Columna

Una cagada

¿Por qué se nos cae tanto el móvil al retrete? Podríamos evitarlo atándonoslo con una cadena al cuello

Cuando alguien dice que se le ha mojado el teléfono, si no añade más explicaciones, podemos aventurar que se le ha caído al retrete. Es de lo más común. Mojar el móvil de este modo produce un poco de vergüenza, como mojar la cama cuando ya no tienes edad. Pero si te ocurre con frecuencia una cosa u otra, deberías ponerle remedio. Básicamente, puedes recurrir al conductismo o al psicoanálisis. El método conductista para el pis consistiría en pegarte cerca de las ingles unos electrodos que al contacto con el líquido produjeran una descarga eléctrica en los genitales. Se trata de un procedimiento...

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Cuando alguien dice que se le ha mojado el teléfono, si no añade más explicaciones, podemos aventurar que se le ha caído al retrete. Es de lo más común. Mojar el móvil de este modo produce un poco de vergüenza, como mojar la cama cuando ya no tienes edad. Pero si te ocurre con frecuencia una cosa u otra, deberías ponerle remedio. Básicamente, puedes recurrir al conductismo o al psicoanálisis. El método conductista para el pis consistiría en pegarte cerca de las ingles unos electrodos que al contacto con el líquido produjeran una descarga eléctrica en los genitales. Se trata de un procedimiento rápido, del tipo de “teníamos un problema y lo hemos arreglado”, que dijo Aznar cuando narcotizaron a unos inmigrantes para devolverlos a su lugar de origen.

El método psicoanalítico es más costoso. Implicaría darle vueltas al significado de no controlar los esfínteres. Mucho diván, en fin, muchas sesiones hablando de lo mismo. Ahora bien, atacar el origen de las cosas resulta a la larga más eficaz que reprimir el síntoma. El síntoma, cuando se le cierra un agujero, tiende a manifestarse por otro. Hay jaquecas que migran a dolores de espalda y preocupaciones que se transforman en dificultades respiratorias.

Pero a lo que íbamos: ¿por qué se nos cae tanto el móvil al retrete? Podríamos evitarlo atándonoslo con una cadena al cuello, o bien reflexionando sobre esa compulsión a la repetición que tantos disgustos nos proporciona. ¿Por qué precisamente al retrete estando la vida llena de charcos? ¿Quizá porque es de donde más asco nos da recuperarlo? ¿Tal vez porque llevárnoslo hasta el cuarto de baño es una cagada? Empecemos por este par de cuestiones sencillas de responder y a ver hasta dónde somos capaces de llegar.

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