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Ni engancha ni pica los dientes: 6 mitos sobre el azúcar que llevamos creyéndonos toda la vida

Moderación, sí, pero no se crea todo lo que le dijeron sobre la sacarosa

¿Consumimos demasiado azúcar? Sin duda, según las estadísticas. ¿Los grandes lobbys productores se afanan por lavar su imagen? También, tal y como afirman algunos expertos. ¿Son exageradas las pautas que sugiere de la Organización Mundial de la Salud?

La OMS recomienda que los azúcares presentes en nuestra alimentación no aporten más del 10% de las calorías diarias y sostiene que, si esa cuota no supera el 5%, probablemente se multiplicarán los beneficios sobre la salud. Pero un batido de chocolate ya supone un 9,1%.

¿Entonces? Unos dirán que a menos azúcar, más salud, y otros pondrán en valor sus propiedades energéticas. Pero cierto es también que muchos de los mitos erigidos en torno al azúcar han sido contestados por la ciencia; mitos que la vinculan a la hiperactividad de los niños y a su capacidad de enganchar al consumidor como si de una droga se tratase.

Pero quizá tampoco sea para eso. Aquí van unas cuantas leyendas desmontadas por los expertos y, además, sus recomendaciones para que nuestra relación con el azúcar sea, realmente, beneficiosamente dulce.

1. El azúcar moreno es mejor que el blanco

Error. Todos los tipos de azúcar son lo mismo, aunque se presenten de color blanco, tostado o en forma de sirope o miel. “Yo los llamo eufemismos azucarados. Al fin y al cabo, siguen siendo azúcar, aunque con otro formato y otro origen y, por tanto, tienen los mismos efectos sobre nosotros”, afirma el nutricionista Juan Revenga.

La doctora endocrina Diana Boj opina lo mismo: “A efectos prácticos, en vista de que todos son productos con un alto índice glucémico, los efectos son muy similares”.

2. Su consumo fomenta la hiperactividad en niños

Tampoco es cierto. Es un mito que corre de boca en boca pero que no tiene aval científico que lo sustente. Varios estudios se han ocupado de derribarlo: los ensayos de una investigación firmada por expertos de la Universidad de Ciencias de la Salud de Oklahoma concluyen diciendo que el azúcar no afecta al comportamiento de los niños de ningún modo, y otro estudio del departamento de pediatría de la Vanderbilt University confirmó también que el binomio niño consume azúcar - niño se pone de los nervios no tiene ninguna validez.

3. El azúcar es tan adictivo como la droga

Hablar de adicción refiriéndose a los alimentos supone, en mi opinión, trivializar y banalizar situaciones muy comprometidas como son las verdaderas adicciones a sustancias estupefacientes”, afirma Revenga, que completa diciendo que hablar en estos términos refiriéndose al azúcar es “realmente excesivo”.

En la misma línea, la doctora Boj explica de que todo se puede entender atendiendo a los picos de azúcar en sangre: “El nivel te sube rápidamente y, de la misma forma, al poco tiempo, se desploma, haciendo que tu cuerpo te demande de nuevo un aporte de energía. Es una cuestión de fluctuaciones. Pero de ahí a decir que el azúcar engancha hay un mundo”, explica.

Y la ciencia corrobora estas afirmaciones: un estudio publicado en la Neuroscience & Biobehavioral Reviews confirma que ningún alimento tiene la capacidad de desencadenar una adicción real.

4. Su consumo elevado provoca diabetes

La doctora Boj afirma que “si bien esta sentencia no está probada, se trata de una asociación en la que entra en juego otro factor: la obesidad”, y completa: “Las personas que consumen demasiado azúcar tendrán más riesgo de padecer sobrepeso, y esa realidad sí que abre la puerta a la diabetes”. Así que no. Pero casi .

Revenga es más categórico: “Que te disparen no quiere decir que te mueras. Pero recibir una bala es un factor de riesgo importante para tu vida”. Ejemplifica así el hecho de que el actual patrón de consumo de azúcar, aunque no sea una causa inmediata, sí es un elemento de riesgo importante para el desarrollo de diabetes tipo 2.

5. El azúcar causa caries

De nuevo no existe relación vinculante: los estudios han demostrado que las caries son provocadas por los ácidos de algunos alimentos, que sustentan a las bacterias responsables de los daños en la dentadura. Así, el azúcar, como tantas otras comidas, no es el causante directo, sino los ácidos que lo componen. Ahora bien, Revenga subraya que “nos sirve el mismo ejemplo del disparo”, y añade que “aunque el azúcar no es el causante directo de las caries, sí que las propicia, aumentando las posibilidades de que aparezcan”.

6. La mejor opción: los edulcorantes artificiales

De eso, nada. Numerosas investigaciones apuntan a que pueden ser incluso más perjudiciales que el azúcar. “La composición química con la que logran aportar ese sabor dulce no tiene nada que ver en cada caso. La stevia, la sacarina o el aspartamo son diferentes, y su uso está puesto en tela de juicio de acuerdo con las muy diversas respuestas fisiológicas que promueven los edulcorantes”, explica Revenga.

Yendo más allá, las doctoras Carmen Gómez Candela y Samara Palma, de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital de La Paz, en Madrid, recopilaron en el Libro Blanco del Azúcar otros avales para no demonizarlo. Con el respaldo del Instituto de Estudios Documentales del Azúcar y la Remolacha, las expertas recopilaron numerosos artículos de expertos en los que afirman que este ingrediente no debe eliminarse de nuestra dieta, siempre relacionando su consumo con el peso y la actividad física que se realice. Explican en profundidad su relación con la obesidad o la función cognitiva, entre otros asuntos, confirmando que es difícil encontrar otro ingrediente capaz de aportar las mismas funcionalidades sin traer consigo más calorías.

¿Azúcar para todos, pues? Tranquilidad. No desenfunden todavía sus cucharillas. “Todo, tomado con moderación, no tiene por qué ser negativo”, explica la nutricionista Diana Boj. Pero eso no quiere decir que sea positivo, y la doctora constata además que “normalmente, nos alejamos de la recomendación del 5% sugerida por la OMS y nos excedemos en el consumo de azúcares simples, compuestos que no aportan nada”.

Solo están ahí para endulzarnos la vida, a la vez que avinagrarnos la salud. Juan Revenga habla de educación: “Vivimos con el azúcar al cuello, y debemos concienciarnos para no demandar tanto el sabor dulce como lo hacemos”. Porque las pruebas científicas apuntan a que, aunque quizá no sean el demonio, los azúcares no son tan inocuos como se piensa. Así que, como siempre, mesura, conciencia, dieta mediterránea. Y pocos bollos.

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