en su auténtica pasión: la cetrería. Por ella, cuando empezó a trabajar como dentista, lo hizo a media jornada, y también fue gracias a ella por la que alcanzó la fama al aparecer en una portada del diario Abc y después en un programa de Televisión Española.

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Pero Félix Rodríguez de la Fuente fue mucho más que un gran comunicador que convirtió su afición por la naturaleza y las tradiciones humanas en una forma de vida durante 16 años. Cambió la manera de ver a los animales y todos aprendimos sus comportamientos, fue zoologo, biólogo autodidacta, expedicionario, guía, realizador de documentales y de programas radiofónicos, escritor… y, posiblemente, el primer ecologista en convencer a cientos de miles de personas con unos minutos de gran oratoria e inapelables argumentos.

Llegó a ser tan admirado y popular por su cercanía, su pasión y seguridad al comunicar sus conocimientos, como temido ante el rumor de que en algún pudiera presentarse a unas elecciones generales porque habría arrasado entre personas de distinta ideología y clase social solo por su energía y coherencia. Su característicos timbre, tono y forma de acentuar las palabras, unidos a la frescura de sus explicaciones han contribuido a que nunca pasen de moda ni sus reflexiones ni sus documentales, aunque tampoco las críticas lo han dejado de acompañar por la forma en que rodaba muchas escenas con animales troquelados, es decir, acostumbrados a la presencia humana.

Hoy, 14 de marzo, Félix Rodríguez de la Fuente habría cumplido años, pero también este día, en 1980, la fatalidad quiso que muriera en un accidente de avioneta junto a dos miembros de su equipo y el piloto, en Alaska, mientras rodaba la carrera de trineos más importante del mundo. Moría el amante de los animales y de la naturaleza famoso por, entre otras, su serie de televisión ‘El hombre y la tierra’, pero nacía el mito del conocimiento de las tradiciones y de la evolución humana, así como la persona más influyente entre una generación que aprendió a ver el medio ambiente con otra sensibilidad.

Félix Samuel Rodríguez de la Fuente nació en Poza de la Sal, un pequeño pueblo de Burgos en 1928. Su casi desconocido segundo nombre le viene de su padre, un notario que contribuyó a que en casa hubiera siempre un gran ambiente intelectual con una amplia librería y que le transmitió su amor por el castellano.

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La Guerra Civil y la convicción de su padre de no escolarizar a niños a una edad temprana permitieron al pequeño Félix vivir un ambiente de libertad en “convivencia armónica con los paisajes”, como él mismo definió su infancia. Fue el más inquieto, despeinado y atrevido de la pandilla que formaban los ‘Dios te libre’, como así se denominaban. Y fue en una de esas escapadas por el vecino campo que rodeaba el pueblo donde surgió su afición, más tarde convertida en pasión, por la cetrería al observar cómo un halcón capturaba un pato.

Con 10 años Félix Rodríguez de la Fuente comenzó su educación reglada al ingresar interno en los Sagrados Corazonistas de Vitoria. Destacó por su inteligencia, pero añoraba tanto la libertad perdida que las notas no reflejaron casi nunca sus aptitudes y capacidad. Cuando cumplió 18 años, su padre, que siempre respetó su afición por la naturaleza aunque desconfiaba de que pudiera vivir de ella, lo aconsejó que estudiara Medicina en la Universidad de Valladolid. Tampoco aquí fue un gran estudiante, tal vez por la falta de adaptación tras siete años de internado, así que solo consiguió aprobar las tres asignaturas más fáciles. Sin embargo, en los cursos siguientes aprobó con solo encerrarse a estudiar el mes anterior a los exámenes y obteniendo las mejores calificaciones en las pruebas orales.

Otro aspecto desconocido de la vida de Félix fue gran afición al deporte, tanta que hasta ganó un campeonato universitario de 400 metros lisos. En esta época, aspirar a una profesión como la de médico pero a la vez mantener despierta su vocación por la naturaleza le permitieron estar abierto al mundo y a la actualidad. Fueron años en los que el biólogo José Antonio Valverde, el impulsor de que se creara el Parque de Doñana, ejerció una gran influencia en él.

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En 1954 Rodríguez de la Fuente fue uno de los firmantes del acta de fundación de la Sociedad Española de Ornitología, ya que la cetrería llevaba un siglo y medio sin practicarse en España y, curiosamente, la afición también era compartida por el biólogo Valverde.

Félix Rodríguez de la Fuente se licenció en Medicina por la Universidad de Valladolid y en 1957 se graduó en Estomatología en Madrid con el Premio Extraordinario Landete Aragó, nombre del pionero de esta especialidad en España. Sin embargo, apenas trabajó dos años en una consulta odontológica, primero en prácticas y luego como colaborador, dejándolo al poco de morir su padre para dedicarse plenamente a la cetrería y a la divulgación científica.

Los primeros años de dedicación exclusiva a la cetrería le proporcionan a Félix Rodríguez de la Fuente grandes satisfacciones: en 1961 trabajó como asesor de cetrería en la película El Cid, rodada en España con Charlton Heston y Sofía Loren como protagonistas; en 1962 el Gobierno español le encargó capturar dos halcones peregrinos para ofrecérselos como regalo al rey Saud de Arabia Saudí, donde viajó para entregárselos. El monarca, a su vez, le financió años más tarde como agradecimiento el rodaje de su primer documental, titulado ‘Señores del espacio’ y dedicado, cómo no, a la cetrería. En 1964 presentó un estudio sobre la situación del halcón peregrino en España en el Congreso Internacional para la Protección de las Aves de Presa celebrado en Caen (Francia) y también publicó su primer libro, ‘El arte de la cetrería’.

En octubre de ese año, 1964, comenzó el giro que tomará su vida cuando Félix Rodríguez de la Fuente organizó las Jornadas Internacionales de Cetrería, que por vez primera se celebraban en España. El diario Abc le dedicó su foto de portada del 21 de octubre con el título de Cetrero mayor del Reino y en la que aparecía lanzando a ‘Durandal’, una hembra de halcón entrenada por él. Pocos días después, al ganar el ave la competición, lo invitaron a un programa de Televisión Española, donde empezó a ser conocido y admirado por el gran público al entrar en los estudios con un halcón en el puño enguantado.

Fueron solo tres minutos de intervención pero sirvieron para que, por un lado, el periodista Joaquín Soler Serrano pidiera su ingreso en la Real Academia Española por ser “el español de mejor prosodia” y, por otro, para que empezaran a recibirse miles de cartas solicitando nuevas intervenciones de aquel señor del halcón en la mano.

Así es como comenzó a colaborar en el programa Fin de semana, con un breve espacio de unos cinco minutos y cada dos semanas en el que durante cuatro años habló de caza, pesca, medio ambiente y actividades en la naturaleza… y a partir de ahí el fenómeno Rodríguez de la Fuente se convirtió en imparable.

Su amor por la naturaleza y los animales fue tal que su imagen también se asoció desde el principio con el lobo, un animal tan temido como repudiado en las zonas rurales y al que preservó de la extinción. En 1965 consiguió dos lobeznos a los que salvó de morir apaleados en un pueblo y los crío y estudió ayudado por su mujer, antes incluso de casarse. Los llamaron ‘Rómulo’ y ‘Remo’ y, fueron, como reconoció Félix, “mis primeros hijos”.

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En 1966 comenzó el espacio ‘Televisión escolar’, un proyecto piloto en el que Félix, presentado como “el amigo de los animales”, se convierte también en personaje popular entre los más pequeños de la casa al hablar con sencillez y cercanía, aunque casi siempre de manera improvisada, de fauna y flora. Por aquel entonces colaboraba en varios programas más de televisión, como ‘Imágenes para saber’ y ‘A toda plana’, donde mostraba el interés que tenía por las poblaciones indígenas. Además, dirigió y presentó la película ‘Alas y garras’, de la que también fue guionista, y con la que logró varios premios.

La mayor oportunidad de comunicar su discurso de divulgación sobre la naturaleza le llegó en 1968, cuando los directivos de Televisión Española le encargaron la responsabilidad de ponerse al frente de un programa propio, ‘Fauna’, que también se convirtió en enciclopedia con el mismo nombre. Ese mismo año se le encargó, gracias a sus conocimientos en cetrería, un plan inédito en España que también resultó un éxito: utilizar aves rapaces para el control de las aves potencialmente peligrosas para los motores de los aviones en los aeropuertos.

Sin perder de vista su pasión por la cetrería, Félix Rodríguez de la Fuente consiguió la protección en España del halcón peregrino y de las rapaces nocturnas, lo que convirtió al país en un referente mundial al ser el primero en el que se aprobaba una normativa de este tipo.

Comenzó a escribir artículos en la revista ‘Blanco y Negro’, dominical del diario ‘Abc’, con el epígrafe de Serie ibérica y, más tarde, ‘Serie africana’, con los que inició su etapa de viajes y grandes documentales.

Entre 1970 y 1974 realizó la primera de sus grandes series, ‘Planeta azul’, que llevarían su fama hasta los países de habla hispana. En diciembre de 1973 se lanzó a compaginar sus series con un nuevo programa de radio semanal, ‘La aventura de la vida’, que se mantuvo en antena durante siete años, y que también extendió a otras colaboraciones en programas como ‘Planeta agua’ y ‘Objetivo: salvar la naturaleza’.

Su popularidad le permitió comprometerse con todo tipo de causas, entre ellas, la protección y el salvamento de distintas especies animales en peligro de extinción, como el ya mencionado lobo, que probablemente le debe su supervivencia a Rodríguez de la Fuente, pero también el oso ibérico, el lince, el águila real, el águila imperial y el muflón.

Con la Enciclopedia Salvat de la Fauna Félix logró en la década de los 70 un éxito editorial sin parangón al vender, solo en España, 18 millones de volúmenes y ser capaz de publicar, ayudado por un joven equipo de biólogos, un fascículo semanal de 24 páginas durante tres años. Posteriormente fue traducida a 14 idiomas y publicada en los cinco continentes.

Entre 1973 y 1980 realiza su serie más famosa y reconocida, El Hombre y la Tierra, y también la más reconocible por su sintonía de tambores, sus imágenes de un sol incandescente y acción continua de hombres y animales… Cada capítulo congregaba a toda la familia ante el televisor en cuanto sonaba la música compuesta por Antón García Abril.

La serie El hombre y la tierra está dividida en tres partes: ibérica, suramericana y norteamericana. La serie ibérica constó de tres partes y de una cuarta inacabada. La serie suramericana se filmó en 1973 en Venezuela, concretamente en Los Llanos, el Orinoco y en el Amazonas, y, aunque en principio solo se iban a rodar ocho capítulos, se ampliaron finalmente a 18. Por último, de la serie norteamericana solo se pudo filmar la parte canadiense y dos capítulos en Alaska hasta su muerte en accidente de avioneta.

El rodaje de la serie, que abarcó 124 capítulos, la mayoría de ellos rodados en España, fue todo un reto cinematográfico al filmarse en 35 milímetros, debido al peso de los equipos y a la dificultad para transportarlos. A pesar de todas las dificultades, la serie se convirtió en un referente mundial no solo por su temática y su pedagogía, sino también porque logró captar algunos animales por primera vez y consiguió numerosos premios, tanto en España como en el extranjero.

El día 10 de marzo de 1980 Félix Rodríguez de la Fuente se trasladó junto con un equipo de ‘El hombre y la tierra’ a Alaska para filmar la Iditarod Trail Sled Dog Race, la carrera de trineo con perros más importante del mundo. Aunque el equipo viajaba siempre en las mismas avionetas, modelo Cessna, el 14 de marzo, por una pérdida de aceite, decidieron cambiar uno de los aparatos.

Desde ese momento son numerosas las elucubraciones que existen e interpretaciones de lo que ocurrió, por ejemplo, que Félix Rodríguez de la Fuente, que tenía miedo a volar, nunca se fotografiaba con su equipo y ese día lo hizo; otros aseguran que antes de ese viaje firmó un poder a su mujer, algo que nunca había hecho; también se asegura que antes de montar en la avioneta dijo: “Qué lugar más hermoso para morir”… El caso es que tras despegar de la ciudad de Unalakleet, las dos avionetas volaron casi juntas y, poco después, una se estrelló en circunstancias no del todo aclaradas.

Junto a Félix Rodríguez de la Fuente fallecieron el piloto, el cámara de Televisión Española Teodoro Roa y el ayudante Alberto Mariano Huéscar. El lugar exacto del accidente fue Shaktoolik, una población a alrededor de 25 kilómetros de la costa del mar de Bering.

Repatriado a España días después, Félix Rodríguez de la Fuente fue enterrado el 19 de marzo en el sencillo cementerio de su localidad natal de Poza de la Sal (Burgos) en un acto multitudinario. Un año después, sus restos mortales fueron trasladados al cementerio de Burgos, donde reposan en un panteón realizado por el arquitecto Miguel Fisac, que contiene una escultura en su memoria realizada por Pablo Serrano.

Félix Rodríguez de la Fuente, el amigo de todos, especialmente de los animales y de los niños, el sabio que de todas sus experiencias televisivas supo sacar colecciones de libros para posteridad, también promovió las ideas conservacionistas a través de la Asociación para la Defensa de la Naturaleza (ADENA) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, institución de la que fue miembro.

Su legado, un mensaje que siempre es actual, lo tenemos a nuestro alrededor años después: preservar el medio ambiente, cuidar la naturaleza y amar a los animales.

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