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MIRADOR
Columna
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Secos

En un país que vive del turismo, la desertización y la escasez de agua puede convertirse en algo dramático

David Trueba
Embalse de Entrepeñas (Guadalajara).
Embalse de Entrepeñas (Guadalajara). ULY MARTÍN

Para algunos el procés en Cataluña a lo que más se parece es a Star Wars. Cuando creías que ya no podrían hacer otra entrega, vuelven a hacer las anteriores. Llevamos toda una vida de espectadores resignados a que las novedades y estrenos de cada año cinematográfico sean los de siempre. Lo comentaba Carlos Boyero el viernes pasado a raíz del estreno de la nueva ampliación de Blade Runner, el estiramiento se ha convertido en un género cinematográfico. Es un modelo de franquicia, en el que las productoras exprimen un concepto ya reconocido porque resulta mucho más arriesgado apostar por algo novedoso, adecuado al tiempo en que vivimos. Últimamente, incluso ciertas empresas de producción compran editoriales y catálogos de cómic para poder surtirse de contenidos ya masticados. A esto los estudiosos del cine lo han dado en llamar la década de sequía de ideas más larga de la industria.

Pero hay otra sequía menos metafórica, sino literal, que afecta a España con una gravedad evidente. Según los registros, las lluvias durante este año han sido un 18% menores que la media histórica en la Península. Lo cual ha desembocado en reservas al borde de la alerta y rarezas antológicas como escasez de agua en Galicia y el mes de septiembre más seco del que se tienen registros. En el hermoso corazón cerealero de Tierra de Campos se habla de catástrofe, con grandes extensiones sin poderse cosechar por falta de agua en primavera y en la generación de energía eléctrica a través de la fuerza hidráulica hemos caído a la mitad de producción en un momento en el que el recurso a las renovables y las energías limpias tendría que ser una prioridad nacional.

En un país que vive del turismo, la desertización y la escasez de agua puede convertirse en algo dramático. Refrendados en las urnas los negacionistas del cambio climático, queda poca esperanza para que desde el poder político se encuentren soluciones. Como dijo uno de nuestros líderes galácticos en memorable ocasión, el problema de la sequía se arreglará con las lluvias. Que tiene que llover ya lo sabemos, el problema está en precisar por qué llueve menos. Esta verdad incómoda, como todos ustedes pueden comprobar a diario, ocupa la agenda política y mediática en nuestro país, con páginas y páginas de debate desbordado, manifestaciones multitudinarias, esfuerzos científicos y con todos los poderes e intereses unidos tratando de encontrar una solución colectiva. A ver si al final va a resultar que estamos peleando por poner nuevas fronteras a la nada, a una tierra yerma y arruinada para siempre en esta galaxia tan cercana.

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