Hablemos sobre el Estado
A la vuelta del verano, en España se recuperará un elemento básico de la política: habrá oposición
La carga de la prueba, opina Noam Chomsky, debe ponerse siempre en la autoridad. A la vuelta de este verano, se abrirá por primera vez en muchos meses una etapa de ese tipo: una en la que ya no se puede dejar pasar por más tiempo el balance de lo ocurrido en los últimos años, en España, con el Gobierno popular, y en la Unión Europea, bajo la dirección de la democracia cristiana alemana.
A la vuelta del verano, en España se recuperará un elemento básico de la política: habrá oposición y, por lo tanto, tendrá que haber gobierno, dos cosas que casi habían desaparecido tras la confusa tinta con la que Mariano Rajoy ocultó los problemas de su segunda legislatura, ayudado por la débil teoría de la estabilidad que respaldaba el PSOE.
A la vuelta del verano, en Europa, se planteará si la pareja Macron-Merkel es capaz de aceptar que la desigualdad europea ha alcanzado niveles insoportables, que la exclusión social es un peligro político, que Estados Unidos es un aliado inestable y que la Unión tiene responsabilidad moral y política en el gran éxodo migratorio: ¿qué medidas se tomarán frente a la hambruna en Somalia, es decir, frente a una situación en la que todo ha fallado y ya no queda mecanismo alguno de subsistencia local para buena parte de sus 11 millones de habitantes?
En definitiva, antes de que acabe el año, los europeos deberíamos saber si es posible una Unión con políticas diferentes a las que ha mantenido hasta ahora o si se trata de un modelo cerrado. Saber si la irrupción de Emmanuel Macron significa cambios reales o si todo queda en un intento de apoyar el euro, seguramente exitoso, y otro, seguramente fallido, de dejar el resto como está. Habrá que colocar la carga de la prueba donde tiene que estar y ver si en Europa y en España se dan pasos para intentar sujetar a la bestia: la catástrofe social que implica la falta de expectativas de un número insoportable de jóvenes precarizados y de una bolsa de mayores de 55 años parados de larga duración, los formidables mecanismos de evasión fiscal, que recorren como grandes ríos toda Europa, o los impulsos nacionalistas que hacen que en un país con uno de los mejores sistemas educativos del mundo, Finlandia, un partido xenófobo tenga tanto respaldo que haya entrado ya a formar parte del Gobierno.
En España, el nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez, tendrá que empezar un año político realmente distinto y hacerlo dejando clara su posición ante Podemos. Sánchez plantea rehacer un discurso socialista más radical, lo que no quiere decir más izquierdista, y tomar la iniciativa en el Congreso para intentar llegar a acuerdos que desmantelen parte de las políticas del PP. Solo un cerco permanente al PP podría llevar a Rajoy a especular con un adelanto electoral y para ese momento el PSOE intenta haber dado ya un nuevo contenido al “centrismo”. El caso Corbyn se analiza con cuidado, no tanto por la personalidad del líder laborista, sino por sus propuestas en las últimas elecciones, que muchos valoran ahora como más claras y confiables para los trabajadores, los estudiantes y los exhaustos funcionarios que las del Partido Conservador. Es decir, unas propuestas capaces de hacer más radical el laborismo, pero también más atractivo para sectores del electorado poco dado a extremos.
Y, por supuesto, a la vuelta del verano, el 1 de octubre, se planteará el desafío de la Generalitat catalana y su referéndum de autodeterminación, ilegal. Antes de llegar a ese punto habría que recobrar el diálogo, no sobre España y Cataluña, sino sobre el Estado, como ya pidió en abril de 2010, el escritor y diplomático José María Ridao, en un artículo de la revista Letras Libres, ‘VII: El mito de las dos Españas’, de muy recomendable lectura hoy día.