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La infancia africana quiere decidir

África tiene 1.200 millones de habitantes y más de la mitad son menores de 18 años. En el Día Mundial del Niño han alzado la voz para demandar cómo quieren que sea su continente. Y su futuro

Niños de la tribu Suri posan en el valle de Omo (Etiopía).
Niños de la tribu Suri posan en el valle de Omo (Etiopía).CARL DE SOUZA (AFP)
Lola Hierro
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Un 20 de noviembre como el de ayer, pero hace 28 años, se firmaba la Convención de los Derechos del Niño. Fue un hito que supuso el compromiso de 20 países —ahora ya 195, todos menos Estados Unidos— de garantizar la seguridad y la protección de la infancia desde los Gobiernos, las instituciones sanitarias, educativas y las familias. Con motivo de esta celebración, uno de los lemas, promovido por Unicef, que hoy más se está escuchando y leyendo en los medios de comunicación y redes sociales es el de Los niños mandan.

Y en África quieren mandar. Y decidir. Ser niño en algunos de los países más pobres —ojo, no todos—, es un verdadero desafío a la supervivencia. Hablamos de un continente de 1.200 millones de habitantes donde algo más de la mitad es menor de 18 años. Y se calcula que aumentará la población hasta los 1.700 millones en 2030. Es decir, muchos futuros adultos con preocupaciones reales sobre cómo se ganarán el pan día a día, sobre si estudiarán, si trabajarán, si podrán mantener una familia o si tendrán buena calidad de vida. O si tendrán que migrar, como ocurre hoy con tantas personas que se embarcan en peligrosísimos viajes con la intención de alcanzar Europa buscando la oportunidad de prosperar más que en sus países de origen. No es asunto baladí: en lo que va de año han cruzado la frontera de la Unión Europea 169.000 personas, de las cuales 16.500 eran niños y el 93% llegaron solos. De los 10 países entre los de mayor procedencia, nueve son africanos, fiel reflejo de una situación alarmante: estos son los que más sufren violaciones de sus derechos.

Los menores de hoy se enfrentan a retos muy duros en algunos de estos lugares. El hambre, aunque a veces se estereotipa, sigue siendo una realidad: 24 millones de personas no tienen lo suficiente para comer debido a conflictos, sequías, desplazamientos forzados... De ellos, al menos el 34% son niños. Y no es solo cuestión de inseguridad alimentaria; es falta de acceso a las escuelas, a entornos seguros, riesgo de sufrir violencia sexual, pérdida de familiares, traumas psicológicos...

La educación sigue siendo un mito para muchos pequeños. Se han logrado avances, pero hoy en día, uno de cada cinco niños de entre seis y 11 años no está escolarizado. Para las niñas la situación es peor: en toda la región, nueve millones en esa franja de edad nunca irán al colegio, en comparación con seis millones de niños. "Su desventaja comienza temprano: el 23% no asiste a la escuela primaria en comparación con el 19% de los varones, y de adolescentes, la tasa de exclusión para las chicas es del 36% en comparación con el 32% para los chicos", según el instituto de Estadística de la Unesco (UIS). Por si fuera poco, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indica que África se lleva la palma en explotación laboral infantil con 59 millones entre cinco y 17 años involucrados en labores peligrosas y más de uno de cada cinco trabaja contra su voluntad. Otras decenas de miles —es muy difícil precisar— son o han sido utilizados como niños soldado en varios países como Uganda, Sierra Leona, Somalia o Nigeria.

Otros riesgos que amenazan a los más pequeños, sobre todo a las niñas, son los matrimonios forzados y la mutilación genital. Ambos fenómenos están prohibidos en la mayoría de países, pero sigue ocurriendo: 200 millones de niñas de 29 países (casi todos africanos) han sufrido la ablación, es decir, la mutilación de todos o parte de sus genitales, una práctica que implica numerosas y dolorosas consecuencias físicas y psicológicas. Se calcula que otros 125 millones fueron casadas antes de la mayoría de edad.

Los niños toman la palabra en África

Si bien el panorama parece desolador, también es de justicia decir que no todo es malo para los niños africanos. Los datos muestran que hay más que van a la escuela, que hay menos que mueren de enfermedades como VIH o malaria. Y un vistazo a las campañas que se están llevando a cabo desde varios países africanos tal día como hoy, demuestra que los chicos y chicas tienen, ante todo, voluntad de ser escuchados y tomar decisiones sobre sus propias vidas y su futuro.

Uno de los eventos más difundidos se ha celebrado durante toda la mañana de ayer en Accra, capital de Ghana. Allí, Unicef reunió a 10 menores sobre un escenario. En las butacas, otros cientos de niños bien atentos. A través de Internet, y gracias al streaming, miles más participando, pendientes. Los elegidos para hablar en lo que se diseñó como una suerte de charla TedX titulada África dialoga explicaron sus demandas, todo ello amenizado con actuaciones musicales. "Dos días después de su nacimiento, incluso antes de que le pusieran nombre, mi hermana fue sometida a la mutilación genital femenina. No sobrevivió", contaba Fatoumatta, de Gambia, en su reclamo para acabar con esta práctica. "Quiero un África donde no se descuide a ningún niño, donde se respeten los derechos de todos", exigía, por su parte, Victoria Quaynor. "¡Los padres deben entender la importancia de la educación y asegurarse de que sus hijos estén inscritos en la escuela!, sugería el burkinabés Diallo Moussa. En Twitter, bajo la etiqueta #TheAfricaWeWant, se pueden conocer muchos detalles de esta reunión infantil, que se retransmitió en directo hasta más allá del mediodía.

Otras actividades se fueron desarrollando de manera paralela en todos los continentes. Con el lema mencionado (Los niños mandan), Unicef se propuso llevar a los niños de todo el mundo a puestos de trabajo donde ellos, por un día, fueran quienes deciden. Aquí en España, el diario EL PAÍS recibió  ra 17 que tomaron los mandos de la redacción por un día. En África también ha ocurrido. Por ejemplo, el periódico sudafricano The Star ha dado la bienvenida a unos cuantos redactores de entre 12 y 16 años. "El desafío al que se enfrenta mi país y mi comunidad del municipio de Alexandra es que los jóvenes estamos descuidados y solo se nos presta atención en ocasiones especiales como estas. Durante el Día del Niño de este año, con el país enfrentando una alta tasa de desempleo entre los jóvenes, le pediría al Gobierno que invierta en nosotros y nos brinde más oportunidades que serán útiles cuando busquemos empleo", escribía Gabriel Tsheola.

La alimentación también es un asunto capital para garantizar el buen desarrollo de los niños, y por eso ayer la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura)  desplegó una campaña en redes sociales. "Todo niño merece ser un niño. Ninguno debería tener que crecer en un conflicto, vivir en la pobreza o conocer el hambre", pedía el organismo. Una de las ideas que lanzan es la importancia de cuidar la ganadería, pues así darán más leche y los niños estarán más sanos. En Siria, según muestra un vídeo, han organizado algunas áreas de juego "comestibles" para enseñar nociones sobre alimentos saludables.

Otra acción interesante llegaba desde Tanzania, donde el consulado canadiense en el país acogió el evento She can lead (ella puede liderar). Se trata de una reunión de niños y jóvenes, sobre todo de mujeres, en la que se ha debatido sobre cómo la educación es la herramienta más eficaz para acabar con prácticas como el trabajo infantil o el matrimonio precoz. Los más pequeños ofrecieron sus puntos de vista y hasta cantaron. En Kenia, por otra parte, se desarrolló un debate para preguntar a los niños qué asuntos les preocupan. Una de las cuestiones que se están tratando es qué hacer para que cambie la idea de la mayoría de las comunidades sobre que los niños deben ser vistos pero no escuchados. La cultura sigue siendo el mayor obstáculo para la participación de los niños y esto debe cambiar.

Sirvan estos ejemplos, imposible contar todas las acciones celebradas ayer en los 55 países, para dejar claro que, al contrario que lo que piensan esas comunidades que mencionaban los niños kenianos, a los menores de África se les debe escuchar. Quieren ser escuchados. Su futuro está en juego y tienen mucho que aportar.

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Sobre la firma

Lola Hierro
Es periodista y desde 2013 trabaja en EL PAÍS, principalmente en la sección sobre derechos humanos y desarrollo sostenible Planeta Futuro, y coordina el blog Migrados. Sus reportajes han recibido diversos galardones. Es autora del libro 'El tiempo detenido y otras historias de África'. Desempeña la mayor parte de su trabajo en África subsahariana.

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