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Tentaciones
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El rechazo a la diversidad sexual salta al escenario con una obra de teatro y danza

Tras el éxito de 'Danzad Malditos' (Premio Max 2016), Malditos Compañía regresa con el montaje 'Escenas de caza' en el Pavón Teatro Kamikaze

Entre los actores hay un chiste. Si todos hicieran huelga, Malasaña se quedaría sin camareros. No hace falta explicarlo. Vivir exclusivamente de ponerse en la piel de otras personas es casi imposible. Un privilegio reservado a unos pocos que con talento o sin él forman parte de una industria, la del entretenimiento, en perpetuo estado terminal. Hace poco más de cuatro años, la vida de Carmen del Conte era como la de cualquier actor. Por las noches trabajaba en un bar y por el día ponía su esfuerzo en asistir a entrenamientos, talleres, casting y ensayos por los que no cobraba ni un duro, para actuar en obras con las que podría ganar no más de 300 euros al mes.

Hoy, todo es diferente. Ayer estrenó en teatro Kamikaze Escenas de Caza, la segunda producción de Malditos Compañía dirigida por Alberto Velasco y con la dramaturgia de María Velasco, y estará allí hasta el 18 de febrero. La vida de Carmen, y del resto de la compañía, cambió cuando se conocieron en un taller de teatro. Durante la semana que duró, los miembros del grupo se contaron sus vidas y miserias de la profesión: los trabajos precarios para llegar a fin de mes, las sustituciones en los bares para cubrir a compañeros que tenían un casting… Las penas, cuando son compartidas saben mejor, y la de intérprete, pese a ser una de las profesiones más bonitas, es también una de las más lacrimógenas .

Al finalizar el taller, el grupo se juntó y decidió montar una función. “Ahí estábamos todos. Guillermo Barrientos había trabajado mucho y de repente nada, así que había montado un bar. José Luis Ferrel llevaba 20 años sin actuar, y el resto más o menos igual. Yo había decidido poner toda la carne en el asador, tenía una compañía propia que compaginaba con mi trabajo de camarera en un bar, porque hay que vivir. Pensé, tengo 31 años así que invierto todo lo que tengo y si me arruino pues me da igual, no va a pasar nada. Dejé el trabajo que tenía, a media jornada y aposté por este nuevo proyecto”, recuerda del Conte.

"Quería hacer algo original, que impactase más e ir por ese camino era un error. No pudimos avanzar hasta que no me lo quité de la cabeza y me centré en lo que quería”, explica Alberto Velasco

Entonces nació Danzad Malditos, la adaptación cinematográfica de la novela They Shoot Horses, Don't They?, de Horace McCoy, estrenada en 1969 y dirigida por Sydney Pollack. La obra está ambientada en la gran depresión y es un ensayo sobre la miseria del ser humano. Personas desesperadas de todas las edades y condiciones se citan en un concurso de baile callejero donde gana quien sea capaz de estar más horas en movimiento. No hay descanso para nadie. Los concursantes tienen que llegar al límite de sus fuerzas mientras el público, insensible, se divierte. El jugoso premio al que aspiran los bailarines es de 1.500 dólares.

La función ganó en 2016 el MAX al mejor espectáculo revelación y no es para menos, aquel año si no habías oído hablar de la obra es que estabas en otro planeta. La propuesta escénica sedujo a un público entregado a la crueldad de las imágenes. Los actores no eran tales, eran atletas que pasaban hora y media corriendo en círculo sobre el escenario. Los bailes se eternizaban y los asientos se hacían cada vez más diminutos. Verles allí de pie, dando vueltas como locos provocaba una angustia infinita. Aquel retrato de la condición humana, de la desesperación por sobrevivir era un espejo en el que mirarnos. Y no era agradable. Al final todos acabamos exhaustos.

La obra fue un éxito, tras dos temporadas en Matadero, la compañía estuvo de gira cerca de año y medio. Había nacido un grupo talentoso con un lenguaje propio, y capaz de crear hermosas imágenes embaucadoras y de gran potencia. Su nuevo trabajo, Escenas de caza, nace con esa presión, aunque su director, Alberto Velasco asegura haber dejado atrás el pasado. “El proceso de creación ha sido sido duro y lento. Me sentía atascado y no sabía identificar muy bien por qué. Luego me di cuenta de que era el peso que suponía para el grupo haber hecho Danzad Malditos y también para mi como creador. Quería hacer algo original, que impactase más e ir por ese camino era un error. No pudimos avanzar hasta que no me lo quité de la cabeza y me centré en lo que quería”, explica Velasco.

Escenas de caza sigue la estela de Danzad Malditos, las dos son adaptaciones cinematográficas y las dos se estrenaron el mismo año, 1969. El texto se representó primero como obra de teatro. Fue escrito por Martin Sperr, quien, además es el actor protagonista de la versión para cine. “La función es una de las primeras películas que hablaba de la persecución a los homosexuales después de la Alemania nazi”, puntualiza Velasco. El director recuerda que propuso esta obra después de haber leído un artículo en 2015 que conmemoraba los 45 años del estreno de su versión cinematográfica. Cuando se reunió con los miembros de la compañía para buscar un nuevo proyecto recordó el escrito y lo propuso. Resulta que tras leerlo, todos se sintieron igual de identificados.

María Velasco es la encargada de la adaptación en castellano. En un primer momento buscaron una traducción al español, pero no existía. La única que encontraron está en francés. Pese al esfuerzo por recuperar el libreto, esta “es una versión muy libre, diría que apenas quedan dos líneas del original”, señala la dramaturga. Peter Fleischmann dirigió para el cine la obra de teatro dentro de un movimiento que luego se llamaría el nuevo cine alemán, entre 1960 y 1980. “Quedó una película muy especial donde más que la narrativa tiene importancia la puesta en escena, la ritualidad. Me fascinó el riesgo artístico”, asegura Velasco.

Uno de los cambios con respecto a la obra original es la del personaje principal. En la versión alemana este es homosexual y tras pasar una temporada en la cárcel vuelve a su pueblo natal. “Cuando regresa empieza a generar rumores de por qué ha vuelto y comienza a escucharse en el pueblo que si es homosexual, que si ha sido pederasta, etc. Nosotros hemos querido distanciarnos con este tema así que los rumores no se sabe muy bien de qué se tratan. Al final, el público va vislumbrando de qué pueden ser, cada uno se puede imaginar lo que sea. Es un poco lo que vemos en la vida real, a veces suceden invenciones que se convierten en verdad”, explica el director.

El mensaje, básicamente, está enfocado en los mecanismos de persecución de la sociedad cuando una persona destaca por ser diferente, tanto si eso supone una tara o un talento. Cuando esto ocurre, reaparecen los miedo más primarios de la masa que son canalizados en forma de represión. “Este mensaje es como la almendra de la obra, el núcleo, todo lo demás es libre y original. Por ejemplo, no sabíamos si el protagonista iba a ser hombre o mujer. No teníamos decidido qué actor iba a desempeñar ese rol, entonces pensamos que cualquier defecto o virtud o problema de género podría convertirse en un posible estigma, así que jugamos con el tema de la ambigüedad sexual. Simplemente no nos posicionamos dentro de una sexualidad normativa”, asegura la dramaturga.

Pese a las referencias kafkianas, un protagonista que no sabe de qué se le acusa, en este caso incluso ni es consciente de la existencia de un juicio, la función bebe más de aguas goyescas. Es un reflejo pictórico y caricaturesco de esa España festiva que se representa en los pueblos. Desde el típico chupinizado, pasando por la elección de la pareja de reyes o la matanza del cerdo, la obra trata de mostrar un ambiente festivo, con una clara intención barroca que descubre la parte más cruel de estas celebraciones.

"Es un reflejo pictórico y caricaturesco de esa España festiva que se representa en los pueblos. Desde el típico chupinizado, pasando por la elección de la pareja de reyes o la matanza del cerdo, la obra trata de mostrar un ambiente festivo"

En esta función no actúan todos los miembros originales de Danzad Malditos, algunos se encuentran con otras producciones y no han podido comprometerse con un proceso de creación tan largo. “Esta es una compañía que da igual importancia al proceso de experimentación y de creación, probar la coreografía, una música, unos materiales,… como a la parte de ensayo. Gracias a eso hay una frescura, pero también una relación con el error que es más arriesgada y peligrosa”, explica Velasco.

Danzad Malditos cambió la vida de algunos actores que se apuntaron al taller de teatro. Algunos llevaban tiempo sin actuar y ahora están con otros montajes o con haciendo trabajos audiovisuales. Del Conte puede, por el momento, presumir de vivir de la actuación y dejar de lado la hostelería. “Hace poco rodé un cortometraje que se llama Volcánica con Aitana Sánchez Gijón, Ana Otero y Luis Bermejo, para mi fue un lujo”, reconoce. Pero sobre todo, haber pasado por esta experiencia le ha supuesto un chute de fuerza para creer en si mismo, “es muy difícil crecer en este mundo de actriz, en el que tienes la mirada del espectador, del director de casting, etc. De vez en cuando se forman cortocircuitos mentales que tienes que aprender a superar”.

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