_
_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

No habrá desarrollo sostenible sin igualdad y transparencia de datos

Emprendedores, activistas y empresarios junto a expertos en datos buscan hacer un uso productivo e innovador de los mismos en pos de hallar soluciones a perennes desafíos de desarrollo

Más información
Un plan para acabar con todas las pobrezas
Guía para mejorar la vida de la mitad de la humanidad
España ignora la agenda global para el desarrollo sostenible

Un tema central que atravesó las discusiones que tuvieron lugar días atrás, durante la semana de los Global Goals de las Naciones Unidas en Nueva York, fue la importancia que los datos y la tecnología tienen como condición indispensable para el avance de la Agenda 2030 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Este tema, y sus consecuencias e impacto, fue uno de los ejes temáticos del encuentro We the Future (Nosotros el Futuro) organizado por la Fundación Skoll, TED y la Fundación ONU. Se hizo hincapié allí, y en muchos otros ámbitos durante esos días, en la importancia que tienen los enfoques basados en datos, tanto desde la recolección de información, pasando por el análisis hasta las diferentes maneras en que estos nos ayudan a narrar historias o avanzar una causa para poder entender mejor los desafíos y problemas, y resolverlos.

Lo que fue tradicionalmente considerado como un árido campo reservado para los especialistas en datos duros y estadística, es hoy en día un área que involucra una colaboración innovadora de diversos actores de la sociedad civil y sectores público y privado, con o sin conocimiento técnico, pero sí con expertise en el amplio espectro de rango de temas que ocupan la agenda del desarrollo sostenible. Emprendedores, activistas y empresarios junto a expertos en datos buscan entonces hacer un uso productivo e innovador de los mismos en pos de hallar soluciones a perennes desafíos de desarrollo.

Dos temas sustantivos prioritarios enmarcaron varias de las discusiones en torno a enfoques basados en datos: igualdad de género y lucha contra la corrupción. Sin lugar a dudas, el primero de estos aspectos ocupa un lugar clave en toda la Agenda 2030: la relación entre igualdad de género y datos involucra a nada más y nada menos que al 50% de la población mundial. Existe consenso en que no habrá (o, en todo caso, no podrá haber) igualdad de género sin igualdad de datos.

Emily Courey Pryor, directora ejecutiva de la iniciativa Data2X, afirmó durante encuentro de Skoll que los datos ayudan a tomar decisiones más informadas para el desarrollo de políticas públicas, especialmente con respecto a temas que afectan a mujeres y niñas. Pryor detalló que de los 232 indicadores de los ODS, 53 hacen referencia explícita a temas relativos a mujeres y niñas pero que solo existen datos confiables y disponibles sobre solo 15 de esos indicadores. ¿Cuál es la razón entonces de esta carencia de datos? La respuesta más verosímil es que los sistemas de datos están diseñados y estructurados con información o bien incompleta, o recolectada y analizada de manera tal que reproducen estereotipos o sesgos que distorsionan la realidad y no permiten medir las actividades y contribuciones que involucran a mujeres.

Existe consenso en que no habrá igualdad de género sin igualdad de datos

En este sentido, y dado el progreso actual de innovadoras tecnologías de datos existentes (por ejemplo, Big Data, inteligencia artificial), un esfuerzo debe ser realizado para acortar las brechas existentes. Ese fue el punto central de las palabras de Rania de Jordania, una “embajadora” global de igualdad de datos: no es posible tolerar el hecho paradójico e inaceptable de que sabemos en efecto cuántas veces por día chequeamos nuestros teléfonos móviles, o cuántos perros viven por hogar en la ciudad de Londres o, incluso, cuántas hormigas habitan en la ciudad de Nueva York, pero no somos capaces hasta el momento de tener suficiente información sobre más de 3.500 millones de mujeres alrededor del mundo, en particular con respecto a temas críticos como inclusión financiera, contribución de las mujeres a la economía familiar, o el número de mujeres y niñas refugiadas o desplazadas por violencia, conflictos o crisis.

Como se dijo más arriba, lo grave de la situación es que la falta de datos frecuentemente está basada en sesgos que impactan en la no medición de dimensiones que afectan especialmente a las mujeres y que usualmente terminan reforzando esos mismos sesgos, evitando un cambio con respecto al status quo existente. Solo a través de una medición adecuada y sin sesgos de los indicadores será posible entonces diseñar y tomar decisiones de políticas públicas efectivas en pos de sacar a las mujeres y niñas del estado actual de (cuasi) invisibilidad en la cual se encuentran con respecto a los datos disponibles.

Si los datos son clave para el combate contra la desigualdad de género, la lucha contra la corrupción es otro de los campos donde los primeros son indispensables; tanto para detectar como para prevenir la ocurrencia de hechos ilícitos y obligar a las autoridades a la transparencia y rendición de cuentas. En un mundo donde las cámaras de eco de las plataformas y redes sociales han facilitado la reproducción de las noticias falsas, los enfoques basados en datos tienen el potencial de permitir que la verdad salga a luz, según las palabras de Gillian Caldwell, CEO de la reconocida organización Global Witness, y quien también participó de la reunión organizada por Skoll. Las investigaciones, los datos y las alianzas entre actores que persiguen la transparencia pueden poner un freno decisivo a la corrupción. De manera conjunta, estos tres elementos han permitido a una organización como Global Witness descubrir casos de corrupción alrededor del mundo, como el de comercio ilegal de madera en Camboya, los diamantes de sangre en África, también esquemas de lavado de dinero en Nueva York.

En particular, la recolección de datos, su análisis y el entrecruzado de los mismos a gran escala, ha sido vital para la realización por parte de Global Witness de una investigación hecha pública en 2015 sobre la existencia de corrupción en el sector de extracción minera de jade en Myanmar; y de qué manera un negocio de 31.000 millones de dólares -que equivale a casi la mitad del producto bruto interno de aquel país asiático- terminó siendo conectado con opacas compañías cuyos beneficiarios finales terminaron siendo altos mandos militares del país.

Las investigaciones, los datos y las alianzas entre actores que persiguen la transparencia pueden poner un freno decisivo a la corrupción

El informe -que puede ver en este film arriba- expuso no solo las nefastas consecuencias que este esquema de corrupción tuvo para las arcas del país, sino los altos costos en términos de violaciones de derechos humanos, laborales y medioambientales. Un abordaje basado en datos fue clave para la investigación, ya que la misma hizo uso de datos abiertos (open data) y programas de software especialmente diseñados para el caso con la ayuda de OpenCorporates, base de datos con información sobre registro y datos de propiedad de millones de corporaciones alrededor del mundo.

En el proceso, diversas fuentes de datos fueron puestas en conexión, entrecruzadas y verificadas, incluyendo mapas públicos, contratos estatales, base de datos de registro público de compañías en Myanmar con información sobre directores y accionistas y otras fuentes como noticias o listas de sanciones de gobiernos, entre otros. El análisis masivo de estos datos permitió develar quiénes eran los beneficiarios o propietarios finales de estas compañías que explotaban las minas de jade, identificando a altos mandos militares así como también a jefes de carteles de droga. El uso de los datos a través de la investigación y su exposición tuvo un impacto positivo en Myanmar: desde suspensión de licencias de extracción, hasta evaluaciones de impacto social y medioambiental, pasando por la realización de recomendaciones públicas para minería sustentable que están actualmente siendo examinadas por el Parlamento de dicho país asiático.

Un abordaje basado en datos es entonces crucial tanto para los temas de desigualdad de género como para el combate para la corrupción, así como los otros desafíos interconectados que plantea la Agenda 2030 como la pobreza, el cambio climático o la educación. Solo se puede gestionar o actuar sobre lo que se mide y nunca como ahora la humanidad ha dispuesto de los recursos tecnológicos y de datos para ponerlos a disposición de la búsqueda de soluciones para los problemas de desarrollo. Existe entonces una necesidad urgente de ser capaz de recolectar, analizar e integrar de la manera más abarcadora, consistente y precisa posible la mayor cantidad (y calidad) de datos en pos de ayudar a acelerar el alcance de los ODS.

Gabriel Cecchini es miembro de la red +SocialGood (UN Foundation) y Director, Integridad & Reputación, Governance Latam.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_