_
_
_
_
_

Otro fútbol es posible: el equipo que se levanta contra el sistema

Un libro homenajea al St. Pauli, un club alemán que demuestra que para ser un equipo mítico no hace falta ser un vencedor

Aitor Marín
El partido más importante del St. Pauli se juega en la sociedad. Dieron un paso adelante ante la crisis de los refugiados y se declaran antifascistas hasta en español. En la imagen, un aficionado anima al St. Pauli en un encuentro contra el Gäste.
El partido más importante del St. Pauli se juega en la sociedad. Dieron un paso adelante ante la crisis de los refugiados y se declaran antifascistas hasta en español. En la imagen, un aficionado anima al St. Pauli en un encuentro contra el Gäste.

Si hay un terreno abonado a los tópicos ese es el fútbol. De él dijo Jorge Valdano que era un estado de ánimo, pero probablemente fue porque ni como delantero ni como entrenador se enfrentó al St. Pauli. El equipo alemán, hoy en segunda división, ha convertido el balompié en una permanente rebelión contra el sistema.

A falta de copas en sus vitrinas, el club de Hamburgo puede lucir en sus estanterías el libro que le dedican los periodistas Carles Viñas y Nacho Parras, dos españoles entregados a los colores marrón y blanco de esta leyenda teutona a la que rinden homenaje en St. Pauli, otro fútbol es posible (Capitán Swing).

Para que se haga una idea de lo que representa jugar en este equipo, en el prólogo del libro Deniz Naki, futbolista kurdo que militó tres temporadas en el club, le dedica las siguientes palabras: “Lo último que me podrán robar es mi alma y mis ansias de libertad. El St. Pauli me enseñó que cuanto mejor sea en el campo con mi equipo, más cosas podré conseguir”.

Mel Gibson podría haberle contratado como guionista de Braveheart. Y no es el único. El St. Pauli, que recibe su nombre del barrio donde se encuentra su estadio, un área obrera que ha sufrido a lo largo de las últimas décadas todos los vaivenes posibles, deja una profunda impronta en los que pasan por allí. En los alrededores de Millerntor se han desarrollado algunas de las mayores batallas sociales (y campales) de Alemania. Y el club nunca se ha mantenido al margen.

El equipo alemán ha convertido el balompié en una permanente rebelión contra el sistema.
El equipo alemán ha convertido el balompié en una permanente rebelión contra el sistema.

Desde su fundación en 1910, ni sus dirigentes ni sus futbolistas ni su afición han mirado jamás para otro lado. Han estado en primera línea contra el fascismo, el racismo, la homofobia y cualquier tipo de discriminación (últimamente se han movido activamente a favor de los refugiados), pero también han dado cabida al movimiento okupa y, en los setenta y ochenta, al punk.

La primera de las normas básicas aprobadas por el club reza así: “El FC St. Pauli, constituido por sus socios, personal, aficionados y voluntarios, es parte de la sociedad y del tejido social que le envuelve y, por tanto, se encuentra directa o indirectamente influenciado por los cambios políticos, sociales y culturales”.

Así, sin más finales que las que les han llevado a pelear por el ascenso o, una vez en la Bundesliga, por evitar el descenso, han convertido las camisetas negras con una calavera blanca, su emblema oficioso, en un icono mundialmente famoso. Hay quien cuando habla de fútbol, se refiere a sistemas de juego. En las gradas de Millerntor, se discute de cómo jugársela al sistema. Algo en lo que este club y su afición son unos campeones.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Aitor Marín
Es redactor de EL PAÍS. Antes ejerció cargos de diversa responsabilidad en Man, Interviú, Maxim y Quo, entre otras publicaciones. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra. Escribe a veces de cómics porque le hubiera gustado dibujar. Además, es autor de la novela Conspiración Vermú (Suma de Letras).

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_