Tener agorafobia y soñar con viajar: la cuenta de Instagram que ha conquistado a miles de personas
Este transtorno es más común de lo que imaginamos y afecta predominantemente a las mujeres
Jacqui Kenny viajaba en un pequeño avión de Nueva Zelanda a Tonga (Polinesia). Entonces lo sintió por primera vez. “En ese momento me invadió el pánico y lo único que quería hacer era bajarme”, explica a BuenaVida. “Me contuve muchísimo para no comenzar a dar golpes a la puerta del avión”.
Esta fotógrafa neozelandesa de 43 años, afincada en Londres, ha encontrado en Instagram su vía de salvación para hablar abiertamente de la agorafobia que padece desde 2009, momento en el que el miedo se instaló en su vida. “Llegué a no poder ir a un supermercado. Sentía que allí mismo podía darme un ataque de pánico y que no podría escapar”, continúa. Desde entonces, viaja por el mundo a través de Google Street View y publica las fotografías de sus viajes en su cuenta. Ya tiene 67.000 seguidores e incluso vende pósters de sus instantáneas.
El caso personal de Kenny ha ayudado a desestigmatizar un poco la agorafobia. Pero todavía hay un largo camino que recorrer: “Sigue existiendo mucho desconocimiento y discriminación asociados a la salud mental”, se lamenta la neozelandesa.
“La mayoría de la gente piensa que la agorafobia es simplemente temor a los espacios abiertos, pero no. En realidad se trata de un miedo muy intenso a encontrarte en lugares públicos en los que, por ti mismo, ves que serías incapaz de escapar y una vergüenza insoportable a que otros puedan llegar a presenciar lo que te ocurre”.
El miedo al miedo
En efecto, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), la agorafobia es el “miedo a estar en lugares o situaciones de los cuáles pueda ser difícil o embarazoso escapar o en los cuáles pueda no disponerse de ayuda en el caso de tener un ataque de pánico o síntomas similares a los del pánico: mareo, caída, despersonalización, desrealización, pérdida del control de esfínteres, vómito o molestias cardíacas”.
Se trata, pues, de uno de los trastornos de la ansiedad más incapacitantes. Estar en un transporte público, en un lugar cerrado, en espacios abiertos, en sitios en los que pueden producirse aglomeraciones, al hacer cola o cuando está solo fuera de su hogar son situaciones que pueden convertirse en auténticas odiseas para el agorafóbico.
Un día normal de una persona con agorafobia “se acompaña de sufrimiento, un sufrimiento que varía según la frecuencia y trascendencia que tiene el espacio temido, y son precisamente las conductas de evitación las que causan el sufrimiento”, explica el doctor Francisco Ferre, jefe de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
Por eso es fundamental ponerse cuanto antes en manos de un profesional. “Cada vez que un agorafóbico evita un lugar, es un retroceso importante. Cada espacio perdido costará mucho recuperarlo”, se lamenta Ferre. El mensaje es claro: Ni un paso atrás ante el lugar temido.
"Son precisamente las conductas de evitación las que causan el sufrimiento”, (Francisco Ferre, jefe de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón de Madrid).
La evitación conduce al aislamiento, del que es muy costoso salir. Los síntomas físicos —mareos, sudoración, taquicardia…—, son claros y los mentales también. En palabras del psicólogo clínico Rubén Casado, fundador de la Asociación Madrileña de Agorafobia (Amadag), el estrés mental llega a ser tan acusado que el agorafóbico puede llegar a experimentar “que está fuera del escenario en el que está viviendo, como si fuera un actor de una película. Pierde el control”.
El principal objetivo es que el ataque de pánico no aparezca. Así pues, el miedo se transforma en “una especie de Dios que nos dice que si no hacemos determinadas cosas el pánico no aparecerá”, continúa Casado. Pensamientos como “me voy a quedar solo”, “si voy al supermercado puedo desmayarme”, “puedo empezar a hiperventilar” se adueñan de la mente y la bomba se activa.
El miedo condiciona la existencia del agorafóbico, que está dispuesto a pagar un peaje para no experimentar lo que tanto teme. “Es como una autoprofecía cumplida y, entonces, se enciende de nuevo la mecha del peligro constante”, explica el fundador de Amadag.
En España, el estudio más completo sobre la materia con el que se cuenta se remonta a 2006. Este trabajo concluyó que, aproximadamente, una de cada cinco personas entrevistadas había presentado un trastorno mental en algún momento de su vida.
"El miedo se transforma en una especie de Dios que nos dice que si no hacemos determinadas cosas el pánico no aparecerá”, (Rubén Casado, fundador de la Asociación Madrileña de Agorafobia (Amadag).
De ellas, según aclaran la psicóloga clínica Sara Fidel y la psiquiatra Sonsoles Cepeda, del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Vall d`Hebron de Barcelona, el 0,3% correspondían a casos de agorafobia. “La prevalencia era mayor en mujeres que en hombres: 0,15% en el varón y 0,60% en la mujer”, apuntan las especialistas. Además, el DSM calcula una tasa anual de adolescentes y adultos diagnosticados por primera vez de agorafobia del 1,7% en nuestro país.
Posibles causas de la ansiedad
¿La agorafobia puede heredarse? ¿Podemos nacer con determinadas tendencias ya marcadas en nuestra personalidad? El doctor Antonio Bulbena, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona y director del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones (Inad) del Parc de Salud Mar de Barcelona, en numerosos artículos no duda en señalar que el padecer un trastorno de ansiedad puede estar íntimamente relacionado con la predisposición genética. En el caso de los agorafóbicos, en particular, puede tratarse de personas con una sensibilidad especial hacia sus propios sentidos.
Rubén Casado, por su parte, también apunta a las consecuencias que pueden llegar a tener en algunos casos el tipo de educación recibida, los periodos de estrés —en muchos casos muy elevados— o determinados acontecimientos vitales que hayan significado el origen o el desencadenamiento de una patología mental como la agorafobia.
La prevalencia es mayor en mujeres que en hombres: 0,15% en el varón y 0,60% en la mujer.
En Amadag se apuesta por la terapia cognitiva-conductual. Esta disciplina aúna diversas técnicas específicas con las que se trabajan los miedos. Se proporcionan las herramientas necesarias para poder prevenir o acabar con los ataques de pánico cuando se presentan. Es decir, se aprende a programar la angustia y saber manejarla cuando aparezca.
Pero, además, se complementa con otras acciones como las terapias de grupo: “En estas reuniones existe la posibilidad no sólo de conocer a personas con el mismo trastorno en diferentes niveles de evolución y con diferentes modos de afrontar sus miedos, sino también de tomar conciencia de lo que realmente le sucede a nivel interno y, juntos, encontrar herramientas para afrontar el problema hasta su disminución o extinción”, remarca el doctor Casado.
'Viajera agorafóbica' o cómo afrontar los retos
Esto fue lo que encontró precisamente Kenny en Instagram. Bajo el nombre de Agoraphobic Traveller —viajera agorafóbica—, su pasión por la fotografía la animó a explorar el mundo a través de Google Street View y capturar imágenes de sus viajes virtuales —esos que ya había perdido la esperanza de conocer en persona— y que publica habitualmente en la red social.
“Sentí que había llegado el momento de abrirme al mundo”, nos comenta Jacqui. “Hablar de mi agorafobia abiertamente me ayudado más de lo que creía. Aún sabiendo y sintiendo que continúan existiendo muchos estigmas al respecto, he llegado a hablar públicamente sobre mi trastorno, sin filtros”, continúa.
Y no solo la ayudó a ella. El poder de las redes sociales obró el milagro: interconectar a millones de personas de un extremo al otro del planeta con una lucha común: la agorafobia. “Ahora estoy ligada a una increíble comunidad global y está siendo una experiencia increíble”, celebra la instagrammer.
Sus imágenes virtuales de ciudades rurales de Chile, Mongolia y Senegal completaron un archivo de más de 27.000 fotos que el pasado verano expuso en Nueva York. Por increíble que parezca, Kenny logró subirse a un avión para asistir a la inauguración.
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