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Enseñar en libertad

Una profesión, la de docente, que reclama la aprobación de un Pacto Educativo que fije los principios y finalidades básicas que debe tener la educación

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En un intento por empoderar a los profesores, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) estableció, tal fecha como hoy de 1994, el Día Mundial de los Docentes. Una conmemoración para la que la Organización ha escogido, en esta ocasión, el lema: “Enseñar en libertad”. Una frase con la que se pretende que los profesores gocen de autonomía profesional, de libertad y de instrumentos que le permitan garantizar una educación de calidad que tenga en cuenta el contexto, las necesidades y las expectativas de los alumnos.

Para lograr estos objetivos, el 25 de septiembre de 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (ONU, 2015). En la intervención que realizó la directora general de la UNESCO, Irina Bokova, señaló que "se necesita un cambio fundamental en la forma en que pensamos sobre el rol de la educación en el desarrollo mundial, porque tiene un efecto catalizador en el bienestar de los individuos y el futuro de nuestro planeta. Ahora más que nunca, la educación tiene la responsabilidad de estar a la par de los desafíos y las aspiraciones del siglo XXI, y de promover los tipos correctos de valores y habilidades que llevarán al crecimiento sostenible e inclusivo y a una vida pacífica juntos".

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El presidente de la Asociación de Profesores de Madrid, Carlos Fernández, apunta que la docencia aporta el conocimiento, un valor indiscutible para vivir en la sociedad actual. En este sentido, Fernández destaca que “la importancia del conocimiento radica en que permitirá el desarrollo de la sociedad en un futuro próximo: el desarrollo de las capacidades humanes de todo tipo, sin descuidar lo creativo, lo emocional y los valores, y en especial la capacidad del individuo de aprender por sí mismo”.

Una profesión, la de docente, que actualmente reclama la aprobación de un Pacto Educativo que fije los principios y finalidades básicas que debe tener la educación y que pasa por establecer un proceso participativo de todos los agentes implicados: comunidad educativa (familias, alumnado y profesorado), partidos políticos, sindicatos, entidades y expertos, etc. Porque, según manifiestan esos expertos, la finalidad de la educación es lograr el gusto por el saber, el desarrollo integral y moral de las personas, la formación de ciudadanos críticos y comprometidos con la mejora de la sociedad en la que viven, la igualdad de oportunidades y la equidad social. Además, el sistema educativo debe contribuir a propiciar una salida de la crisis y un nuevo modelo productivo basado en una mayor cualificación y en el empleo decente de los trabajadores.

Carlos Fernández comenta que “es necesario un pacto educativo basado en el conocimiento profesional de lo que es más adecuado para una mejor educación. Para ello, el papel del profesorado debe ser esencial y tener voz y voto en ese proceso”. También, en su opinión,” hay que mejorar las bases sobre las que se soporta una educación de calidad, que se asentarían en un número menor de alumnos por aula, apoyo suficiente al profesor y un sistema de evaluación del proceso educativo adecuado”.

Una opinión con la que coincide el presidente Nacional de la Confederación de Padres Católicos (Concapa), Pedro José Caballero, quien subraya que “el Pacto Educativo es imprescindible para la sociedad española, de modo que no estemos siempre al albur de los vaivenes políticos; y para ello es fundamental contar con todas la comunidad educativa: padres, docentes, representantes de centros, etc. Abogamos porque el Pacto contemple aspectos básicos como la libertad y calidad educativa, buscando la estabilidad y tranquilidad del sistema”.

Los profesores también se quejan del escaso reconocimiento que la sociedad realiza de su trabajo. Según la OCDE, en España solo un 8 % de los profesores de secundaria dice sentirse valorado socialmente. Carlos Fernández declara que “el docente no está suficientemente reconocido porque no se acaba de entender que para enseñar algo hace falta mucho más que conocer ese algo. Por ejemplo, cualquiera sabe dividir, pero comprender los conocimientos y capacidades previas de un niño de ocho años para adaptar a ellas cada uno de los pasos necesarios para aprender a dividir, no es sencillo”. E insiste en que “la pedagogía es una ciencia y educar una profesión que requiere un conjunto muy diverso de habilidades: comunicativas, emocionales, psicológicas, sociales, técnicas, etc. Nuestra sociedad está lejos de reconocer todo esto”.

Una solución, la del reconocimiento de la labor del docente, que a juicio del presidente de la Concapa pasa por incentivar suficientemente al profesorado y proporcionarle la autoridad necesaria para llevar a cabo su tarea. Pedro José Caballero afirma que “hay que actuar y trabajar para revitalizar y reconocer la profesión docente”. Y para lograr este objetivo, es necesario, según los expertos, que el sistema educativo invierta para que el docente se sienta apoyado en su labor. En este sentido, Carlos Fernández reivindica la necesidad de “aportar métodos y recursos didácticos innovadores para que el profesor pueda elegir aquellos que lleguen mejor a sus alumnos, permitiendo que el profesor tenga voz y voto en los cambios educativos, mejorando su remuneración, disminuyendo el número de alumnos por clase y proporcionando una formación continuada adecuada a sus necesidades y posibilidades, especialmente en didáctica”.

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