Nadie está siempre feliz. Ni sano. Ni enérgico. Y lo mismo pasa con la sexualidad. El deseo tiene sus rachas. “No somos robots, y no se trata de una tarea de rendimiento, sino de experimentar, conocer y obtener placer. No todos los días son iguales. Y no siempre experimentamos lo mismo, con la misma intensidad”, detalla la sexóloga <a href="http://psicologiaconpasion.es/equipo/" target="_blank"> Zoraida Granados</a>. Por ello, aquellos que saben vivir sus relaciones sexuales “de una forma positiva, consciente, libre de estereotipos y estigmas sociales, poseen una mayor inteligencia sexual". Este es el término que la también sexóloga María Esclapez ha elegido para titular su libro <a href=" http://www.grupoalmuzara.com/a/fichalibro.php?libro=3468&edi=3" target="_blank"><i>Inteligencia sexual</i> </a> (Arcopress, 2017). La clave está en saber si realmente tenemos “una sintonía entre mente (conocimientos), corazón (emociones) y cuerpo (conducta)” para conseguir disfrutar de forma plena, explica la autora.“No tiene lógica dejar que la pareja se responsabilice de nuestro propio placer, para luego quejarnos de que no sabe cómo hacernos disfrutar, si ni siquiera le hemos explicado qué nos gusta”, apunta <a href="http://diariodeunasexologa.es/sobre-mi-mariaesclapez/" target="_blank">María Esclapez</a>. Y el egoísmo positivo es precisamente eso. Querer complacer al otro, pero no sacrificando nuestro propio goce. “Si adoptamos el rol de madre de la pareja, corremos el riesgo de no disfrutar y acabar perdiendo el interés”, añade la experta. Las personas que son más felices en la cama <a href="http://elpais.com/elpais/2015/11/16/buenavida/1447685569_626602.html" target="_blank">saben cómo llegar al orgasmo por sí mismas</a>, y solo después han sido capaces de compartir este momento con otros. Experimentar por cuenta propia es de vital importancia, ya que “nos hará comprender que el placer no es algo mágico que solo puede darnos un compañero", <a href="http://elpais.com/elpais/2016/08/17/buenavida/1471442886_124715.html" target="_blank">contó a BUENAVIDA la investigadora Odile Fillod</a>.Parece que para disfrutar de una vida sexual de diez hay que emular escenas de Hollywood, con historias apasionantes, camas enormes, cuerpos de escándalo, posiciones imposibles y orgasmos simultáneos. Sin embargo, para María Esclapez, las personas que más gozan de sus relaciones íntimas son aquellas que “no basan sus expectativas en mitos románticos o sexuales, como los de las películas”. Algo que en su opinión es complicado, ya que “la educación sexual de hoy en día se basa en hablar de enfermedades de transmisión sexual y de prevención. Aunque esta es una parte esencial, el problema es que no se nos educa nunca desde el punto de vista positivo, sino desde el miedo”. <a href="http://elpais.com/elpais/2016/08/17/buenavida/1471442886_124715.html" target="_blank">En España</a>, el 14% de las personas jóvenes dice no disponer de información sexual, y casi el 80% asegura no haber tenido este tipo de conversaciones en su casa a lo largo de la infancia o la adolescencia. Debido a ello, “cuando se quiere disfrutar de la sexualidad desde un punto de vista positivo, no es fácil encontrar referentes, sino que cada uno tiene que construirlos”, añade la experta.Siempre que se habla de consentimiento sexual se entiende que es el que le damos a terceras personas, pero María Esclapez ha dado la vuelta al término para explicar que el primer paso para una vida sexual plena es darnos permiso para tenerla: “¿Realmente nos hemos parado a pensar si queremos lo que tenemos, o si simplemente hacemos las cosas por inercia, porque es la forma establecida de hacerlas?”. La sexóloga <a href="http://elpais.com/elpais/2016/10/11/buenavida/1476184267_196925.html" target="_blank">Ana García</a> pone como ejemplo el <i>coitocentrismo</i> (el coito como centro de la práctica sexual): "Esto es un gran error, ya que el placer y los orgasmos, tanto en hombres como en mujeres, se pueden conseguir de múltiples formas y el coito solo es una de ellas. El sexo oral, la masturbación, el sexo anal, las caricias, los besos y cualquier práctica donde se obtenga placer, es una forma de tener sexo”. Y esto podría aplicarse no solo a prácticas, sino a orientación sexual, modelo de pareja abierta o cerrada y un largo etcétera. “Muchas veces nos comportamos según ejemplos ficticios o normativos sin pensar en qué queremos o qué nos gusta realmente, o incluso dónde están nuestros límites”, relata la sexóloga. Si se ha hecho esta pregunta, insiste, ya ha dado un gran paso.Disfrutar del sexo implica necesariamente pasarlo bien con nuestro cuerpo, y para eso hay que aprender a quererse tal y como somos. La sexóloga <a href="http://psicologiaconpasion.es/equipo/" target="_blank">Zoraida Granados </a> lo afirma: “Esto implica decidir llevar un estilo de vida saludable, cuidar la dieta, dormir lo necesario, hacer ejercicio y no perder de vista detalles como cuidar nuestro pelo, nuestro aspecto, etc. Si nos sentimos mejor con nosotros mismos, estaremos más seguros y enérgicos entre las sábanas", detalla. Y no solo a nivel psicológico. Lo corrobora un <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25763278" target="_blank">estudio</a> de la Universidad de Medicina de Ilam (Irán) que vincula el exceso de peso con las disfunciones sexuales, concluyendo que existe una relación de causa y efecto entre ambas.El sexo, como tantos aspectos vitales, es un aprendizaje. Las personas que no se dejan llevar por la rutina, sino que investigan y buscan cómo experimentar o mejorar, tienen por lógica más probabilidades de descubrir aventuras nuevas y placenteras. “Compartir, elegir, ver libros eróticos, revistas y material para excitarse en compañía puede ser un extra añadido a la creatividad y el conocimiento mutuo”, añade Granados. Aunque también se puede experimentar solo. Como <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/4000685" target="_blank">detallan</a> los sexólogos Beverly Whipple y Barry Komisaruk, la autoestimulación genital y vaginal de las mujeres reduce su sensibilidad al dolor, relacionando así el orgasmo con un aparente efecto analgésico.Estar satisfecho con la vida sexual no es sinónimo de que todo vaya rodado, sino precisamente saber reírse de uno mismo y aprender de los fallos. “Puede cometer un error y aprender de ello, pero si se fustiga porque no sale como esperaba, solo generará más miedo a fallar, que es la base de una gran parte de las disfunciones sexuales. La ansiedad por no obtener placer (o por no darlo) solo genera experiencias negativas”, expone Esclapez. Las personas con autoconfianza saben aceptar las situaciones que estresarían a otros, como por ejemplo si su pareja <a href="http://elpais.com/elpais/2017/05/22/buenavida/1495454549_890086.html" target="_blank">le llama por el nombre de otra persona </a> sin querer.“Más a la derecha. No. No. Un poco más abajo”. Son palabras que decimos sin problema para pedir a nuestra pareja que nos rasque la espalda, y que sin embargo nos cuesta mucho más decir para indicar dónde están nuestras zonas erógenas. Quienes mejor se lo pasan en la cama son los que no tienen miedo alguno a dar indicaciones, porque saben darlas con mimo y tiento. “Cuando tenemos confianza en nosotros mismos, nos sentimos a gusto. Y en la esfera íntima, no tenemos vergüenza a la hora de pedir al compañero de cama qué deseamos, cómo lo queremos, dónde nos apetece, con qué intensidad, etc. Todo ello mejora la confianza que tenemos con la pareja”, matiza Granados.