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Si tienes más de 30 años te costará entender por qué Cameron es tan, tan, tan famoso

Es uno de los mayores 'influencers'. Los fans pagan por un selfi con Cameron Dallas lo mismo que sus hermanos mayores por ver a Madonna en directo. Le entrevistamos. Mezcla de estrella del pop, colega y emprendedor, Dallas, imagen de 212 VIP Black de Carolina Herrera, es la respuesta a cada pregunta sobre qué es ser famoso hoy

Cameron Dallas posa en exclusiva para ICON vestido de CH Carolina Herrera.
Cameron Dallas posa en exclusiva para ICON vestido de CH Carolina Herrera.Michael Schwartz/Ángela Esteban Librero

Cameron Dallas llega tarde y con aspecto algo cansado al estudio donde tiene lugar la sesión fotográfica para ICON. Bosteza al hablar y, en determinado momento, oculta la cara entre las rodillas. Dan ganas de taparle con una mantita. “¿Qué tal?, ¿fiesta anoche?”, aventuramos. Al fin y al cabo, el chaval tiene 23 años, una cuenta bancaria abultada y el físico de un hipotético nieto surfero de James Dean.

Está en Nueva York con sus amigos y la modelo con la que algunos medios le relacionan, Hailey Baldwin, sobrina de otra portada de ICON, Alec Baldwin. Normal que no se quede en su hotel viendo series con una taza de té de hierbas. “Qué va, no salí”, asegura, sin trazos de ironía. Habrá que creerle, entonces. Por otro lado, ese cansancio aparente no afecta en absoluto al trabajo del equipo ni impide a Dallas ser educado y profesional en todo momento. En cuanto acabe la sesión de fotos, le llevarán a conocer a Carolina Herrera, algo que le motiva especialmente –“es una verdadera leyenda”, dice– y por la tarde asistirá a un pequeño guateque entre amigos, la gala del MET.

"Asesoro a marcas en campañas de ‘marketing’ y señalo lo que podrían mejorar. Soy muy abierto. A veces, les digo: ‘Esto no me gusta nada”

El modelo-youtuber-estrella de las redes sociales es consciente de lo que supone convertirse en imagen del perfume 212 VIP Black de Carolina Herrera, un crossover, que diría él, que ampliará su perfil y su público base. Habla de eso, de su intención de “hacerse mainstream”, en los últimos capítulos de la docuserie que protagoniza en Netflix, Chasing Cameron, de la que es productor ejecutivo. El programa sigue a Dallas y a sus compañeros de MAGCON –primera convención-ejército homologado de influencers– durante una de sus giras europeas y da una visión un tanto pasteurizada pero iluminadora de lo que significa ser muy, muy famoso en 2017, o por lo menos serlo “entre la demografía de 12 a 18 años, con un 85 % de público femenino y un 15 % de masculino”, que es la suya, como explica el propio Cameron.

Camiseta de tirantes en punto de algodón acanalado Calvin Klein Underwear.
Camiseta de tirantes en punto de algodón acanalado Calvin Klein Underwear.Michael Schwartz/Ángela Esteban Librero

Todo aquel que no entre en esta horquilla de población o no trabaje en marketing digital, probablemente necesite algunos apuntes a modo de explicación. Aquí van: Dallas nació en 1994 en Chino, California, y se crio con una madre soltera, Gina, y su hermana, Sierra. En 2012 empezó a colgar nanovídeos en la red social Vine en los que salía haciendo payasadas o gastando bromas inocentes a sus amigos.

Contar algo que tenga sentido y haga gracia en seis segundos de audiovisual no es tan fácil como parece, y sus historias, disparando, por ejemplo, a sus amigos con un arco de juguete tras ver Los juegos del hambre, o saltando en una especie de chiquiparque gigante, o echándose cereales y leche a la boca tumbado en el suelo (Domingo perezoso se titulaba este hitazo viral) empezaron a acumular millones de visionados.

En 2014, Dallas ya acumulaba más de ocho millones de seguidores en Vine y estaba entre las 10 cuentas más seguidas. Ahora anda por los 20,4 millones de seguidores en Instagram, casi seis en su canal de YouTube –allí el contenido es más sofisticado, un vídeo puede sobrepasar los 10 minutos y requerir cierta producción, como cuando invade el apartamento de otro youtuber con un castillo hinchable gigante–, más de 13 en Twitter y un número similar en Snapchat. Ha coqueteado con la tele tradicional, apareciendo en un par de capítulos de la serie de NBC American odissey, con el cine –rodó unas cuantas escenas de la película Malditos vecinos 2, pero desapareció del montaje final– y con la música. En 2015 lanzó el tema She bad y asegura que está trabajando para grabar más temas.

Pero su mayor contribución al mundo del espectáculo en esta década de mudanzas será probablemente el propio formato de MAGCON, siglas de meet and greet convention. El acrónimo da nombre tanto al grupo como a las giras en las que las estrellas de las redes sociales ofrecen una serie de actuaciones y después dedican unos segundos a cada fan para que este pueda sacarse selfis con sus ídolos. “Es como un cruce de Coachella y la Comic-Con”, resume Dallas.

Cuando la gira recaló en España el año pasado, Razzmatazz, en Barcelona, y Vistalegre, en Madrid, las entradas oscilaron entre los 22 euros por ver simplemente el espectáculo (una combinación de discursos, actuaciones musicales y dj) y los 135 euros por una foto individual con alguno de los ídolos. El selfi de grupo sale por unos 66 euros y la organización tiene el detalle de poner un precio popular “para padres y acompañantes” de solo 17 euros. El 99 % de las asistentes a estos encuentros son chicas muy jóvenes, algunas con intenciones claramente libidinosas con los miembros de la neo-boy band, como puede verse en la serie.

¿Cómo manejan esa situación? Lo mantenemos muy para todos los públicos. En los meet and greet a veces nos piden un beso en la mejilla, pero es todo lo lejos a lo que llegamos.

Pero muchas de ellas deben querer más. No lo sé, no se lo pregunto.

Vaquero con efecto desgastado y cintura baja Sandro y calzoncillos Calvin Klein Underwear.
Vaquero con efecto desgastado y cintura baja Sandro y calzoncillos Calvin Klein Underwear.Michael Schwartz/Ángela Esteban Librero

¿Tienen los miembros de MAGCON un decálogo o contrato que especifique lo que se puede y no se puede hacer con una fan? Todos tenemos unas serie de ideas bastante claras sobre cómo ser respetuosos.

En ocasiones como esta, Dallas da la impresión de hablar como si estuviera evitando una hipotética querella o un titular malvado. Recuerda un poco al personaje que creó el novelista Teddy Wayne en La canción de Jonny Valentine, un trasunto de Justin Bieber que maneja igual de bien el lenguaje de los preadolescentes y el de los CEO de Hollywood o Silicon Valley. De ahí proceden algunos de los referentes de Cameron, una colección heterogénea que desgrana así: “Elvis, Johnny Cash, Frank Sinatra, Chris Pratt, Drake. Johnny Depp cuando era joven era muy guai. También admiro a Mark Zuckerberg y a Bill Gates, la gente que emprende. Es algo que estoy explorando ahora mismo, aprendiendo sobre distintos negocios”.

Ha estado tan ocupado que no le ha dado tiempo a ir a la universidad. ¿Le hubiera gustado? Querría hacerlo en el futuro, pero ahora no tengo tiempo. Quiero ir a Harvard o a Stanford, a una universidad de la Ivy League, a estudiar negocios o psicología aplicada a los negocios.

No le ha hecho falta ninguna licenciatura para actuar como asesor de facto para empresas que se rompen los sesos para saber cómo vender a los millennials y a sus hermanos pequeños. ¿Qué les dice? Miro sus campañas de marketing y les señalo lo que podrían mejorar. Depende de qué estén vendiendo y qué quieran sacar. Soy muy abierto. A veces, les digo: “Esto no me gusta nada”.

¿A qué marcas ha asesorado? A unas cuantas, no puedo mencionarlas.

Su propia intuición para dirigir su carrera es innegable. Cuando empezaba en esto, su madre descubrió por casualidad que Cameron estaba ganando dinero en Internet. Fue el día en que le dieron 200 dólares (170 euros) por ponerse unas pulseras en Instagram. “Ella no entendió nada, pero me apoyó en todo”, recuerda.

Sin embargo, su modelo de negocio no ha seguido por ahí. En las cuentas de Dallas en las redes sociales apenas aparecen posts patrocinados, no le gustan. Se autogestionó como modelo hasta que entró bajo las alas de IMG, la agencia que representa a Kaia Gerber y Bella Hadid y que en su apartado de talentos tiene a nombres tan dispares como Julianne Moore, Gal Gadot, Hari Nef, Lucky Blue Smith y Garbiñe Muguruza.

Forbes lo colocó en el séptimo puesto de su lista de influencers más potentes y Variety le llamó, para que lo entendieran sus lectores más senior, “el Tom Cruise del mundo digital”. La revista contó además que, en un primer momento, Netflix rechazó emitir su serie y que fue el propio Dallas quien pidió entonces reunirse con los mandamases del canal. Logró convencerles.

Chaqueta y camisa blanca, ambas, Emporio Armani. Pantalones y pajarita Dolce & Gabbana.
Chaqueta y camisa blanca, ambas, Emporio Armani. Pantalones y pajarita Dolce & Gabbana. Michael Schwartz/Ángela Esteban Librero

Si a ese carisma y autoconfianza se le añade un tupé rubio y unos rasgos de ídolo adolescente herencia de sus antepasados “25 % mexicanos, 25 % alemanes y 50  % escoceses”, se entiende que acabaran llamando a su puerta Calvin Klein, que contó con él para una campaña global el año pasado –después de que miles de adolescentes italianas sitiaran un desfile al que había sido invitado en Milán–, que Dolce & Gabbana le diera un lugar preferencial en sus famosos desfiles con influencers y que ahora Carolina Herrera le haya fichado para su campaña más importante hasta la fecha, junto a Hailey Baldwin. A ambos les ha fotografiado Mario Testino.

La promoción de 212 VIP Black arrancó el año pasado en Madrid con una fiesta en una casa de La Moraleja en la que Baldwin y Dallas ejercían, junto a la modelo de Victoria’s Secret Taylor Hill, como anfitriones. Por allí pulularon Lucas Satherley, Raury, Steffy Argelich, Stav Strashko, Sonia Ben Ammar e Inka Williams. No sufra: si necesita googlear todos estos nombres es que la campaña no era para usted.

Chaqueta de terciopelo con solapas en pico  y camisa satinada, todo, Dolce & Gabbana.
Chaqueta de terciopelo con solapas en pico y camisa satinada, todo, Dolce & Gabbana.Michael Schwartz/Ángela Esteban Librero

Aunque Dallas está entrando en otro tipo de círculo de la fama, el que separa a los famosos a secas de los famosos en Internet, no tiene ningunas ganas de quemar sus puentes. “Soy un emprendedor. Siempre estoy listo para el crossover, pero no quiero dejar detrás el social media. Lo quiero hacer todo a la vez”, declaró a Variety. Y en la revista Hero aleccionó a los chicos más jóvenes que él que llegan a los 200.000 seguidores y piensan: “Ahora voy a actuar y me voy a alejar de las redes”. “Miran atrás como haters y pierden la vista de lo que es nuevo y lo que les hizo grandes, tratan de cruzar al mainstream demasiado pronto, y eso son muy malas noticias”.

"Tengo fans jóvenes y con eso va una responsabilidad. Jamás haría una campaña para una marca de alcohol. Bueno, quizá a los 35”

Como alguien que, o bien ha estudiado o bien tiene naturalmente implantado en la memoria un chip con todos los errores que las estrellas juveniles cometieron antes que él, tampoco alberga ninguna intención de alienar a sus fans más jóvenes ensuciando su impoluta imagen. No será él quien pase por la fase malota del Justin Bieber de hace dos días o del Robbie Williams de los noventa. Es harto improbable que le fotografíen con una copa en la mano, por ejemplo. “Tengo fans jóvenes y con eso va una responsabilidad”, dice. “Jamás haría una campaña para una marca de alcohol. Bueno, quizá cuando cumpla 35”.

Los miembros de MAGCON rezan en círculo antes de salir al escenario y en Chasing Cameron incluso se le escucha decir fudge en lugar de fuck, una expresión digna de Ned Flanders, equivalente a córcholis. “En realidad soy muy malhablado”, confiesa. “¿Sabes el segundo capítulo, cuando estamos en Berlín? Allí dije de todo, lo que pasa es que lo cortamos. Ese es otro ejemplo de cómo prestamos atención a nuestros fans más jóvenes”. En la serie, sin embargo, sí se percibe que la presión de tener que actualizar contenidos en siete plataformas distintas le genera cierta angustia. Al fin y al cabo, se hizo famoso grabando gansadas adolescentes en su casa cuando tenía algo que ahora no tiene: enormes bolsas de tiempo libre.

Chaqueta, sudadera con cremallera y pantalón de vestir con estampado de raya diplomática, todo, CH Carolina Herrera.
Chaqueta, sudadera con cremallera y pantalón de vestir con estampado de raya diplomática, todo, CH Carolina Herrera. Michael Schwartz/Ángela Esteban Librero

¿Cómo se las arregla para seguir grabando sus famosos vídeos? Los calendarizamos.

Algunas estrellas de las redes sociales admiten sentirse quemadas al cabo de unos años. ¿Ha empezado a sentir algún síntoma? Estoy intentando tomarme más tiempo para mí mismo. Antes no lo hacía, pero ahora sí. Intento ir a mi casa en Chino y he estado en Hawái un par de veces y en Islas Turcas y Caicos.

Le sigue mucha gente. ¿Qué follower le gustaría tener que aún no tiene? A Jesucristo.

Antes de despedirnos, le pedimos por puro capricho que nos enseñe qué le pasa a su teléfono cuando cuelga algún post (vimos una vez cómo lo hacía una instagrammer famosa por sus selfis de culo y resultaba bastante impresionante). No podrá ser. “No recibo notificaciones. Mi móvil se bloquearía y estallaría”.

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