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Así es la misteriosa Corea del Norte, a través de cinco libros (y un cómic)

Donde no llegan las cámaras, llega la pluma incisiva de quienes han visitado o estudiado el país más aislado del mundo

“Durante el tiempo que estuve en Corea del Norte, los únicos norcoreanos un poco más gordos que vi fueron los líderes”, dice el novelista portugués José Luís Peixoto en ‘Dentro del secreto’.
“Durante el tiempo que estuve en Corea del Norte, los únicos norcoreanos un poco más gordos que vi fueron los líderes”, dice el novelista portugués José Luís Peixoto en ‘Dentro del secreto’.

Dado lo complicado que resulta entrar allí aun suponiendo que uno lo deseara con todas sus fuerzas, quizá la mejor manera de saber cómo es Corea del Norte (el país más hermético del mundo, como se dice en todos los artículos; también en este) sea a través de los libros. No, desde luego, a través de películas disparatadas como La entrevista (2014), en la que un delirante James Franco viaja a Pyongyang para entrevistar al líder Kim Jong-un (y recibe el encarguito de la CIA de que, ya que va, de paso lo mate) ni de las esperpénticas producciones cinematográficas de la propaganda oficial. Esto es lo que cinco libros y una novela gráfica revelan de ese misterioso país, su fiero dirigente, sus sufridos habitantes y sus reservadas costumbres.

1. ‘El huérfano’, de Adam Johnson (Seix Barral, 2014)

Hay quien piensa que si no fuera porque es atroz, el régimen norcoreano daría hasta risa. Eso lo vio claro el novelista estadounidense Adam Johnson, autor de esta sátira que ganó el premio Pulitzer. El protagonista, Jun Do, es un tipo sin raíces (creció en un orfanato) y lo suficientemente duro —soldado de túneles, secuestrador de cantantes de ópera, espía en un pesquero, traductor de inglés en una surrealista misión diplomática en Texas— como para ser el único capaz de no casarse con nadie en aquel país.

Cuando regresa de Texas, y a fin de que no hable, lo encierran en un campo de trabajo. Allí se carga al temible comandante Ga, rival del dictador Kim Jong-il, y este, en vez de ejecutarlo, lo premia otorgándole la identidad del comandante Ga, que estaba casado con Sun Moon, famosa actriz. Cuando los americanos les devuelven la visita, el nuevo Ga logrará que la actriz y sus hijos escapen del país. Raptos chapuceros, asesinatos gratuitos y brutales interrogatorios trufan esta tragicomedia ambientada en un país que corta la luz eléctrica al anochecer, los preservativos están prohibidos (se consiguen en el mercado negro) y a las viudas se les busca un “marido de reemplazo”.

La frase: “En el país de donde venimos —explica Jun Do a uno de sus anfitriones en Texas—, si te dicen que eres huérfano, eres huérfano. Si te dicen que te metas en un agujero, pues, en fin, de repente te conviertes en el tipo que se mete en agujeros. Y si te dicen que le hagas daño a otra gente, entonces empieza todo”.

2. ‘Dentro del secreto’, de José Luís Peixoto (Xórdica, 2016)

En 2012, el novelista portugués José Luís Peixoto consigue enrolarse en un raro tour turístico por Corea del Norte organizado por una agencia china para conmemorar el centenario del nacimiento de Kim Il-sung. Saltándose la prohibición de publicar relato alguno sobre el periplo, Peixoto destripa la sociedad norcoreana en formato libro de viajes. Casi en cada página, una sorpresa. En Corea del Norte no les gusta ese nombre: prefieren solamente “Corea” o las siglas de la República Popular Democrática (RPDC). Todo el mundo sale a la calle con una insignia en el pecho con la cara de los líderes. Las mujeres cargan con los bebés a la espalda, invisibles bajo sus chaquetas. Lo más parecido a música pop se basa en sonidos de teclados estridentes. Las estaciones de metro tienen nombres como “Revitalización”, “Gloria”, “Linterna”, “Victoria”, “Reunificación” o “Triunfo”. Existe un Museo de las Atrocidades Americanas...

La frase: “Durante el tiempo que estuve en Corea del Norte, los únicos norcoreanos un poco más gordos que vi fueron los líderes”.

3. ‘Producciones Kim Jong-il presenta…’, de Paul Fischer (Turner, 2015)

La obsesión enfermiza de Kim Jong-il por el cine —antes de dirigir el país, el padre del actual líder fue el responsable de los estudios de Corea del Norte y, como tal, productor de películas como Mar de sangre (1969) o La chica de la flor (1972)— sirve de excusa a Paul Fischer, productor de cine británico, para poner el foco sobre una cruda realidad: los secuestros. Durante los años setenta, este líder descrito como fiestero, contador de chistes, impulsivo y mujeriego ordenó a secuestrar a miles de ciudadanos principalmente de Corea del Sur (aunque también de otros países) para convertirles en instructores en diversos campos, profesores de idiomas o simple mano de obra.

La mayoría no pudo regresar a casa. El libro se centra en la historia de la mejor actriz y el mejor productor de Corea del Sur, raptados en 1978 y a los que Jong-il puso a hacer películas (entre ellas, la infame Pulgasari, de 1985, réplica norcoreana de Godzilla). En 1986, Shin Sang-ok y Choi Eun-hee lograron huir, refugiándose en la embajada de Estados Unidos en Viena, aprovechando su visita al Festival de Berlín.

La frase: “El Amado Líder nunca había recibido ningún tipo de formación militar, nunca había estudiado espionaje, nunca había trabajado para unos servicios de inteligencia y jamás había salido de su país; pero había visto todas las películas de James Bond y le encantaban”.

4. ‘Evasión del Campo 14’, Blaine Harden (Kailas, 2014)

A Shin Dong-hyuk le tocó uno de los peores lugares del planeta para nacer: el más terrorífico de los campos de concentración que este régimen totalitario tiene desperdigados por su territorio. Sin conocer cómo era el mundo fuera de aquel recinto, sin saber de la existencia de los archienemigos China o Estados Unidos, Shin, nacido en 1982, dedicó 23 años de su vida a sobrevivir.

Su primer recuerdo es la ejecución de un preso; Shin tenía cuatro años. Su madre y su hermano mayor, que planearon fugarse, fueron ejecutados porque él los delató, como le habían inculcado. Por entonces tenía 14. El corresponsal del Washington Post Blaine Harden escribió su historia, describiendo a Shin como la antítesis del actual líder norcoreano Kim Jong-un (se llevan dos años). Tiene final feliz: Shin consiguió escapar y hoy es embajador de una ONG estadounidense que defiende los derechos humanos.

La frase: “Los campos de trabajo de Corea del Norte llevan existiendo ya el doble de tiempo de lo que lo hicieron los del Gulag soviético y unas doce veces lo que duraron los de los nazis”.

5. ‘Querido Líder’, de Barbara Demick (Turner, 2011)

Querido líder es uno de los libros más conocidos sobre Corea del Norte. Está escrito por la corresponsal de Los Angeles Times en Seúl, desde donde informaba de la actualidad de las dos Coreas. A través de sus entrevistas con refugiados norcoreanos y su propia incursión al otro lado de la frontera, retrata una sociedad atrasada en la que está mal visto que las mujeres monten en bicicleta, las familias estaban obligadas a enviar un cubo lleno de heces que se utilizaban como fertilizantes (se canjeaba por comida) y los viernes por la tarde se celebran sesiones de autocrítica, en las que cada ciudadano confiesa sus pequeñas faltas en público.

La frase: “Tardamos tres años en cogernos de la mano, y otros seis en besarnos —explica Mi-ran, exiliada norcoreana, sobre su noviazgo en aquel país—. Jamás se me habría pasado por la cabeza hacer nada más. Cuando abandoné Corea del Norte tenía 26 años y era maestra, pero aún no sabía cómo se conciben los hijos”.

6. ‘Pyongyang’, de Guy Delisle (Astiberri Ediciones, 2005)

El historietista canadiense Guy Delisle llega a Pyongyang con un CD del músico de electrónica Aphex Twin, un ejemplar de 1984 y un empleo en una productora francesa de animación con sucursal allí. En este volumen cuenta su choque con las singulares costumbres norcoreanas. Por ejemplo, que los teléfonos móviles de los extranjeros son requisados a la entrada del país y escrupulosamente devueltos a su salida; que un visitante nunca puede ir solo por la calle (por lo general se les asignan dos supervisores, que se vigilan mutuamente); que los restaurantes están mugrientos, son oscuros y responden a nombres como “Restaurante Nº 1” o “Restaurante Nº 2”; que los retratos de los queridos líderes engalanan todas las estancias de los edificios (excepto los cuartos de baño); que la comida envasada está caducada; o que el metro, al contrario que otros espacios cerrados, tiene una iluminación digna de Las Vegas.

La frase: “Es una obsesión en los diarios, en la televisión y en las discusiones. El ambiente marcial es omnipresente. Oyéndoles, la guerra terminó la semana pasada y volverá a empezar cualquier día”.

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