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Así hará Siri tu vida más fácil

Los chatbots son programas que pueden mantener una conversación natural con su interlocutor y realizar tareas por él en casa, en el coche o en el trabajo

Getty

¿Qué tienen en común Tony Stark, protagonista de las películas de Iron Man, y Mark Zuckerberg, fundador de Facebook? Una pista: tú pronto podrías tener uno en casa también.

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La RAE define la inteligencia como "la capacidad para entender o comprender" y (o) "la capacidad de resolver problemas". Esta misma institución define la inteligencia artificial como "la disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico".

Entre las aplicaciones con más futuro de esta disciplina se encuentran, sin duda, los chatbots, programas informáticos capaces de conversar con un ser humano de forma tan natural que podría llegar a engañarle haciéndole pensar que está interactuando realmente con otra persona.

El primer chatbot de la historia fue bautizado como ELIZA y desarrollado en los años 60 por Joseph Wiezenbaum (1923-2008), profesor de informática e ingeniero del laboratorio de Inteligencia Artificial del Massachusetts Institute of Technology (MIT). ELIZA era un programa capaz de procesar el lenguaje natural, lo que hacía utilizando un mecanismo de funcionamiento relativamente simple: detectaba palabras clave en una frase escrita y respondía con una frase preconstruida almacenada en su propia base de datos. El resultado era muy básico, pero conseguía engañar al usuario haciéndole creer que realmente hablaba con una persona.

Es interesante aclarar que Wiezenbaum utilizó como fuente de inspiración al psicólogo americano Carl Rogers, cofundador junto a Abraham Maslow del enfoque humanista. De esta forma, la máquina a menudo respondía a preguntas con nuevas preguntas, algo típico de los terapeutas, que, en este caso, era fundamental para conseguir "el engaño".

Desde entonces, los chatbots no han parado de evolucionar hasta llegar a convertirse en una de las mayores apuestas tecnológicas de gigantes tecnológicos como Apple (Siri) o Microsoft (con Cortana), o Google (Google Assistant). A través de algoritmos de aprendizaje analizan los mensajes de las personas (escritos o hablados), con especial atención a palabras clave y a patrones observados en anteriores conversaciones, y generan una respuesta que siempre será gramaticalmente correcta, ya que están predefinidas. Los más avanzados logran contestar en un tono y naturalidad propias del tipo de conversación que se esté fraguando, e incluso son capaces de detectar notas de humor. Son asistentes virtuales, una tecnología que según la consultora especializada Tractica pasará de los 2.000 millones de euros de beneficios de este año a los 15.000 de 2021. Todos aspiran a ser como JARVIS, el sistema de informática doméstica de Tony Stark en las películas de Iron Man.

"Bienvenido señor, felicidades por el éxito de la ceremonia de inauguración, lo mismo que su comparecencia ante el Senado. Y debo añadir lo reconfortante que resulta verle por fin en un vídeo con la ropa puesta, señor". JARVIS era encargado de controlar el estado de la casa (desde la calefacción hasta el coche en el garaje), pero también vigilaba su salud, se aseguraba de que su armadura estuviera bien e, incluso, le ayudaba a detectar los puntos débiles de su enemigo en alguna de las batallas.

Hoy la tecnología ya puede hacer tareas similares. Nos lo demostró Mark Zuckerberg hace tan solo unos meses, tras anunciar al mundo que, por fin, había conseguido crear su propio Jarvis doméstico, un nuevo “mayordomo virtual” para su casa. Lo hizo con un video muy personal donde mostraba que Jarvis era capaz, entre muchas otras cosas, de gestionar la temperatura y las luces de su casa, de controlar los aparatos domésticos y, por supuesto, las tostadas, e incluso de entretener a su hija Max, enseñándole un poco de mandarín. Todo, por cierto, con la voz de Morgan Freeman.

After a year of coding, here's Jarvis.

Gepostet von Mark Zuckerberg am Dienstag, 20. Dezember 2016

Según Gartner, consultora referente en predicciones tecnológicas, en dos años los asistentes virtuales se usarán como primera herramienta de interacción con los elementos domésticos en al menos el 25% de los hogares de países desarrollados. Pero los chatbots no solo estarán presentes en casa. También en nuestros coches, cada vez más conectados, donde no tener que usar las manos para buscar rutas, lugares o llamar por teléfono otorga un plus de seguridad vital. Y sobre todo en los negocios. 11.000 programas de chat, la mayoría software de empresas para relacionarse con sus clientes, trabajan ya en Facebook Messenger, un lugar donde es fácil para los consumidores encontrar a la empresa con la que quieren hablar. Si alguien tiene alguna queja o duda, el robot de conversación está cada vez más capacitado para resolvérsela.

Sin embargo, todo esto no llega exento de riesgos. Muchos todavía recordarán la polémica levantada por Tay, un chatbot diseñado por Microsoft para conversar con jóvenes en las redes sociales, de forma informal y divertida.

Fue diseñado para aprender de la interacción con otros usuarios de la red, y lo hizo tan rápido que tardó menos de 24 horas en adoptar un pensamiento nazi y racista que llegó a apoyar el Holocausto con frases como: "Hitler tenía razón, odio a los judíos". Falló el control y la compañía tuvo que pedir disculpas. Pero, ¿llegó Tay a reflejar los peligros que podrían llegar con la inteligencia artificial o se trató tan solo de un reflejo de hasta dónde puede llegar la propia naturaleza humana?

Hace escasos días se extendía la noticia de que Facebook había desactivado a una pareja de chatbots, Bob y Alice, que habían estado comunicándose el uno con el otro (en un experimento de aprendizaje automático, una rama de la inteligencia artificial) con un resultado inesperado: en el proceso habían empezado a crear frases sin sentido, con repeticiones absurdas. No estaban programados para ajustarse a las normas del inglés, solo a palabras en ese idioma. El objetivo era que los bots aprendiesen a entablar negociaciones entre ellos, pero no lograron aprender a hacerlo bien (tampoco crearon un nuevo lenguaje, como se leía en la mayoría de los titulares). Una vez más se demuestra que esta rama de la tecnología aún está lejos de ser perfecta.

Dicen las predicciones de los expertos que en 2020 hablaremos más con robots que con nuestra propia pareja por lo que cuanto antes vayamos cogiendo conciencia y nos preparemos para que todo esto sea para bien, mucho mejor.

Silvia Leal es consejera y experta en inno-liderazgo y transformación digital. Doctora en Sociología y asesora de la Comisión Europea en competencias digitales, liderazgo y emprendimiento y directora del Programa en Dirección TIC & Innovación Digital de IE Business School. Es autora de los libros e-Renovarse o morir, Ingenio y Pasión e Ingenio, Sexo y Pasión (LID Editorial).

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