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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Putin contra Navalni

El presidente ruso da nuevas muestras de autoritarismo

Miembros de la policía detienen a uno de los participantes de la manifestación opositora en Moscú.
Miembros de la policía detienen a uno de los participantes de la manifestación opositora en Moscú.YURI KOCHETKOV (EFE)

La detención ayer en Moscú del líder opositor ruso, Alexéi Navalni, durante una manifestación contra la corrupción constituye una muestra más del inaceptable autoritarismo con el que el presidente ruso, Vladímir Putin, ejerce el poder. Se trata de unos modos diametralmente opuestos a las esperanzas democratizadoras que recorrieron el país cuando, justamente tal día como ayer en 1990, Rusia reclamó su derecho a la soberanía frente a la Unión Soviética.

Junto a Navalni fueron detenidos varios centenares de personas en la capital rusa y en San Petersburgo, en lo que constituye una indiscutible prueba del amedrentamiento que el aparato administrativo controlado por Putin ejerce sobre cualquier intento de contestación.

Navalni es un peligroso contrincante por dos razones. La primera, porque ha manifestado su intención de presentarse a las elecciones presidenciales del próximo año, amenazando con llevar al debate público asuntos que el triunfalista discurso de Putin prefiere evitar: la corrupción, el amiguismo, la rampante desigualdad social y territorial o el déficit democrático son algunos de ellos. Pero, lo más significativo, Navalni ha involucrado en la política a una nueva generación de rusos que, lejos de resignarse ante el panorama que viven a diario, han decidido expresar sin ambigüedades su oposición al Kremlin y su voluntad de cambio. Se trata de un electorado atractivo ante el que la vetusta oferta de Putin tiene poco que hacer y que cuenta con un creciente poder de convocatoria.

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Por diferentes razones, algunas de las cuales atribuibles probablemente a Occidente, Rusia se ha quedado a medio camino en su viaje de una dictadura comunista a una democracia moderna. Pero eso no significa que no pueda terminar el viaje. Y hechos como la detención de los opositores no van, desde luego, en la dirección adecuada.

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