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Fayçal Amor, exótico y racional

Fayçal Amor, fundador de Plein Sud, en la boutique que inauguró en Madrid el pasado abril.

EL DATO está en todas las enciclopedias, pero conviene recordarlo: sin Fayçal Amor, no hubiera habido John Galliano. Cuenta la leyenda que el empresario y diseñador de origen marroquí fue quien acogió al entonces emergente creador gibraltareño, recién aterrizado en París, a principios de los noventa. En busca de su particular Pierre Bergé, Galliano encontró a Amor. Este, fascinado por su genio, le presentó a Sidney Toledano, que, pocos años después (en 1998), se convertiría en director ejecutivo de Dior y ficharía al británico.

“Internet abre puertas, pero me interesa mantener los espacios físicos. Es algo emocional”, explica.

“No me he hecho enemigos o, por lo menos, eso creo. He favorecido a mucha gente, que ahora son muy famosos. Cuando enseñas algo y después ves que continúa y lo hace por sí mismo, resulta muy satisfactorio”, concede Amor. Además de apoyar a otros, él mismo fundó su propia marca, Plein Sud, en 1986 con apenas 50.000 francos de la época. De la mano de fans célebres como Sophie Marceau, Madonna o Penélope Cruz, lleva tres decenios aguantando el tirón. Y creciendo. El pasado abril inauguraba boutique en Madrid. Es su segunda aventura en la capital. Ya había abierto otra tienda que cerró hace siete años.

“Hay que tener mucha paciencia y mucho amor. Entonces todo funciona”, revela en perfecto castellano (no en vano pasó parte de su infancia en España). Su fórmula mágica tiene tanto que ver con la creatividad como con una sólida visión de negocio, por algo está licenciado en Economía. Siempre se ha empeñado en mantener su independencia. Incluso rechazando las franquicias, aunque para algunas de sus boutiques se haya aliado con colegas como Joseph Ettedgui, fundador de la firma Joseph, en Londres, o la empresaria Pilar Pau, en el caso de la tienda madrileña. “Hay nuevas personas en mi equipo, pero los que tienen responsabilidades importantes empezaron cuando eran muy jóvenes”.

Productos de su colección.

Nacido en Tánger en 1949, de padre marroquí musulmán (un importante empresario) y madre de origen ruso ortodoxo (pintora), Amor es, desde luego, el resultado de un momento excepcional, un tiempo de sofisticación en el que se mezclaba el exotismo del norte de África con la intelectualidad occidental. Lo que siempre han destilado sus diseños atemporales. “El mundo ha evolucionado tanto y con mercados como el ruso o el chino uno tiene que hacer colecciones muy internacionales”, continúa el diseñador. “En cualquier caso, siempre me he basado en tres criterios: la elegancia, la feminidad y la modernidad”. Un concepto que, en su opinión, no está ligado a las tendencias. “Puedes inspirarte en las ideas de los sesenta o setenta, pero tienes que adaptarlas a tus criterios”. Junto a Veronique, su eterna compañera de fatigas, ha logrado mantener la esencia de Plein Sud, que, tras múltiples vías, hoy se centra en dos colecciones, “la primera línea, en la que experimento y busco lo más nuevo, y Plein Sud Jeanius, que empezamos en 1997 y se ha hecho fuerte gracias a su aire steetwear y sus precios asequibles”.

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