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DEBATE: ¿TAXI O UBER/CABIFY?
Tribuna
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En contra: Mejor un taxi público que uno privatizado

Compartimos la necesidad de una competencia leal y transparente en la prestación de los servicios

Colas de taxis en el aeropuerto de Madrid
Colas de taxis en el aeropuerto de MadridArchivo (EFE)
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La movilidad urbana está atravesando su momento más cambiante desde la aparición del automóvil. Los aspectos medioambientales y relacionados con la congestión y racionalización del uso de los espacios públicos, así como el marco regulatorio y su adaptación a nuevas realidades de los agentes que intervienen en la movilidad suponen retos para las autoridades, agravados porque las competencias en estos asuntos son transversales, exceden del ámbito municipal y no han sido eficazmente coordinadas por nuestros gobiernos.

Las TIC están modificando el modo en que los ciudadanos acceden a la movilidad, dotando de valor añadido y nuevos servicios a las diferentes clases de transportes, públicos y privados, que coexisten en las ciudades.

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No existe monopolio alguno de los taxistas ni problemas con los precios de los servicios

Todos compartimos la necesidad de que exista una competencia leal y transparente en la prestación de los servicios de transporte de viajeros en taxis y arrendamiento con conductor (VTC). Pero la sociedad demanda una mejor ordenación de este sector estratégico, sustentada en principios de regulación adecuada, que fomente la sostenibilidad socioeconómica, el control público de los profesionales del transporte, así como el equilibrio y la armonización de las condiciones de competencia entre ellos.

Sin embargo, una política errática desde el año 2009 y la irrupción de plataformas como Cabify o Uber ha impedido el cumplimiento de aquellos principios y propiciado que cundan modelos de negocio negativos. Uber ha pasado, desde ser suspendida judicialmente en su actividad, hasta tener que “pedir perdón al público” en varias ocasiones por diversas infracciones y reconocerse ajenos a la llamada “economía colaborativa”. Finalmente comprobamos que su modelo, oculto bajo un halo de presunta modernidad, sugiere la elusión fiscal de sus ingresos, especulación con las licencias VTC, precarización laboral, presencia de falsos autónomos, jornadas de más de 60 horas semanales con la consiguiente puesta en riesgo de la seguridad vial de los viajeros, la opaca utilización de los datos personales de sus usuarios y la falta de garantía en sus derechos.

Es decir, Uber implanta un modelo de servicio online impecable que promueve una actividad offline precaria y contraria a la política social y fiscal de la Unión Europea, donde aún no saben cómo darle encaje. Con su modelo persigue acaparar el monopolio del mercado de la movilidad que ahora está en manos públicas bajo intervención y control de las administraciones. Siguiendo esta lógica desea privatizarla y sustituir el modelo público de servicio de taxi por su modelo privado. Inicialmente este modelo privado no necesariamente debía de pasar por la liberalización de todas las restricciones cuantitativas de acceso al mercado (licencias limitadas), ni invadir el espacio del taxi, pero ahora lo requieren de modo urgente, tal y como sostienen con un informe “ad hoc” suscrito por la consultora AFI.

Uber implanta un modelo de servicio online impecable que promueve una actividad offline precaria y contraria a la política social y fiscal de la Unión Europea

¿Qué ha ocurrido para incrementar la agresividad de su lobby? Sencillamente que llegan tarde a una guerra comercial con su verdadero rival en España, la multinacional Cabify que ya había tomado posiciones en el mercado español.

¿Faltan taxis? No. El servicio de taxi se presta en España con una flota sobredimensionada respecto al resto de países de Europa (70.000 licencias), y viene padeciendo las consecuencias de esta guerra comercial, avivada por la CNMC y la pasividad de algunos Ayuntamientos, Comunidades Autónomas y el Gobierno central, quien, en su falta de criterio político, ha preferido que otros desde Bruselas o desde los estrados decidan por él.

Es necesario implicar a las administraciones en un esfuerzo por la regulación sostenible, adaptación y reestructuración del servicio público de taxi

La cronología de esta batalla entre multinacionales, en la que pierden los trabajadores autónomos del taxi, relata cómo Cabify, gracias a un vacío legal, atesoró con diferentes subterfugios miles de licencias VTC, haciendo negocio de ello y tejiendo una red de proveedores que le garantiza una gran cuota del mercado, que Uber ha visto escapar; por lo que precisa, aunque no desee, romper ese régimen de ordenación del mercado, esto es: “liberalizar urgentemente” en palabras de AFI. A partir de ahí se construyen los argumentos de su reciente informe.

En la trastienda está la verdad, el resto es artificio. No existe monopolio alguno de los taxistas ni problemas con los precios de los servicios. Nada impide a ayuntamientos y comunidades establecer tarifas distintas a las actuales. Es una lucha entre gigantes en la que perecen los taxistas y sufren los ciudadanos.

Esto sugiere la necesidad de abordar medidas públicas, implicando a las administraciones en un esfuerzo por la regulación sostenible, adaptación y reestructuración del servicio público de taxi. FEDETAXI lleva tiempo solicitando la implicación de todos, incluido Uber, en un “Libro Blanco de Movilidad Urbana” para afrontar este reto.

Emilio Domínguez del Valle es Secretario Técnico de la Federación Española del Taxi (FEDETAXI), miembro de la TaxiEurope Alliance (TEA).

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