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La gran aventura de la lactancia materna

Nace el bebé, lo ponen sobre ti e instintivamente se agarra a tu pecho. En ese momento un mar de dudas acecha tus pensamientos. ¿Las resolvemos?

Getty Images/Caiaimage

Nace el bebé, lo ponen sobre ti e instintivamente se agarra a tu pecho. En ese momento un mar de dudas acecha tus pensamientos sobre la lactancia que día a día se disiparán hasta convertirte en una experta.

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Las que sois madres y habéis dado el pecho a vuestros bebés coincidiréis conmigo en que es una sensación inexplicable, ¿verdad? En mi opinión es un lazo de unión que va más allá de la alimentación. Sé que es un razonamiento muy emocional, pero parece que al “desconectarnos” del cordón umbilical tenemos que seguir unidas de alguna otra forma a nuestro bebé. Cuando Martín llegó a mi vida fue increíble cómo se despertó su instinto y se agarró al pecho.

Por mi experiencia y por el bien que le hace al bebé, recomiendo siempre que sea posible la lactancia materna, pero me gustaría hacer hincapié en que es una decisión muy personal. Hay madres que optan por el biberón y otras por el pecho. Cada una decide siempre pensando en lo que cree que es mejor para su bebé y me gustaría desde aquí pedir respeto para ambas opciones.

Para las madres que opten por la lactancia materna, intentaré resolver las principales dudas que despierta el tema:

Desde un punto de vista nutricional, ¿qué aporta el pecho al bebé?

La leche materna es un alimento natural que modifica sus características según evoluciona el crecimiento del niño y eso es algo muy importante, ya que en cada etapa contiene todo lo que el bebé necesita: proteínas, grasas, lactosa, vitaminas, hierro, minerales, etc. Es el alimento más rico y nutritivo que podemos encontrar para que el crecimiento y desarrollo de nuestro hijo sea el más adecuado.

Además, la leche materna contiene unas sustancias que previenen el desarrollo de bacterias nocivas en el intestino. Seguro que habéis escuchado eso de que la lactancia materna es buenísima porque los niños no se ponen malos, ¿verdad? La razón es esta.

Además, en general los niños que se alimentan con leche materna tienen menos riesgos de desarrollar alergias, diabetes, obesidad infantil y otras complicaciones en su crecimiento.

La leche materna evoluciona según crece nuestro bebé y se adapta a sus necesidades. Podemos decir que nuestra leche se compone de varias “leches”, valga la redundancia, y son:

Pre-calostro: Una secreción mamaria producida desde el tercer trimestre de embarazo y que está compuesta por plasma, sodio, cloro, inmunoglobulinas, lactoferrina, seroalbúmina y algo de lactosa.

Calostro: Es la primera leche que se crea durante los primeros días tras el parto. Nadie te podrá decir el momento exacto en el que comienza a producirse. Si eres primeriza no te agobies porque puede tardar días. La reconocerás porque es de color amarillo. El calostro es buenísimo para los primeros días del recién nacido debido a alta cantidad de componentes de defensa que contienen (inmunoglobulinas A, lactoferrina, linfocitos, macrófagos, etc.) que favorecen el sistema inmune del bebé.

Leche de transición: Se genera entre el cuarto y decimoquinto día del nacimiento. Aumenta cada día el volumen de producción hasta llegar a los 600 o 700 ml. diarios.

Leche madura: Es ya la leche definitiva que acompañará a nuestros hijos en los próximos meses. Durante los primeros seis meses se produce alrededor de 700 o 900 ml. por día, y en los meses siguientes descenderá hasta los 500 ml., reduciéndose paulatinamente hasta el destete.

¿Notaré la subida de leche? ¿Tomará la cantidad suficiente?

La duda más común para las primerizas es la subida de la leche, de la que nos cuentan que viene acompañada de calor y de pinchazos en el pecho. Yo también me preguntaba cómo sería.

Según mi experiencia puedo decirte que además de los calores y los pinchazos noté una gran hinchazón en el pecho. Así que no tienes que preocuparte, la subida de la leche se nota, y ¡vaya si se nota! No vas a tener dudas.

Durante los primeros meses con Martín las tomas eran aproximadamente cada tres horas, pero siempre a demanda, cuando él tenía hambre. No os agobies, con el paso de los días entenderéis perfectamente a vuestro hijo y sabréis cuando tiene hambre o sueño. Poco a poco.

En esos primeros días para mí era muy importante saber la cantidad que él tomaba, por lo que decidí sacarme lo que generaba y así asegurarme que tenía suficiente. Poco a poco esto ya no me hizo falta. Sabía que estaba bien alimentado.

Por las noches Martín se despertaba cada tres horas, es más, ahora lo sigue haciendo. Le encanta el pecho por la noche, es su debilidad. Apenas mama en las tomas nocturnas. Se despierta se agarra al pecho y vuelve a dormir. Es un granujilla.

El pecho también les consuela ante el dolor. Cuando le hemos puesto las vacunas el personal sanitario me recomendó ponérsela mientras le amamantaba, pero es que Martín no para quieto con las piernas así que decidí consolarlo con la teta tras el pinchazo y mucho mejor.

¿Hasta cuándo mantener la lactancia materna en exclusiva?

Ahora la otra gran pregunta del millón, ¿hasta cuándo mantener la leche materna?

A Martín le he podido amamantar en exclusividad solamente cinco meses. Las mujeres trabajadoras y más las autónomas (porque no tenemos permiso de lactancia) tenemos menos posibilidades de poder continuar la lactancia, ya que normalmente debemos incorporarnos a trabajar antes de lo que nos gustaría.

Así ha sido en mi caso y espero y reivindico que las cosas cambien en un futuro cercano. Sé que a principios de 2018 la situación de las mamás autónomas ha mejorado, pero queda mucho por hacer.

En mi caso, la incorporación laboral fue pasadas las famosas 16 semanas. Por eso unas semanas antes decidí que entre toma y toma me sacaría la leche que él no tomase. Con un par de sacaleches me fui ayudando para congelar en bolsitas mi leche y tener reservas. Martín se convirtió en el aliado perfecto para este trabajo. El bebé es el mayor generador de leche y cuanto más succione más leche se genera.

Me habían dicho que el sacaleches era molesto, así como acostumbrarte a las primeras succiones del bebé, pero en mi caso no me dolió nada, ni tampoco sufrí de grietas. El sacaleches quizá sí que provocó alguna molestia, pero se puede soportar.

Después de los meses de lactancia en exclusiva comencé a trabajar, y afortunadamente tenía mi congelador lleno de bolsitas de leche, que se terminaron más rápido de lo que esperaba.

Al hacer menos tomas, el pecho tampoco producía tanta leche, con lo que la reposición de bolsitas decreció. Aun así, llegamos a los seis meses de lactancia materna, incorporando algún que otro biberón cuando la leche congelada se terminó.

Hoy por hoy Martín ya come de todo. Por la mañana pecho, a mediodía su puré de verduras y carne (esta semana incorporaremos el pescado), de postre se engancha a su teta. Por la tarde toma la fruta y pecho.

Por la noche le esperan los cereales, ¡qué dieta!

Así es como he vivido la lactancia con Martín. Si tenéis alguna duda sobre la lactancia tengo que deciros que es normal. En la clínica tenemos cada semana una actividad llamada “desayuna con la matrona” a la que acuden varias mamás a plantear sus dudas y experiencia, y os sorprenderá saber que a casi todas nos preocupa lo mismo, es curioso, ¿verdad?

Ahora os pregunto a vosotras, ¿cómo os ha ido dando el pecho a vuestros bebés?

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