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Coordinado por Anna Argemí
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Cómo hacer la buena compra en el súper para tus hijos

4 trampas a evitar al leer una etiqueta

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¡Cómo somos las madres! Nos privaremos de buenas cosas para nosotras mismas pero que en el plato de nuestros hijos no falte lo mejor (y la mayor cantidad). Y lo mejor nos parecerá a menudo que es lo más caro, o lo que lleva el certificado de garantía más “sano” o lo producido por la marca de mejor reputación.

A veces nos someteremos de manera más o menos insconsciente a las tendencias del momento. ¿Quién dijo que para desayunar bien había que zamparse un bol de leche con cereales? A veces el peso de nuestra cultura y de nuestra tradición alimentaria acaba por hundirnos. Recuerdo haber leído que en algunos países de América Latina el índice de desnutrición entre los niños no era debido a no poder acceder a los alimentos, sino por el peso desproporcionado de los cereales en la dieta impuesta por las madres desde generaciones ancestrales.

La semana pasada hablé ya del colectivo francés LaNutrition.fr, un grupo de periodistas científicos y nutricionistas, interesados en hacer llegar al gran público por un lado los principios de una nutrición saludable y, por el otro, las “artimañas de marketing” de la industria alimentaria para hacernos creer lo increíble a nosotros, pobres clientes del super. Hablé de La Nutrition.fr al hilo de la publicación de su libro La buena opción en el super, una guía para elegir de manera saludable y que desmonta mitos como que lo “bio” es más sano, o que una marca de calidad venderá siempre productos de calidad. Hoy vuelvo a citarlos porque quisiera comentar otro libro escrito por ellos en el mismo estilo y con el mismo formato, pero en este caso dedicado en gran parte a los productos infantiles.

Por eso los primeros capítulos están dedicados a las leches sustitutivas del pecho materno, cereales infantiles y potitos. De entre los productos infantiles se lleva la palma de la excelencia la marca francesa Good goût. En lo que respecta a los yogures, el libro recomienda escoger siempre lo más simple. Un yogur natural es mejor que uno aromatizado. Y este será a su vez mejor que uno de frutas.

¿Cereales para desayunar? Sólo si se trata de muesli o copos de avena

En el capítulo de las pastas los autores exhortan los padres a servir a sus hijos pastas integrales. A comprarlas, en la medida de lo posible, bio puesto que los residuos de pesticidas se encuentran sobre todo en el envoltorio externo del trigo. Habría que privilegiar la cocción al dente que permite conservar un índice glucémico moderado. Y en el plato junto a las pastas habría que servir también una porción de verdura.

¿Cereales para desayunar? Sólo si se trata de muesli o copos de avena, los menos transformados y con el índice glucémico más bajo. Y si los copos de avena no son santo de la devoción de los niños, pues siempre se les puede proponer rodajas de pan multicereales con mantequilla y mermelada. Que a la postre resulta además un desayuno más barato.

A estos consejos se suman muchos otros al hablar de la merienda, las galletas, las salsas, los purés… Acabo el post con 4 consejos a seguir al leer la etiqueta, consejos válidos para todo ciudadano europeo, y que vienen a completar los que ya escribí la semana pasada en el post Cómo hacer una buena compra (para el cuerpo) en el super.

4 consejos para evitar las trampas al leer una etiqueta:

1) Fíjate en la posición de los ingredientes en la lista puesto que están listados en orden decreciente. En muchos productos encontramos jarabe de glucosa-fructosa. Es preferible escoger, puestos ante una disyuntiva, el producto donde el jarabe aparezca en posición 7, por decir algo, antes que el producto donde el jarabe ocupe la posición 2.

2) Cuidado con los productos light. Para sustituir la grasa presente en algunos alimentos los industriales a veces incorporan almidones que dan consistencia al producto pero que pueden resultar peores para la línea que la grasa que ha sido retirada.

3) Atención a las buenas falsas propiedades… El añadir vitaminas o minerales es aberrante cuando el producto en sí es malo para la salud, por ejemplo, cuando es demasiado azucarado. Otras veces hay productos que señalan de manera ostentosa su aporte en magnesio… pero a costa de tragarse el magnesio uno ingiere además calorías en exceso.

4) Vitaminas y minerales: sí pero… Algunos alimentos enriquecidos con vitaminas y minerales son interesantes pero en otros casos, no.

 a) vitamina D: los alimentos enriquecidos con vitamina D lo son en unas cantidades ínfimas, insignificante para tener un impacto sobre nuestra salud.

 b) hierro: Muchos alimentos (sobre todo los cereales del desayuno) están enriquecidos con hierro. Este hierro puede reaccionar con otros nutrientes y acabar dañando células y tejidos. Es mejor dar a comer a un niño los alimentos que naturalmente contienen hierro, como la carne o el pescado.

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